¿Es difícil aprender el idioma Alemán por los hispanoparlantes?

Comentarios a vuela pluma ante los retos para su aprendizaje.

Catalina Panadero de la Cruz

Universidad de Oriente

Cuba

edilpan@fd.uo.edu.cu

José Álvarez Romaguera

Universidad de Oriente

Cuba

pepin@fie.uo.edu.cu

Citación: Panadero de la Cruz, C. & Álvarez Romaguera, J. (2015). ¿Es difícil aprender el idioma Alemán por los hispanoparlantes? Comentarios a vuela pluma ante los retos para su aprendizaje.. Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura 25 (2), 186-189. DOI: 10.15443/RL2516

Dirección Postal: San Pio número 120 entre Trinidad y Lauro Fuentes, Santiago de Cuba Cp 90111.

DOI: dx.doi.org/10.15443/RL2516

El aprendizaje del idioma alemán en Cuba constituye innegablemente la ilustración de una disciplina no tradicional respecto a otras que sí lo han sido para los cubanos, particular que se suma a los numerosos logros obtenidos a partir de 1959 en la esfera educacional.

Actualmente en el país, es posible aprender algunos idiomas extranjeros como el inglés, francés, italiano, alemán, portugués, refiriendo sólo algunos, pero la mayoría de las personas ponen siempre objeción en cuanto a la lengua alemana, dando un sin número de hipótesis en cuanto a la pronunciación, escritura y otras, hipótesis que no quedan confirmadas y muchas veces están bien lejos de la verdad.

De ello deriva la finalidad de este trabajo, en el que hemos querido brindar un pequeño panorama de algunas de las dificultades reales de dicho idioma para nosotros los hispanoparlantes, a partir de los profundos estudios que se han hecho de esa lengua y de sus complicadas dimensiones fundamentalmente desde una óptica gramatical, que han llevado a autores como el célebre escritor norteamericano Mark Twain, quien obviamente se instruyó a profundidad en dicho idioma, a decir de forma satírica, que una persona con un coeficiente de inteligencia normal para idiomas, podría aprender el inglés en 30 días, el francés en 30 meses y el alemán en 30 años (Twain, 1985).

Comenzamos con uno de los tradicionalmente conocidos como accidentes del nombre: el género, cuyo origen a criterio de investigadores y estudiosos del tema, hay que buscarlo en la antigua oposición entre lo animado y lo inanimado.

Muchas lenguas ofrecen, además del masculino y femenino que encontramos en los sustantivos españoles, el neutro. En español sólo se dispone de esta última modalidad en los pronombres y en el artículo. Los adjetivos, no obstante, ofrecen la particularidad de poder combinarse con la forma lo, neutra del artículo, con lo cual adquieren un sentido que, con las naturales limitaciones, coincidimos en que podemos considerar también como neutro.

¿Qué razón hay para que, en español, las palabras que no designan personas o animales, sean masculinas o femeninas? Los mismos conceptos, pueden tener género distinto en otras lenguas, y ello se confirma también en la alemana.

El idioma alemán posee tres géneros gramaticales, y como comentamos, esto en cada idioma se manifiesta de forma arbitraria, el masculino, el femenino y el neutro, sin que medie una regla para determinar el sexo de los sustantivos como lo es la oposición morfológica del español, 0 para el varón y A para la hembra, 0 para el neutro que sólo se manifiesta en sustantivación de adjetivos y adverbio. Comparando con el alemán, la luna sería varón, (der Mond); el sol hembra (die Sonne) y la muchacha, la señorita, algo tan femenino en idioma español, es neutro en alemán (das Mädchen).

A diferencia del género, la justificación racional del número como otro de los accidentes del nombre, se nos presenta como categoría más clara, si bien no en todas las lenguas encontramos una oposición absoluta y radical entre el singular y el plural.

El plural aparece entonces en este panorama gramatical, como otro asunto de reflexión a tener en cuenta, porque en el idioma de Cervantes, sólo tenemos los alomorfos s y es para la formación del plural, mientras que en alemán estos pueden llegar a ser hasta doce.

Los pronombres constituyen un gran dolor de cabeza pues con las declinaciones se logran los casos gramaticales que solo son cuatro, pero en realidad nos parecen mucho más teniendo en cuenta los cambios que pueden adquirir estos, así tenemos el pronombre (mi) mein que puede cambiar a meinen, meinem, meiner, meines, meine, mein. Esto es debido a que los alemanes no utilizan como nosotros para estos casos las preposiciones.

A propósito de las preposiciones, en español tenemos unas 21, aunque ahora se han introducido dos más que son versus y vía, por lo que serían 23 y en alemán cuentan más de 70, pero a esto se suma que las mismas rigen también los casos gramaticales y por tanto tenemos preposiciones sólo para el acusativo, el dativo y el genitivo y otras que pueden ser de los dos casos acusativo y dativo. Asimismo encontramos un grupo de verbos que van estrechamente ligados con una preposición, la cual determina si es complemento directo o complemento indirecto, pero hay casos en que la misma preposición se usa en los dos casos gramaticales, es decir es el verbo el que determina el caso, ejemplo el de la preposición an, que en el caso del verbo pensar en, denken an, es acusativo y en el caso del verbo participar teilnehmen an, sería en dativo.

El adjetivo es algo insólito, por cuanto su declinación puede acabar con el más brillante de los genios. Existen como en español, los atributivos y predicativos, pero en el caso de los predicativos los cambios son alarmantes. Así tendríamos como muestra, el adjetivo bueno, gut, sería gutes, gute, guter, guten, gutem, además de tener también declinación de los adjetivos sin artículos y en plural.

El verbo se conjuga en todas las personas del paradigma, aunque debemos destacar que para nosotros los cubanos que no tenemos el voceo, es decir, vos y vosotros, tendríamos que aprendernos una nueva persona y su conjugación. Los verbos son más o menos igual de amplios que en español (regulares, irregulares, modales, defectivos, impersonales), pero también compuestos separables. Esto quiere decir que un verbo separa al conjugarse en presente o en pasado simple, su prefijo de su lexema, véase el siguiente patrón: verbo subir - Pedro su al Taxi con su amiga María rumbo al teatro be. (Verb einsteigen - Pedro steigt in das Taxi mit seiner Freundin María zum Theater ein).

Y si se cambiase el prefijo ein por aus sería bajarse. Pedro ba del taxi con su amiga María ja. (Verb aussteigen – Pedro steigt aus dem Taxi mit seiner Freundin María aus).

Respecto a la sintaxis, esta difiere totalmente del idioma español. Por ejemplo, los números se dicen al revés en comparación con nuestro idioma, así que, veintiuno, se dice en alemán uno y veinte- einundzwanzig; el treinta y ocho, sería ocho y treinta- achtunddreizig además de escribirse unidos, siguiendo esta línea de pensamiento y realización, tendríamos cientoochoycuarenta en vez de cientocuarenta y ocho (hundertachtundvierzig).

En cuanto a la oración simple en el idioma de Goethe, no difiere mucho de la nuestra, pero no sucede así con las oraciones compuestas y subordinadas. De esta manera, en español diríamos: Me he alegrado mucho porque tú me has visitado hoy, -Ich habe mich gefreut, weil du mich heute besucht hast, literalmente sería: Yo he me mucho alegrado porque tú me hoy visitado has.

Una diferencia especial, lo constituye el hecho de que cada sustantivo va acompañado por un verbo específico, prototipo de ello son: las preguntas no se hacen sino se colocan (Fragen stellen); las despedidas no se dan sino se toman (Abschied nehmen); el dinero del banco no se saca sino se levanta (Geld Abheben); la bienvenida no se da, sino se llama (Willkommen heissen); la atención no se presta sino se regala (Aufmerksamkeit schenken); el juramento no se presta, sino se efectúa (Eid leisten); el diagnóstico no arroja , sino reza (Diagnose lautet); las discusiones no se tienen sino se inauguran (Diskussionen eröffnen); la conferencia no se imparte o dicta, sino se sostiene (Vorträge halten); el pésame no se da sino que se pronuncia (Beileid aussprechen); las poesías no se declaman, sino se exponen (Gedicht vortragen); la dieta no se hace, sino se efectúa (Diät halten); la crítica no se hace, sino que se practica (Kritik üben); los contactos no se hacen, sino que se levantan, alzan (Kontakt aufnehmen); el fuego no se provoca sino que arranca (Feuer ausbrechen); la simpatía no se gana sino que se levanta (Sympathie erheben); las decisiones no se toman sino se encuentran (Entscheidung treffen); los accidentes no se provocan sino se construyen (Unfall bauen); los pensamientos no se ordenan sino se coleccionan (Gedanke sammeln); una ley no se promulga sino se despide (Gesezt verabschieden); los convenios o contratos no se hacen sino que se cierran (Vertrag schliessen); la consideración no se tiene, sino que se emplea o coloca (Betrachtung anstellen); las promesas no se cumplen, sino que se sujetan (Versprech halten); un vistazo no se echa, sino se toma (einen Blick nehmen); por sólo citar algunos ejemplos, porque sería muy larga la lista si continuamos. De esta manera, al hablar en alemán, tenemos que cambiar nuestra lógica de pensamiento y esquemas incorporados a nuestra lengua castellana desde que comenzamos a hablarla y aprenderla desde pequeños.

Con todas estas consideraciones y distinciones gramaticales entre el alemán y el español, aún a vuela pluma, cualquier mortal hispanoparlante, se resistiría a estudiar y dominar el idioma germánico. Pero bueno, no todo es malo ni tan complicado en el lenguaje del creador del Fausto, hay cuestiones muy positivas, como son, la ortografía, que es bastante exacta y generalmente se escribe tal y como se pronuncia. Los sustantivos siempre se escriben con mayúscula, cuestión esta que ayuda rápidamente a distinguir cuando estamos en presencia de uno de ellos.

La germanística también dispone de un grupo de verbos del francés cuya terminación es en ieren, que se entienden perfectamente en español. Pautas a tener en cuenta en este particular son: diktieren, telefonieren, konstruieren, debatieren, votieren, explodieren, visitieren, electrifizieren, dementieren, informieren, interessieren, garantieren, reparieren, spekulieren, korrigieren, identifizieren, argumentieren, entre otras.

Los infinitivos se forman muy fácil. Todos los verbos terminan en el sufijo en. Así: cantar-singen; comer-essen; decir-sagen. Respecto a la pronunciación, salvo algunos sonidos guturales y semivocálicos que no tenemos en la lengua castellana, como la /tz/, /oe/ y otros, esta es muy parecida a la del español, y una i por ejemplo, siempre se pronunciará como tal, ya sea al principio, en el medio o al final de la palabra, como sucede en español. Si comparamos ahora con el inglés, vemos que la i tiene dos pronunciaciones distintas, en el pronombre personal yo (I) y en el verbo visitar (visit).

Finalmente queremos comentar la facilidad del idioma alemán para formar verbos. Por ejemplo enviar un Fax sería convertir el sustantivo Fax, en el verbo faxen; mandar un correo electrónico del sustantivo Mail, mailen; realizar un interview, es decir una entrevista, Interviewen; del sustantivo Streik (huelga) se forma el verbo streiken, ir o hacer huelga; así como con el sustantivo Grill (parrilla) se forma el verbo grillen; del sustantivo violín - Geige, saldría el verbo tocar el violín sólo con geigen.

Pero bueno amigo lector, si bien existe un proverbio de autor desconocido que dijo ” sólo los muertos pueden aprender muy bien el idioma alemán, porque tienen mucho tiempo”, no se amilane ante las dificultades y retos que nos impone el aprendizaje de dicho idioma e inténtelo, se lo decimos nosotros que llevamos muchos años enseñándolo y es que uno crea una especie de adicción que siempre quiere saber más y más ante las continuas interrogantes y luego termina uno encariñado y enviciado con este idioma además de destacar lo importante de tener acceso directo a la literatura, las ciencias, la política, los avances en tecnología de punta y la economía de ese país en su lengua vernácula, que indiscutiblemente contribuirá por nosotros mismos al avance de la región y a la cultura general integral de los hispanoparlantes, eliminando los obstáculos al cruzar un puente entre culturas.

Bibligrafía

Twain, M. (1985). Die schreckliche deutsche Sprache. Der grüne Zeig 170. Heidelberg: Pieper’s Medienexperimente