Deshumanización en la literatura con tema de
narcotráfico
Deshumnaizacion in The Literature With The Issue of Drug Trafficking
Citación: Alarcón Sánchez, S. (2018). Deshumanización en la literatura con tema de narcotráfico. Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura, 28(1), 75-89.
Dirección Postal: Nicolás Bravo No. 20-2, Col. Centro, C.P. 39000, Chilpancingo, Guerrero, México
DOI: dx.doi.org/10.15443/RL2807
Silvia G. Alarcón Sánchez
Universidad Autónoma de Guerrero
México
silviaalarcon23@yahoo.com.mx
Resumen: El narcotráfico en México ha sido inspiración de corridos, novelas, telenovelas, películas, nuevas imágenes religiosas (Malverde, la Santa Muerte), en general de un cambio de imaginario que no sólo se refleja en la cantidad de muertos, sino en una falta de valores proveniente de factores policausales y que está conduciendo de manera vertiginosa a la insensibilidad. El estudio está dirigido a la literatura del narcotráfico. La primera parte define los antecedentes, los fundamentos teóricos; la segunda se dedica a la metodología indicando el corpus a tratar y al análisis del discurso literario. La tercera a los resultados obtenidos y por último se ofrecen algunas reflexiones a manera de propuestas.
Palabras clave: Literatura mexicana - narconarrativas - tráfico de drogas - violencia
Abstract: Drug trafficking in Mexico has been inspired by corridos, novels, telenovelas, films, new religious images (Malverde, the Holy Death), in general of a change of imaginary that is not only reflected in the number of dead, but in a lack of Values coming from policausal factors and that is leading vertiginosa to insensibility. The study is aimed at drug trafficking literature. The first part defines the background, the theorys fundamentals ; The second is dedicated to the methodology indicating the corpus to be treated and the analysis of the literary discourse. The third to the results obtained and finally offer some reflections as proposals.
Keywords: Mexican Literature - Narco-Narratives - drug trafficking - violence
1. Antecedentes
En la República Mexicana del siglo XXI, el narcotráfico trajo consigo una pérdida de valores incrementada por una mercadotecnia desmedida incentivada a través de los medios de comunicación, en particular por la TV y el surgimiento de nuevas actitudes que influyeron sobre todo en los jóvenes haciéndolos vulnerables. La televisión es uno de los medios de comunicación que han tenido un papel importante en el público mexicano. El Universal indica que el mexicano pasa 1.8 horas diarias viendo televisión (León, 2015).
El Estado de Guerrero, situado en el suroeste de México, en un principio se vio beneficiado por cierta bonanza, resultado del lavado de dinero que reflejó de manera ilusoria un crecimiento económico que se manifestó en empleos, aunque fueran de bajo salario. Los pequeños tendajones o misceláneas fueron desapareciendo al igual que otros negocios como farmacias, debido a que no podían competir con grandes cadenas nacionales e internacionales. En tanto que unos cuantos ganaban, muchos otros perdían. Este proceso fue paulatino y una parte de la sociedad vio disminuidos sus ingresos; los que perdieron más fueron quienes pertenecían a la clase media. Para la gente de clase baja, su percepción de bienestar no disminuyó; la clase alta en algunos momentos fue participativa de más ingresos o bien poco sufrió con este cambio. La clase media conformada por profesionistas en su mayoría, determinada a vivir con salarios fijos, vio menguado su poder adquisitivo.
A partir de fines de la década de los 60 del siglo pasado se publicaron algunas obras literarias referentes al tema del narcotráfico, entre ellas la de Rafael Bernal Complot Mongol (1969) y años después, Víctor Hugo Rascón Banda con su novela Contrabando (2008) ganadora del Premio Juan Rulfo en 1991 que anunciaban estas actividades sin tener eco en la sociedad. En la actualidad las novelas con tema de narcotráfico han inundado las librerías y aunque los lectores no denuesten su actitud, sólo falta observar los diarios, el facebook, las noticias televisivas y radiofónicas que desbordan día a día imágenes y hechos de violencia desmedida. Se sabe que en el país operan alrededor de 130 organizaciones vinculadas al tráfico de drogas, con infraestructura y armamento superior a la de las fuerzas de seguridad (Reguillo, 2015).
En Guerrero la violencia producto del narcotráfico ha aumentado de manera devastadora:
La senadora Angélica de la Peña Gómez, informó que de acuerdo a reportes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública en lo que va de este año se han registrado al menos 2 asesinatos por hora, aproximadamente 49 al día, y de seguir esta tendencia, 2015 cerraría con más 16 mil muertes violentas (Reyna, 2015).
Tamaulipas, el Estado de México y particularmente Guerrero ocupan los primeros lugares en crímenes producto del narcotráfico, cuyos inicios provinieron del norte de la República Mexicana y que ha contagiado no sólo sus letras sino también otros espacios derramando sangre de narcotraficantes y de inocentes. Periodistas y escritores se han dedicado a narrar lo que sucede a su derredor. Se trata de escritos que pretenden mover, concientizar a sus lectores a través de una narrativa que mimetiza la vida en las calles.
En México existen dos televisoras que captan casi toda la audiencia. Algunas telenovelas representan de manera atrayente la vida de los sicarios, cuyos personajes ostentan cantidades inmensas de dinero, varias veces tomados de la realidad, rodeados de autos lujosos, de mujeres jóvenes y bellas cuya única finalidad es ser eso, jóvenes y bellas. Así mismo las televisoras presentan varios noticieros cuyo interés es patentizar que a pesar de que existe la violencia diaria, el Estado lo combate con denuedo. Los periodistas guerrerenses han realizado su trabajo al informar de las muertes diarias:
En total, de enero a junio {2015} se cometieron 17 mil 828 asesinatos. El mes más violento fue mayo con 3 mil 112; mientras en el pasado se registraron mil 532… La alta tasa de homicidios y el nivel de impunidad, colocan al estado de Guerrero como el más violento de México, por encima de Morelos, Sinaloa y Michoacán (IEP, 2015, p. 7).
La misma búsqueda para inicios del año 2016 muestra que el problema ha avanzado vertiginosamente:
En el nuevo año que ha comenzado del 2016 las cifras de asesinatos han incrementado en el Estado de Guerrero, situándose por encima de los demás Estados. “Los crímenes cometidos por la delincuencia organizada se ubican por encima del promedio nacional (…) (Guerrero) es Tierra propicia para más homicidios, porque saben que no se van a castigar. A Guerrero solo se le puede comparar con sí mismo”, dijo la vocera de la organización, Patricia de Obeso (Reyes, 2015).
Se ha señalado que en esta entidad del sur de México la tasa de homicidios de los últimos dos años ha sido de 100 por cada 100,000 habitantes, cuando a nivel mundial es de 6, y en la República Mexicana es de 13 homicidios.
Estas cifras son alarmantes y se recrudecen debido a que según la percepción de la población, el Estado ha minimizado el número de muertes violentas con el fin de no afectar al turismo, que ha sido un índice de bienestar económico fuerte para el desarrollo de Guerrero.
Según el Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD) 2012,
[…] el Plan Estratégico 2014-2017… dirige sus esfuerzos a erradicar la pobreza extrema, contener y hacer retroceder la desigualdad, y lograr el acceso universal a servicios básicos, de tal modo que todas las personas tengan un nivel mínimo de bienestar. Elementos clave en este esfuerzo son la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de la mujer, así como nuevos esquemas de apoyo al desarrollo que mantengan su impulso ante las adversidades (resiliencia), particularmente en situaciones de desastre y después de conflictos (Torre, 2014, p. 11).
Las mujeres son las que más han sufrido violencia de distintos tipos: verbal, psicológica, sexual y en muchos casos deriva en muerte. En varias ocasiones se ha solicitado a los poderes estatales legislativo y ejecutivo que legislen sobre la alerta de género ya que la violencia hacia la mujer se ha intensificado sin importar edad. Hasta ahora el gobernador del Estado de Guerrero ha esquivado esta petición que varios movimientos feministas han demandado.
Un criterio fundamental para la identificación de bienestar es la educación. Para una gran cantidad de jóvenes resulta atractivo lo que ofrece el dinero obtenido en corto tiempo sin necesidad de invertir en sus estudios, cuyas profesiones no prometerían las ganancias sustanciosas ofrecidas por el narcotráfico. Sin recurrir a estadísticas, la percepción en cuanto a salud, educación y bienestar ha ido decreciendo en lugar de avanzar, debido en gran parte a diferentes causas, las siguientes son las más evidentes:
a) No todos los jóvenes tienen posibilidad de ingresar a una universidad, quienes no son admitidos se dedican a la vagancia y son fácil presa de los narcotraficantes que en muchas ocasiones los ocupan como carne de cañón para sus fechorías.
b) El Estado no ha impulsado el bienestar de las familias. Los partidos políticos de derecha y de izquierda que han gobernado, sólo han cumplido mínimamente en la resolución de problemas. Por lo contrario, el robo de recursos públicos ha quedado impune durante varios sexenios.
c) Guerrero, inserto en el sur de la República Mexicana, ha estado abandonado de las políticas públicas que debieran promover su bienestar.
d) Varios jóvenes recién egresados que han estudiado en otros lugares ya no regresan a su lugar de origen; quienes tienen la posibilidad de migrar, lo hacen
e) En centros de salud y escuelas, situados en lugares apartados de las ciudades, los profesionistas recién egresados han sido atacados y asesinados por sicarios.
Estas son sólo algunas razones enunciadas, el problema es complejo y necesita urgentemente soluciones adecuadas a las diversas problemáticas. Su estudio conduce a algunos presupuestos que permean las obras literarias y que agudizan en los ciudadanos un sentimiento de indefensión y crisis prolongada:
Un agotamiento institucional: caracterizado por una percepción mayoritaria de que el Estado y sus instituciones no pueden hacerse cargo de los problemas que la sociedad enfrenta. El surgimiento de grupos armados en distintas regiones del estado y del país son ejemplos.
La percepción expandida de una inseguridad creciente: la creencia de que la delincuencia y el crimen organizado están ganando la batalla, sin que la ley pueda hacer nada. (Reguillo, 2012) frente a la amenaza percibida de que no hay estrategia posible para resistir o enfrentar el embate de las violencias que nos habitan.
2. Fundamentos Teóricos
“¿Cómo se puede narrar la violencia, sobre todo cuando alcanza niveles de desmesura y horror que arrasan con todo lo que de humano hay? pero comprometiéndose a producir efectos de verdad” (Foucault, 1996, pp. 137-138). Con estas palabras se inicia el estudio de obras narrativas que dan cuenta de la violencia extrema desatada por todo el Estado de Guerrero y de su intención de dar una interpretación de su narrativa.
La caracterización de la narcoestética fue introducida por dos autores colombianos: Héctor Abad Faciolince y Omar Rincón. Abad Faciolince subrayó los excesos realizados por los narcotraficantes como la compra desmedida de artículos de lujo, el derroche cuantioso en fiestas, orgías y mujeres. Omar Rincón lo definió en razón de una “cultura del todo vale para salir de pobre” (2009, p. 148).
Años después Felipe Fuentes indica que la narconovela es un subgénero narrativo con elementos distintivos: “obras literarias que recogen de manera central o parcial la producción, distribución y consumo de drogas” (Fuentes, 2013, p. 106), “un género narrativo que expone de manera cruda los crímenes ligados al mundo del narcotráfico pero que se acotará a la esfera de lo literario” (Santos, Vásquez & Urgelles, 2016, p. 10).
Para su inclusión en los movimientos estéticos se muestra como un “nuevo realismo” que no sólo se limita a reproducir lo acontecido en la sociedad, esta visibilización encara a los lectores y su pretensión es conducirlos a la reflexión. Este tipo de obras necesita de una terminología específica, adecuada a la temática y elementos formales, es así que se puede hablar de una narcoestética. Para ello, Santos, Vásquez y Urgelles (2016) proponen las siguientes carácterísticas:
a) Estilística gore
Este es uno de los aspectos más evidentes de la narcoliteratura: la representación explícita de la violencia que se utiliza para describir los crímenes vinculados al narcotráfico. La puesta en escena de asesinatos y torturas atroces, este ejercicio de agresión sobre los cuerpos puede ser entendido como producto de la des-subjetivación, resultado de una sociedad capitalista donde el individuo no es más que un objeto servible para ciertos fines económicos y desechable cuando deja de ser provechoso (Reguillo, 2012; Valencia, 2010; Santos, Vásquez & Urgelles, 2016).
b) Personajes. Víctimas y victimarios
Personajes violentos y violentados. Capos poderosos, sicarios, víctimas directas, colaterales; narradores y personajes secundarios. Estas novelas son contadas a través de narradores testigos, de un antihéroe o de un sicario que involucra al lector y lo convence de que su destino era el negocio del narcotráfico, que no tenía otra opción. La mayoría de los personajes secundarios surgen de la nada y desaparecen en cualquier momento.
b.1) Una gran mayoría han nacido en la miseria extrema
Algunos personajes han salido de las filas de detectives y policías y la narración es contada utilizando tintes del relato policiaco actual, éste también se ha ido transformando hasta convertirse en narcopolicial “comparte características como el detalle de situaciones violentas, torturas y sangre; acciones que obedecen a instintos básicos como el amor, el odio y el interés monetario; lenguaje coloquial y un detective que lejos de ser héroe muestra sus debilidades, vicios y muchas veces, corrupción” (Santos, Vásquez & Urgelles, 2016, p. 13). Un ejemplo de ello es el Zurdo Mendieta de Élmer Mendoza (2008).
c) Estética traqueta
Las teleseries han sido preferencia de un público masivo; se supone moda pasajera o gusto comercial. En el caso de las novelas con tema de narcotráfico, el lenguaje tiende a mimetizar el usado por el narcotraficante con inserciones como bucheras, halcones, pisaje, entre otras expresiones bajas con tendencia a la oralidad. El narrador es el que ostenta el lenguaje civilizado.
d) Deslegitimidad del Estado y la nación criminal
“Policías ineficientes, asesinos, gobernadores y políticos corruptos circulan impunemente por las páginas” (Santos, Vásquez & Urgelles, 2016, p. 16). El gobierno que debe proteger, es el encubridor y coadyuvante de las prácticas de los narcotraficantes; se presenta una “falta de reglas o normas desiguales para todos los individuos” (Santos, Vásquez & Urgelles, 2016, p. 16).
e) Pacto de lectura
El lector tiene a su mano periódicos, noticias televisivas, noticias por internet, entre otros muchos recursos informáticos que sostienen la “verdad” de lo narrado en las narconovelas.
La manera de narrar es similar a la visión del relato policial, “comparte características como el detalle de situaciones violentas, torturas y sangre; acciones que obedecen a instintos básicos como el amor, el odio y el interés monetario; lenguaje coloquial y un detective que lejos de ser héroe muestra sus debilidades, vicios y muchas veces, corrupción” (Santos, Vásquez & Urgelles, 2016, p. 13).
El miedo disgrega, levanta murallas reales y simbólicas representado en la semántica de la desesperación, que conduce a un individualismo en el que la persona se siente sola ante un problema acaecido a ella y no a los demás, donde la falta de solidaridad y la protección elemental son evidentes.
3. Marco Teórico y Metodológico
El corpus comprende obras de autores mexicanos, algunos guerrerenses, sin que ello implique que no se trabajarán otras referencias que incidan o enriquezcan el trabajo. Las obras y los autores son: Balas de plata (2008) de Élmer Mendoza; La reina del sur (2002) de Arturo Pérez-Reverte (aunque el escritor es español, la novela y su temática que implica corrupción política, está retomada del medio mexicano); Alias (2009) de Iris García Cuevas y Sólo es real la niebla (1989) de Roberto Ramírez Bravo. A manera de preámbulo El país de las últimas cosas (1994) de Paul Auster.
La idea de que la pobreza ha sido la causa de quienes han caído en el narcotráfico, es una verdad a medias. Si bien las oportunidades de desarrollo en México y particularmente en Guerrero, son pocas, agregando que el trabajo y el esfuerzo constante no garantizan una vida fácil y rápida, sino una existencia con satisfactores posibles de cumplir sin prometer riqueza.
La pobreza aparece como causa y efecto del narcotráfico. Por un lado, la presencia de este fenómeno limita el crecimiento “del pueblo” o…tiene como consecuencia que la gente le de miedo salir a trabajar. Al mismo tiempo, se habla de la pobreza como fenómeno estructural, y como tal orilla a las personas a involucrarse en el crimen. La argumentación adquiere forma circular […] (Moreno, Burgos & Váldez, 2016, p. 262).
Un tema actual que está siendo objeto de discusión desde distintas disciplinas es el de la posmodernidad y sus consecuencias; vivimos en una época caracterizada por aspectos muy particulares que han sido determinantes en los cambios socioculturales acaecidos a partir del siglo pasado y que hoy inciden en la deshumanización del sujeto posmoderno “...[estamos frente a un] vacío existencial que deviene como fruto de la pérdida del sentido de la vida del ser humano[... ]”(Giraldo, 2014, p. 435). Una de las características de este tiempo es la pérdida del sentido de la vida, surgida a partir del vacío existencial que se produce en el ser humano por múltiples razones: infinidad de pérdidas humanas, poca valoración del ser humano colocando por encima el dinero frente a un desmedido consumismo.
Son varios los cuestionamientos que desencadenan la lectura de esta narrativa, por ejemplo: La espectacularización y mercadotecnia del crimen ha propiciado en el lector, y con más razón en el televidente que destina horas enteras sujeto al asiento, la apología de una figura representada en el narcotraficante rodeado de lujos y placer, logrados a través de su quehacer delictivo y cuyo poder traspasa los delgados muros de la cárcel si es que sufriera esa derrota, caso muy concreto del “Chapo Guzmán” que se fugó en dos ocasiones de cárceles de máxima seguridad, poniendo en evidencia la fragilidad del Estado en razón de la enorme corrupción que existe en los penales mexicanos.
El lugar de las mujeres en el negocio de las drogas es mínimo debido a que son consideradas como objeto de placer y no como sujeto de poder, el único que tienen radica en su juventud y belleza y no en sus conocimientos. En varias ocasiones una relación amorosa sirve de pretexto para la creación de una novela, no obstante, la vida en familia no es un parámetro a seguir. La relación sentimental es parte importante para recrear la realidad con tintes ficcionales, aunque en algunas resulta un pretexto, como en el caso de Las mujeres matan mejor (2013) de Omar Nieto.
Los artificios literarios a los se recurre en las novelas sobre el mundo del narcotráfico son similares a los de las telenovelas mexicanas: repiten estrategias literarias como la profusión de imágenes sangrientas en manos masculinas; el uso de armas de fuego poderosas, el estar rodeado de mujeres jóvenes y bellas vestidas provocativamente; la traición y el peligro constante, una vida en zozobra, entre otros más.
El público simpatiza con los protagonistas de las narcotelenovelas porque representan los “héroes” creados por la sociedad mercantilista cuyo valor es el poder económico, a la que una enorme mayoría jamás accederá. A los protagonistas de las narconovelas se les ha maquillado con una carga emotiva que emula a “salvadores sociales” para ayudar a los pobres, ya que en algunos poblados los narcotraficantes han apoyado a la comunidad brindando beneficios económicos creándose una dependencia mutua que propicia ayuda en los momentos críticos al capo. En este sentido, los sicarios muestran su “bondad” al ofrecer ayuda económica que el Estado no ha brindado a cambio de protección sin que el pueblo se haga consciente de la gravedad del daño expresado en muertes.
Las acciones de los sicarios no siguen normas, van modificándose constantemente de acuerdo con las reacciones del gobierno. Una de ellas tiene que ver con lo que se le llama “efecto cucaracha”, donde los maleantes al verse atacados se repliegan dirigiéndose a lugares pequeños. Ejemplo de ello ha sucedido en la sierra baja de Guerrero en la que los sicarios toman por la fuerza a jóvenes campesinos, los obligan a irse con ellos para sus fechorías tomándolos como carne de cañón, modificando así las costumbres de estas poblaciones, ya de por sí marginadas por la pobreza, motivando desplazamientos, pisaje. Jóvenes que no trabajan se han dedicado a portar armas para hacerse pasar por narcotraficantes aunque no lo sean y así exigir cuota a comerciantes.
El Estado ha prometido cuidar y proteger a la sociedad, pero como no ha sabido cumplir con lo obligado, el pueblo ha optado por tener armas sin permiso de las autoridades correspondientes. Esta acción se ha incrementado debido a que el narcotráfico ha conllevado acciones como chantajes telefónicos, secuestros exprés, o aquellos en los que los parientes de las víctimas después de regatear y pagar lo que pueden reunir, ven regresar a sus familiares, vivos o muertos, algunos permanecen desaparecidos; uno puede enterarse periódicamente a través de redes sociales de nuevas modalidades de chantaje y extorsión.
Una parte de las razones por el incremento exagerado de esta narcoviolencia radica en el lugar cercano en que se encuentra México respecto a los Estados Unidos, que es el consumidor más grande de droga; otra razón tiene que ver con la desmesura por el afán de lograr dinero rápido, es decir sin estudiar ni trabajar, ‘sólo es necesario saber matar y cuidarse las espaldas’.
El narcotráfico es un fenómeno muy poderoso cuyas barreras han traspasdo fronteras convirtiéndose en un problema internacional. Una de las razones de la creación, publicación y difusión de las obras, aunado a un incremento en su producción (entre muchas más, debido a que el problema es complejo) está basada en la recepción de los medios de comunicación que tienen un enorme alcance y que hacen ver en las series que representan a sicarios, la lucha por el poder y el dinero convirtiéndolos en semihéroes representando lo que los jóvenes, en su mayoría, anhelan: objetos ostentosos, jóvenes hermosas, poder sobre la vida de los demás, sin importar que la suya sea corta; no muestran el lado oscuro de las drogas, como la muerte, la afectación a muchas familias, o el infierno en el que viven los consumidores.Los medios responden al mercado, a la oferta, si los televidentes consumen varias horas frente al televisor es porque es bien recibido. Lo mismo ocurre con las editoriales, en tres librerías prestigiadas de México en los últimos tres años, es notorio que en sus mesas de novedades exhiban 13 títulos nuevos, sin contar con los que ya se han publicado anteriormente y considerando que existen otras librerías diseminadas en todo el país.
La enorme cantidad de obras literarias generadas observan dos características: unas privilegian la violencia sin considerar complejidades poéticas y otras insertan dentro de las acciones propias del narcotráfico algunos elementos de creatividad literaria. Algunos narradores han podido expresarlo de manera cercana al sufrimiento real y es que una mayoría hemos transitado, de manera cercana o un poco distante, por la senda de crímenes y dolor causados por tantos muertos, que, en ocasiones, son limitados a nombrarlos a través de números, invisibilizando a la persona, eliminando su identidad. Las palabras de Vallejo causan desazón: “La fugacidad de la vida humana a mí no me inquieta; me inquieta la fugacidad de la muerte…. “ (Vallejo, 1994, p. 40) La respuesta a las causas de esta problemática no sólo radica en la pobreza, como en una primera mirada se pensaría, presenta varias aristas; el aspecto económico es determinante, pero también lo es la deshumanización y en ello quiero insistir.
De acuerdo con Bar-Tal (2003), la exposición prolongada a eventos violentos contribuye a que éstos se normalicen, y peor aún, que la construcción de alternativas se dificulte, pues esta violencia se vuelve un elemento de la cotidianidad. En este mismo tenor, el señalamiento a los medios de comunicación y cómo éstos difunden constantemente notas sobre la violencia puede contribuir también a que estos hechos se trivialicen, es decir, que sus víctimas se conviertan en un estadístico, una cifra (Souza Leal, Antunes & Vaz, 2013, p. 108).
4. El fenómeno literario
La figura del narcotraficante ha cambiado con el paso del tiempo, si bien en décadas anteriores lo mostraban de manera ostentosa: joyas enormes, zapatos de piel de cocodrilo, es decir a través de una figura identificable, en la actualidad han procurado seguir los cánones de imágenes de los ya nacidos ricos. El desparpajo sigue siendo su característica y la falta de cultura ya que ésta última implica “pérdida de tiempo”:
El consumo representa una lucha simbólica con la que se busca “dar una impresión”, “hacer creer” e “inspirar respeto o confianza” (Córdova, 2011). Así, el vestir y el consumo son prácticas sociales en las que se visibiliza el poder económico del mundo del narcotráfico (Moreno et al., 2013, p. 257).
Es conveniente mencionar que la postura del lector es decisiva, existe un pacto de lectura con el autor que demanda su atención y que hace creíble la narrativa en razón de las noticias emitidas diariamente, por otra parte, en las narconovelas se vislumbra a un actor-héroe que tiene poder y dinero logrados con poco esfuerzo, aunque en ello le valga la vida, los escritores han modelado esta imagen haciéndola atrayente para los jóvenes, otorgándole un estatus que la mercadotecnia ha mostrado como valores, aunados a una idea de lo atractivo, lo fino y propio de la hombría.
Debido a las características literarias de las novelas que privilegian el qué se cuenta, más que el cómo se hace y su tendencia por resaltar aspectos propios de la nota roja periodística, su estudio implica los siguientes objetivos: visibilizar esta narrativa que quiere atraer la atención de los lectores, analizar el carácter estético y concientizar a los receptores.
En varias ocasiones la literatura ha querido imitar a la realidad pero esa empresa ha durado poco, o bien, en su afán por reproducirla fielmente se ha hecho a un lado el aspecto estético. En la actualidad, la situación de violencia que trae consigo el narcotráfico ha rebasado la cantidad de sujetos que han sido víctimas de manera directa o tangencial. El mercado editorial se ha aprovechado de ello y menciona que su buen negocio responde a la demanda de los lectores, según El Universal (15 de abril de 2011).
Es preciso tener un abanico de lecturas de esta temática para que un lector con afán de crítica pueda visualizar que la gran mayoría de obras responden a un formato que se repite y que sólo algunas se salvan debido a que el escritor ha manejado su oficio con acierto.
Desde principios del siglo pasado ya se habían escrito algunas obras con la temática del narcotráfico, sin embargo el verdadero auge está en la actualidad y es indudable que responde a lo que sucede en el país. Para editoriales como Random House Mondadori es un gran negocio ya que en el último año ha generado la venta de 35 millones de pesos. Los editores responden que se debe a la demanda de información.
Vivimos en una época de hedonismo, donde se ha magnificado el consumismo en exceso La situación en lugar de mejorar ha empeorado y tal vez con el tiempo este tema vaya quedando atrás, el mercado no puede sobrevivir con una temática durante tiempo indefinido. Debido a su enorme ganancia promete ser un mercado a largo plazo. La narrativa del narco es síntoma de nuestros tiempos, crónica de descomposición.
El problema del narcotráfico tiene muchas aristas y mientras exista complicidad por parte de diferentes sectores gubernamentales y policiacos, pervivirá, además de que existe una gran cantidad de familias que dependen de este medio con ganancias enormes, empleando la economía de la violencia y provocando en la población miedo y a veces indiferencia.
Algunas teorías literarias que tienen como objeto de estudio la inmanencia de la obra insisten en su separación del contexto histórico. En este caso, la situación social que prevalece en el Estado es determinante para comprender la recreación de estas obras y su consecuente efecto. Este tipo de literatura que algunos llaman subgénero, es la narcoliteratura. En la actualidad se ha vuelto un lugar común, y es posible que perviva durante varios años. O tal vez sea una costumbre que ha empezado a minar nuestros escasos valores provenientes de una sociedad en decadencia.
El narcotráfico organizado se ha convertido y se maneja como una empresa que necesita de mucha gente, desde personas que son llamadas “halcones” y que se dedican a avisar de algún peligro y que generalmente son niños o jóvenes que pasan despercibidos en la sociedad, hasta jueces que los ayudarán en casos graves. Esta industria tiene varias vetas. En algunas regiones al recrudecerse la persecusión contra los sicarios, han recurrido a secuestros, extorsiones y al lavado de dinero.
La violencia extrema es resultado de nuestra época en la que las instituciones del estado que debieron preservar el orden y la seguridad fracasaron al corromporse ante la desmedia ansia de poder y de dinero. La democracia en nuestra región es engañosa aunada a un individualismo exacerbado que privilegia el placer hedonista frente a los escasos valores que todavía se tienen. En México, particularmente en Guerrero, son pocas las personas que mueren ancianas en contraposición con una gran mayoría cuya noticia sale en los periódicos y tiene que ver con la muerte violenta. Esta es una nueva forma de miedo que ha hecho que la sociedad permanezca en silencio, son pocos los que se manifiestan, una gran mayoría permanece sola con su dolor. Los victimarios se han apropiado de plazas, de lugares donde no es conveniente caminar y ya no sólo la noche es el momento en el que suceden los asesinatos, también ocurren a plena luz del día, sin importar que haya testigos. ¿Qué es lo que viene después? ¿Seguiremos con lo mismo o habrá nuevas formas de violencia?
5. Violencia en las letras
Es un lugar común expresar que vivimos en un mundo globalizado. Es evidente en ámbitos como el comercial, financiero y climático, por nombrar algunos, pero también la literatura presenta situaciones comunes. Paul Auster es un escritor norteamericano cuya obra literaria ha trascendido fronteras, un ejemplo de ello es su libro titulado El país de las últimas cosas, publicado en 1987. Algunas imágenes que se anidan en la memoria dejan entrever que podemos ver el futuro y en efecto, Auster lo hizo en esta novela que demuestra que el escritor lo vislumbró al describir hechos que en algunos lugares ya están ocurriendo y que en otros, como en Latinoamérica, están próximos a suceder.
La literatura está viviendo un ‘nuevo realismo’ que, acompañado por las imágenes cotidianas de los medios de comunicación, se regodea utilizando palabras cruentas, con detalles demasiado explícitos sobre la violencia ejercida. Una característica bien definida es su propensión a dejar explícitamente claras todas las crueldades ejecutadas sobre las víctimas, aunado a un lenguaje coloquial y descripciones plásticas. Las muertes violentas son las acciones principales de este subgénero literario que pareciera una moda, aunque con mucho futuro por los acontecimientos actuales que se presentan. Habría que preguntarse y reflexionar si uno de los fines de la literatura actual debe ser el enfrentamiento del lector con la realidad sin importan en qué medida esté representada, o bien que la ficción predomine. La literatura es dinámica como la vida.
Élmer Mendoza, en Balas de plata (2008), nos presenta una novela con un lenguaje coloquial y lineal en el sentido de que no coloca ningún signo ortográfico para dar la palabra a los personajes. Existe una tendencia policiaca al narrar, con tintes de suspenso y temática de narcotráfico. Los detalles se van explicando, las técnicas narrativas complicadas no interesan, sólo algunas retrospecciones para dar cuenta de algunos hechos importantes ocurridos en el pasado, interesa la crudeza del tema. El narrador es omnisciente, sabe lo que piensa y hace el protagonista el zurdo Édgar Mendieta, que es un antihéroe en el sentido de que es presentado con múltiples errores, el narrador lo muestra como un ser humano común, sin embargo su tenacidad y su afán por lograr el esclarecimiento de un asesinato le devuelven la heroicidad.
En esta novela las mujeres tienen alguna importancia y son detonantes de varias acciones que dan impulso a la novela, como los asesinatos que se cometen; Goga y Samantha Valdés son mujeres frías, bellas e inteligentes.
La violencia se deja sentir no sólo en los hechos sino también en el lenguaje utilizado, es rudo, con palabras altisonantes. El autor le imprime verosimilitud a la obra como por ejemplo cuando da referencias de aspectos que remiten a la realidad, al entorno físico, en franca similitud con las muertes que acontecen: “Esta mañana apareció asesinado en su casa, en la colonia Guadalupe de esta ciudad, el abogado Bruno Canizales…presentaba un balazo en la cabeza y se encontró un casquillo percutido de 9 milímetros…” (Mendoza, 2008, p. 49).
La vida diaria es una preocupación y es descrita involucrándose en los problemas actuales que aquejan nuestro entorno, un ejemplo de ello es Las pausas concretas de Roberto Ramírez Bravo. En esta novela los problemas de violencia, de corrupción, están presentes como un recordatorio de nuestro derredor como aparece en la siguiente cita:
Después, sus recuerdos volaron a los tiempos de la preparatoria cuando la policía se infiltraba entre los estudiantes para vigilarlos, recordó a sus compañeros desaparecidos, a los muertos en los enfrentamientos, a los jóvenes aventados al mar desde helicópteros (Ramírez, 2009, p. 59).
El dolor, la crueldad, se han instalado en nuestras vidas, la muerte diaria es ahora nuestra condición. Se nota la preocupación existencial por la vida actual, la deshumanización, la incertidumbre ante los sucesos diarios. En momentos de crisis como las provocados por las guerras o por la violencia extrema, como sucede actualmente, la literatura ha reflexionado presentando hechos reales, ficcionalizándolos.
La reina del sur (2002) de Arturo Pérez-Reverte comienza con la muerte de un personaje que trastorna radicalmente la vida de la entonces futura narcotraficante, Teresa Mendoza. El autor-narrador va intercalando la vida de esta mujer con pasajes donde cuenta la manera como ha conseguido la información, de esta forma da la impresión de que se tratará de una historia real.
Teresa Mendoza tuvo un origen oscuro en su tierra natal, Culiacán, Sinaloa, lugar que no abandona nunca en su pensamiento, siempre comparando los sucesos que le ocurren en su presente con enseñanzas aprendidas en la vida: “Era singular, pensaba, cómo algunos viejos lugares de España le producían la certeza de encontrarse con algo que ya estaba en ella. Como si la arquitectura, las costumbres, el ambiente, justificasen muchas cosas que había creído propias sólo de su tierra” (2002, p. 312). Es un personaje que se va construyendo conforme transcurren las acciones de la novela. Ella es una mujer inteligente, dura, fría, con ráfagas de sentimientos, de recuerdos, que por momentos la sensibilizan. A falta de instrucción formal tiene otra, común a la de los personajes de la literatura picaresca, aprendida a través de sus experiencias.
La obra es circular. Al principio da cuenta de una visita que el autor-narrador hace a Teresa en Sinaloa, en este momento cuenta con treinta y cinco años. Entre el escritor y la protagonista existe una cercanía que genera admiración por ésta, y que se observa en toda la novela. Su descripción va a presentar diferentes tintes, de manera cronológica la va delineando conforme pasa el tiempo: inicia la cuenta de su vida cuando ella tiene apenas unos veintitantos años. El autor la define no de manera precisa, sino desde su percepción, con una visión fina, sensible.
El primer capítulo sirve para atrapar al lector con el fin de que tenga curiosidad por la vida de la protagonista. Al principio aparece el retrato de una mujer hasta cierto punto ingenua, que confía ciegamente en el hombre que ama y en aquél que es su “padrino”, don Epifanio Vargas, capo de Sinaloa. Desde el principio se nota que la vida de estos hombres y mujeres encerrados en su propio quehacer es apresurada porque la muerte está cercana a ellos en todo momento.
El lenguaje de la novela va en consonancia con la trama: está lleno de palabras altisonantes, propias de los personajes que representan y que son parte natural de su expresión. Los títulos de los capítulos están tomados de partes de corridos, canciones o de dichos populares que vienen a mostrar un lenguaje mordaz, por ejemplo: “Me caí de la nube en que andaba”, “Vámonos donde nadie nos juzgue”, “Estoy en el rincón de una cantina”, entre otros.
Existen varias digresiones que sirven para explicar cómo se desarrolla la vida de los narcos:
Cantantes populares como el As de la Sierra se fotografiaban…con una avioneta detrás y una escuadra calibre 45 en la mano…Si de algo no necesitaban los narcocorridos, era de la imaginación (2002, p. 30).
La muerte con violencia es común en estos lugares:
en una tierra donde morir con violencia era morir de muerte natural – veinte mil pesos un muerto común, cien mil un policía o un juez, gratis si se trataba de ayudar a un compadre (2002, p. 35).
Hombres como Oleg Yasikov dominan el mundo de las drogas. Este fue un ruso, socio en los negocios de la droga y que la apoyó en muchas situaciones difíciles que se le presentaron y también fue su consejero y guía en los caminos peligrosos de la vida del narcotráfico. Fue un hombre clave en la vida de Teresa, sin él no hubiera podido sobrevivir en ese mundo.
Otro hombre que ingresó en la vida de la protagonista y que tendrá enorme importancia en Teresa es Teo Aljarafe, él le ayuda a ampliar sus negocios de droga. Es su contador y organiza el lavado de dinero. Será posteriormente la persona con la que tenga relaciones sentimentales. Es a través de las cuentas e inversiones irregulares que la justicia sospecha de él y lo presionan para que la delate. Esto es un detonante en la vida de esta mujer, cuyo final como narcotraficante ya está próximo y quien lo induce es Willy, Guillermo Rangel, un agente de la DEA que le cuenta que el hombre que mandó matar a su primer amor fue don Epifanio Vargas, a quien ella creía su protector y que le había ayudado a escapar de México. El gobierno de Estados Unidos no veía bien que un ex narcotraficante pudiera ser en un futuro, senador de la República Mexicana. Esta es una parodia de lo que es el gobierno mexicano.
Las circunstancias hacen que se vea en una encrucijada cuando el agente de la DEA le ofrece inmunidad bajo otra personalidad, con el fin de que declare en México en contra del futuro senador, don Epifanio Vargas. Ella acepta la propuesta ya que se encuentra con la amenaza de encarcelamiento y además está embarazada.
La vida de narcotráfico queda atrás. La carrera de Epifanio Vargas, quedó destruida. La última imagen que muestra el autor-narrador es cuando la protagonista declara en la Procuraduría General de Justicia del Estado de Sinaloa y observó que rasgaba en pedacitos una fotografía. Esta es una acción simbólica que indica el rompimiento con su anterior vida, ya que la fotografía que guardaba, el pedazo de ella, era de sí misma abrazada de su primer amor asesinado, el güero Dávila.
En la mayoría de las obras analizadas con tema de narcotráfico, ninguna se centra en la mente de los narcotraficantes, menos en la de una mujer aun cuando tenga títulos como Las mujeres matan mejor (2013) de Omar Nieto; en La reina del sur (2002), Pérez Reverte, logra que la protagonista tenga un final feliz y muestra que, a diferencia de otras del mismo tono, se convierta en heroína a pesar de los asesinatos ordenados y del contrabando intenso de drogas.
Una ansiedad consumista nos ha conducido a no importar a quien atropellemos cuando “necesitamos” algo y a su vez ocurre que esta sensación de carencia se acelera cuando vemos que otro tiene aquello que deseamos, entonces deviene la delincuencia, la violencia, las muertes y la deshumanización.
Existen características comunes en los personajes de las novelas, que son resultado de los acontecimientos diarios, como la notable pérdida de valores humanos. No hay un plan concreto para dar fin a esta problemática, cada quien piensa y presenta sus problemas. Aquí no existe una fuerza homogénea que pretenda enfrentar un flagelo que azota a la mayoría, todos la viven de una u otra manera, ya sea aquellos que la sufren en carne propia o que son testigos de lo que cada día ven y escuchan a través de los diferentes medios de comunicación. La violencia ha pasado a ser parte de nuestra cotidianidad, por eso la aceptamos tal cual y nuestra vida continúa sin que meditemos en el alcance que está teniendo. La literatura ha sido una de las formas artísticas que ha sido marcada por esta presencia, que por momentos se muestra invencible. Quienes la han padecido han mostrado que no importa sexo ni edad.
La exhibición de los recuerdos como un recuento crudo, brutal, trata de imitar a la realidad, potenciando el morbo del público. Sería interesante estudiar qué tipo y qué cantidad de lectores está ofertando y se piensa de inmediato que puede ser abundante debido al enorme número de obras que han surgido en las últimas décadas sobre este tema. Con los acontecimientos diarios el pronóstico sugiere que se prolongará por tiempo indefinido. La reflexión en torno es, si perdurará por la actualidad de los hechos o por la calidad literaria.
El auge de la tecnología nos conduce a pensar que tendremos soluciones a inquietudes y problemas, sin embargo, también es posible pensar en un declive de las Humanidades; tal vez para los futuros gobernantes ya no sea rentable “invertir” en ellas y procurarán que poco a poco vayan desapareciendo; apocalípticamente, esta acción ya ha iniciado. El país de las últimas cosas (1987) nos remite a la destrucción interior y exterior que el ser humano se ha conculcado de manera persistente en las últimas décadas, presente no sólo en la literatura latinoamericana del siglo XXI, sino también en todo lo que nos rodea. Una de ellas es la arquitectura como una referencia que nos ha servido para orientarnos y para guardar en la memoria recuerdos, aromas, sensaciones. En relación con ello a mediados del siglo pasado, Acapulco Guerrero llegó a constituirse como un puerto internacional cuyo auge fue evidente en su calle principal que atraviesa una enorme parte de la ciudad, que es la Costera Miguel Alemán. Quien lo haya conocido en fotografías, en películas, en canciones, en obras literarias, desconocerán el puerto actual. En sólo algunos años el narcotráfico hizo desaparecer su bulliciosa vida nocturna y varias de sus tiendas, ahora algunos edificios están abandonados o cerrados. La siguiente cita es consecuente y aunque no está situada en el lugar citado, se asemeja a lo que digo:
Éstas son las últimas cosas —escribía ella—. Desaparecen una a una y no vuelven nunca más. Puedo hablarte de las que yo he visto, de las que ya no existen; pero dudo que haya tiempo para ello. Ahora todo ocurre tan rápidamente que no puedo seguir el ritmo (Auster, 1987, p. 4).
Estas obras invitan a reflexionar acerca de los hechos actuales: la violencia extrema que ha formado parte de la idiosincrasia de varios países latinoamericanos, México en particular. Una parte de la literatura actual se desenvuelve y compite con los medios de comunicación como la televisión, el cine y la prensa, describiendo con lujo de detalle los hechos sangrientos ocurridos en el día a día.
La violencia se presenta de diversas maneras dando cuenta de un mundo caótico donde no existen reglas. Se trata de un mundo donde impera el descontrol, el desorden, la lucha diaria por la vida, el egocentrismo.
Esto es lo que la ciudad le hace a uno, le vuelve los pensamientos del revés. Le infunde ganas de vivir y, al mismo tiempo; intenta quitarle la vida. No hay salida, lo logras o no lo logras; si lo haces no puedes estar seguro de conseguirlo la próxima vez; si no lo haces, no habrá próxima vez (Auster, 1987, p. 4).
La realidad es una preocupación y es descrita involucrándose en los problemas actuales que aquejan nuestro entorno. Escritores guerrerenses como Iris García Cuevas y Roberto Ramírez Bravo son ejemplo de quienes han escrito novelas de este corte. En Sólo es real la niebla (1989), Ramírez Bravo presenta los problemas de violencia, de corrupción:
Perpetuo López no alcanzó a ver cuál de todos los policías le empezó a pegar, pero sintió cómo su cuerpo se desmadejaba ante los puñetazos y las patadas, escuchó con toda claridad cómo la culata de un rifle le destrozó los dientes frontales... (1989, p. 36).
En la actual literatura guerrerense existe un manejo de retrospecciones a través de la memoria, recurso muy utilizado que es como una marca de estos relatos, donde lo sensorial al hacer evocaciones, se sustenta en la sinestesia como parte de la habilidad narrativa. En otros momentos los recuerdos sirven para afianzar al ser, para transmitirnos imágenes que se convierten en parte de uno mismo y se trata de personas, de espacios, de instantes, que recorren nuestra memoria y permanecen con nosotros. El tiempo pareciera atrapado como un legado para nuevas generaciones. El peso de la nostalgia, de los recuerdos, de la añoranza por un pasado situado en una región remota ocupa varias páginas de los libros, como un homenaje a la tierra que nos ha cobijado. Las metáforas han dejado de dar cuenta de lo bello y ahora respaldan lo duro, la violencia, el tema actual de nuestra vida.
El lenguaje coloquial prevalece en varias narraciones. El diálogo tiene preponderancia, es una manera de fundirse con la vida que presenta. Estos textos muestran la pobreza como una causa del narcotráfico y por ende, de varias muertes, aunque la explicación es multifactorial. El deseo de tener más y no contar con educación escolar, de no acceder a trabajos remunerados y la escasez de valores morales han reducido a los seres humanos a un consumismo desenfrenado donde sólo interesa el cuánto posee un individuo.
Varios personajes son representativos de aquello contra lo que lucha el hombre: injusticia, afán de poder, políticos corruptos. Estos personajes pueblan las páginas de las obras; lo trágico es que se trata de escenas cercanas a la realidad. Quienes más se han acostumbrado a convivir con la violencia son los periodistas. Es su palabra de todos los días. Esta profesión ha sido veta de diversas narraciones, como la que surgió de Iris García Cuevas en Alias (2009), que es una novela construida a base de diálogos fuertes que reflejan la dureza de los mundos bajos donde la corrupción y los asesinatos, están a la orden del día. La crueldad de la vida obliga a las mujeres a la prostitución y a entregar sus cuerpos a hombres que las insultan:
Vivíamos juntas en una pensión...Yo llegué allí cargando con mi panza de tres meses después de que mis padres me corrieron por puta...
- Mejor tira al chamaco- me dijo mi compañera de habitación mientras se colocaba las pestañas postizas...
Pasó una semana, en la que no conseguí ni para mal comer, antes de preguntarle qué tan caro salía tirar a un niño.
- Depende. Conozco a un médico que nos hace el trabajo y se cobra con cuerpo.
- ¿Con cuerpo? –pregunté. No porque no hubiera entendido, sino porque tenía esperanza de haber oído mal.
- Tú te pones flojita –me dijo carcajeándose. Yo no veía la gracia por ningún lado (2009, p. 31).
La escritura tiende a lo periodístico, en un sentido purista faltaría la parte literaria, pero está bien trabajado aquello que es la trama y su espectacularidad; utiliza cambios de narrador, mantiene al lector en suspenso por la agilidad del argumento, es un libro que exige leerse rápidamente. El final es el que sorprende gratamente, no es el que esperamos como lectores después de haber leído la obra, la autora deja ver una esperanza, una salida conveniente que difiere de la realidad en la que vivimos.
6. Reflexiones finales
La denominada narcoliteratura ha sido catalogada como un subgénero narrativo con reglas propias; algunas tienen una trama fácilmente identificable y otras lo disfrazan a través de una ficción más marcada. Esta tipología, elaborada por Santos, Vásquez y Urgelles (2016), está construida sobre la base de la presentación de personajes insertos en el mundo de las drogas con características literarias tales como una estilística gore, deslegitimidad del Estado y pacto de credibilidad por parte del lector, con una violencia patente con pretensiones emulatorias en relación con los gráficos periodísticos.
Una de las pretensiones en el estudio de esta literatura es que como lectores nos concienticemos y tomemos una postura frente a lo que está ocurriendo. Es necesario que reconozcamos la importancia del valor de la vida, no de la violencia ni la de aquello que nos proporciona un placer efímero o una riqueza ganada a costa de la sangre de otros.
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