Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura

2013, 23 (2) 256-271

 

Aproximación Teórica a la Noción de Complejidad Argumentativa1 2

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Theoretical Approach to the Notion of Argumentative Complexity.

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¹ Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigación FONDECYT Nª 1130584.

² Corpus pertenecientes a los proyectos DIULS Nª PRO8204 y PR11201, respectivamente.

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Cristián Noemi Padilla3

cnoemi@userena.cl

3Universidad de La Serena

 

RESUMEN

En este trabajo propongo un modelo inicial de complejidad argumentativa desde el  marco teórico de la lingüística del texto. Para este propósito, he explorado aspectos tanto de la capacidad subyacente a la actividad  de  habla (la ἐνέργεια), como del producto que es creado por esta competencia (el ἔργον). El trabajo sustenta la hipótesis de que la capacidad o nivel de ἐνέργεια está relacionada con la complejidad argumental formal (‘ἔργον) en varios tipos de discursos. En términos generales, el estudio de esta relación ha sido abordado muy parcialmente. Para dar cuenta de la capacidad generativa (ἐνέργεια), muestro algunos casos de los puntajes obtenidos por estudiantes  universitarios  que han respondido el Test de Pensamiento Crítico, así como del producto (ἔργον) generado por los mismos informantes. Este producto, un ensayo, ha sido analizado cualitativamente a  partir  de los procedimientos de la teoría fundamentada. Los resultados muestran que los sujetos con una puntuación mayor en capacidad de ἐνέργεια producen ensayos más complejos, en términos de complejidad argumentativa. Esta investigación constituye un esfuerzo inicial para establecer un modelo normativo de la noción de “complejidad argumentativa”.

 

Palabrasclave:Complejidadargumentativa, Enérgeia, Érgon.

ABSTRACT

In  this  work   propose   an   initial   model of argumentative complexity from the theoretical framework  of  text  linguistics. For this purpose, I  have  explored  aspects of both the ability  underlying  the  activity of speaking (the ἐνέργεια) and the product created by this competence (the ἔργον). The work supports the hypothesis that the ability or level of the ἐνέργεια is related to formal argumentative complexity (ἔργον) in many discourses. Broadly, this relationship has been only partially addressed. In order to account the generative capacity (ἐνέργεια), I show some cases of the score in the Tasks in Critical Thinking Test obtained by university students, as well as the product (ἔργον) the same subjects produced. This product, an essay, has been analyzed qualitatively following the procedures of the grounded Theory. The results showed that the subjects with higher scores in theability of ἐνέργεια producedmoreintricate essays, in terms of argumentative complexity. This research constitutes an initial endeavor to establish a normative model of the notion of “argumentative complexity”.

 

Keywords: Argumentative complexity, Enérgeia, Érgon.


 

1 Propósito

 

El trabajo tiene como objetivo principal aproximarse teóricamente a  la  noción  de  complejidad  argumentativa  con  el  propósito  de proponer  un  modelo  inicial  del  concepto,  desde  el  marco  teórico  de  la lingüística del texto. Para este efecto, a partir de un corpus constituido por 24 juicios orales pertenecientes al proceso de reforma procesal penal de la región de Coquimbo y por 80 test de ensayos argumentativos pertenecientes a estudiantes universitarios de la Universidad de La Serena, se ha explorado tanto en la capacidad que subyace a la actividad de hablar (la ἐνέργεια) como

en el producto que es creado a partir de esta competencia (el ἔργον).

 

Desde la primera perspectiva, se sugieren operaciones cognitivas diversas que este saber comprometería durante el ejercicio concreto de la producción discursiva, las que -según se propone- se proyectan en la forma de mayor o menor complejidad, textura o densidad argumentativa, sobre el texto.

Desde la segunda, se propone un modelo normativo de complejidad del producto basado en la textura relacional de las proposiciones del discurso, y en la noción de coherencia argumentativa que deviene del entramado del mismo.

 

2.  Metodología

 

El trabajo ha seguido un enfoque de naturaleza mixta cuantitativo y cualitativo. A fin de aproximarse a la capacidad generativa (ἐνέργεια) de los sujetos evaluados se aplicó la prueba Tasks in Critical Thinking (TCT), creada en 1986 por una comisión experta del Educational Testing Service, de Estados Unidos.

 

Con el propósito de explorar características del producto (ἔργον) de los informantes, se ha seguido un procedimiento cualitativo, aplicándose los procedimientos de la grounded theory (Glaser & Strauss, 1967), a través del software Atlas/ti, versión 5.2. De acuerdo con el modelo, los textos se sintetizaron en categorías conceptuales que aparecieron contextualmente y a las cuales se les asignó un código abierto (Strauss & Corbin, 1998; Rodríguez, Gil & García, 1996). Posteriormente, se procedió a agrupar los


códigos según sus propiedades; de esta forma se pudo obtener un conjunto que conformó una unidad superior mediante el recurso de una codificación axial, obteniéndose como resultado un modelo compuesto por relaciones generales entre los elementos, lo  que  permitió  generar  una  explicación teórica desde la base.

 

3.  Marco teórico

 

3.1.  Complejidad discursiva en cuanto ἐνέργεια

 

Por medio del concepto de complejidad discursiva he pretendido referir, de una parte, en cuanto ἐνέργεια, aquel conjunto de conocimientos que guardan relación con la capacidad estratégica de que disponen los hablantes para generar argumentativamente, en distintos grados de textura o densidad, un discurso en lo que concierne al nivel macroestructural del mismo.

 

Concebida esta capacidad discursiva  como  una  competencia,  resulta pertinente establecer la naturaleza del tipo de conocimiento involucrado en este saber (i.e., capacidad de densidad textual) que se emplea para desplegar discursivamente la macroestructura de un texto, en distintos niveles de complejidad, por medio de un conjunto de proposiciones sucesivamente de nivel inferior.

 

Admito en este tenor que las operaciones que suponen la conformación de la densidad, textura o complejidad argumentativa tienen un sentido precisamente inverso al de las ‘macrorreglas’ que proponen van Dijk y Kintsch (1983) cuyo propósito, según su parecer, refieren el principio general que ha de seguirse para levantar (proyectar) la macroestructura de un discurso.

 

Cabe advertir, a este respecto, que la propuesta teórica de macroestructura que sugiere van Dijk y Kintsch (1983) está formulada fundamentalmente desde la perspectiva de un sujeto interpretante (perspectiva de la comprensión o lectura del texto) (véase Tabla1), de modo que, por ejemplo, con arreglo a su pensamiento la proposición (P) <una olla de algo más vaca que  carnero> de la novela El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha, no


‘subiría’ a la macroestructura parcial (MP) <De lo que sucedió a Don Quijote con unos cabreros>, ni menos a la macroestructura general (MG) <Hidalgo se trastorna>.

 

 

De otra parte, la noción que propongo se sitúa desde la de un sujeto actuante (perspectiva de la producción o generación del texto) de forma que el contenido general de la macroestructura (MG) <Hidalgo se trastorna> se despliega discursivamente en sentido generativo en niveles de menor complejidad semántica (MP) <De lo que sucedió a Don Quijote con unos cabreros>, (P) < una olla de algo más vaca que carnero>, etc., etc.

Tabla 1. Representación de macro estructura

 

El tipo de reglas que se proponen, una suerte de ‘macrorreglas de densidad, textura o complejidad argumentativa’, suponen en términos amplios que la información general que comprende la macroestructura en cuanto operación de ‘inventio’ se especifica discursivamente en niveles macroestructurales cada vez menores, en cuanto operación de ‘elocutio’, hasta llegar a un nivel microestructural donde ya no resulta posible más particularización temática. Las reglas de producción discursiva que contribuyen a la densidad, textura o complejidad discursiva que sugiero y que constituyen, como está dicho, una operación en sentido opuesto a las de las macrorreglas de van Dijk y Kintsch


(1983), son básicamente: ‘adjuntar’, ‘particularizar’ y ‘especificar’.

 

La regla ‘adjuntar’ representa la operación contraria a la macrorregla ‘omitir’. A través de la aplicación de esta podemos ‘arropar’ al discurso con una serie de proposiciones (en conformidad con la representación (MPa) -> (Pa) (Pb) (Pc), que son de baja relevancia en relación con la macroestructura y que, precisamente por ello, debieran situarse en un nivel bajo de profundidad macroestructural (véase Tabla2).

Tabla 2. Regla adjuntar

 

La regla ‘particularizar’ representa la operación contraria a la regla ‘generalizar’. De este modo, a través de su aplicación, podemos descomponer una macroproposición en una serie de proposiciones menores que la impliquen (con arreglo a la representación (MPa) -> (Pb) (Pc) (Pd) ). En cuanto regla de textualización, ‘generalizar’ aparentemente resulta ser de mayor capacidad de densidad, textura o complejidad que la regla ‘adjuntar’ (Tabla3).

 

Tabla 3. Regla particularizar


La regla ‘especificar’, finalmente, la concibo como la regla inversa de la operacnde‘integrar. Mediantelapuestaenejecucndeestareglapodemos generar discurso en términos de proposiciones que estén subsumidas bajo uno de los ‘marcos culturales’ o guiones correspondientes en que se inscribe la macroestructura (en conformidad con la representación (MP Marco a) => (Pb) (P marco a) (Pd)  (véase Tabla 4).

 

 

 

Tabla 4. Regla especificar

 

3.2.  Complejidad discursiva en cuanto ἔργον

 

Como tal, la noción de complejidad del discurso ha sido abordada muy superficialmente, desdediferentesenfoquesteóricos, ycentrandolaatencn preferentemente sobre la microestructura del texto, particularmente sobre su organización sintáctica.

 

En este tenor, por ejemplo Véliz (1998, 1999), relaciona la madurez sintáctica con la habilidad para producir unidades lingüísticas del nivel oracional estructuralmente complejas, lo que en su opinión se expresaría en el número de combinaciones y transformaciones que el hablante realiza en el proceso de producción de una determinada secuencia oracional.

 

Desde otro enfoque epistémico, van Eemeren, Grootendorst y Snoeck (2006), al tratar las distinciones entre una argumentación basada en un argumento único  y  una  argumentación  compleja,  múltiple,  coordinada o subordinada, proponen un modelo de argumentación que considera la complejidad argumentativa en términos del número de argumentos de un texto y de las posibilidades relaciones que se establezcan entre estos.


Merlini (2011), por su parte,  en  un  contexto  semiótico  de  mayor envergadura, a partir de las normas de textualidad de de Beaugrande (1997) relaciona la noción de complejidad textual en cuanto indicio de ‘marcación’, proponiendo que cualquier secuencia del texto que fuese menos natural o más marcada sería expresión de complejidad, la que en su opinión podría tener como fuente de conflicto la cohesión, la coherencia, la intencionalidad, la  aceptabilidad, etc.

 

Con arreglo al pensamiento de Coseriu, asumo que la competencia lingüística se encuentra conformada por la suma de una serie de saberes independientes (Coseriu, 1992) que han de ‘interconectarse’ necesariamente entre en el momento en que aquélla se actualiza en la forma de un discurso concreto. Constreñida por la fuerza de una tradición discursiva específica (tópica, estrática, etc.), la competencia lingüística se proyecta desigualmente en la forma de discurso, afectando por ello la densidad, textura o complejidad macroestructural del mismo (Van Dijk, 1985), y consecuentemente, su grado de coherencia.

 

Empleo aquí el término coherencia para hacer mención de la inter- relacionalidad global macroestructural en el texto (Halliday & Hasan, 1976; Shapiro, Hudson & Shapiro, 1991) que es dependiente de la estructura formal y de las relaciones que establecen las partes del mismo. Relaciones, por cierto, que no son lineales y que se establecen en distintos niveles de ‘profundidad’ del discurso (Van Dijk, & Kintsch,1983).

 

El discurso constituye, en este sentido, un juego de relaciones en el cual las partes actúan como marcadores o indicadores que permiten establecer la densidad, textura o complejidad de la macroestructura: “El ‘cosmos’ del texto está constituido por esta “textura” o juego de enlaces semántico- pragmáticos, dispuestos en diversas capas que se integran unas en otras” (Calsamiglia, 2002: 219).

 

En este sentido, asumo que en dependencia del grado o calidad de la competencia vinculada con la ἐνέργεια que posea o active un determinado hablante se actualizará, en consecuencia, un tipo de discurso con mayor o menor grado de coherencia global determinada por la estructura textual del


mismo y las relaciones de sus partes, potencialmente medible en términos de complejidad o densidad de la textura del entramado discursivo.

 

 

En conformidad con los datos disponibles del corpus, un discurso argumentativo se puede desplegar macroestructuralmente al menos en cuatro niveles de profundidad, mediante unidades que se encuentran necesariamente vinculadas, las que llamo (P) (proposición), (P2) (soporte), (P3) (explicación), y (P4) (justificación), y que pueden establecer relaciones de diversa índole. La Tabla 5, por medio de un ejemplo de fantasía y con propósitos exclusivamente metodológicos, refiere las unidades y niveles develados:

(P): Los rayos UV provocan cáncer

(P2): Lo señala la revista Muy Interesante

(P3): Razón por la cual habrá que usar bloqueador solar

(P4): Ello implica que destine el 20% de mi sueldo en productos de salud

 

Tabla 5. Niveles de complejidad argumentativa.


Los datos de la muestra indican que diferentes emisores, en idéntico espacio superestructural, generan macroestructuras de distinto grado de densidad o complejidad argumentativa, tal cual lo muestra la Tabla 6, y que este hecho se encuentra asociado al grado de verosimilitud del discurso (coherencia), expresado -por ejemplo en el caso del corpus legal analizado- en términos de una sentencia favorable.

 

 

 

Tabla 6. Macroestructuras de complejidad argumentativa diversa

 

Los ejemplos a) y b) de la Tabla 6 corresponden a un discurso legal generado en el espacio superestructural ‘Replica de la Fiscalía’ (véase Noemi, 2011) y muestran que el hablante a) genera un discurso de alta densidad argumentativa, con abundante número de (P), (P2), (P3) y con existencia de (P4), al contrario del discurso generado por el hablante b) que manifiesta menor profundidad macroestructural y escasa densidad. Es decidor también el hecho de que la sentencia favorable en este tipo de discurso se asocia significativamente en términos estadísticos en la muestra analizada a mayor complejidad discursiva, en mi opinión por su vinculación con la noción de coherencia.


En este sentido, propongo como ‘marcadores’ de la complejidad argumentativa:

 

1. El número de proposiciones (P) por secuencia.

2.  El número de (P2) por (P) (vinculadas por el software en relación de soporte: ‘support’).

3.  El número de (P3) por secuencia (vinculadas por el software en relación de explicación: ‘explain’)

4.  El número de  (P4) por secuencia (vinculados por el software en relación de justificación:‘justify’)

5.- El nivel de ‘profundidad’ macroestructural

 

3.2.1.  Topos

 

A partir de Aristóteles (1990), y en el corpus doctrinario de la práctica totalidad de la teoría retórica clásica, se encuentra una categoría que fue abordada originalmente bajo el concepto de tópica. En opinión del estagirita, a través de los silogismos dialécticos y retóricos de ‘dicen’ los topoi, lo que en opinión de Billig (1988) agregan una cualidad moral a nuestros actos de habla, pues refieren acuerdos de sentido socialmente sancionados.

 

Aristóteles (1990) distingue entre una tópica mayor y una tópica menor. La tópica mayor atraviesa cualquier discurso en forma transversal, independientemente de su asunto. Así, por ejemplo, algunos topoi como el más y el menos, lo posible y lo imposible, lo que ocurrió o no ocurrió, son transversales a todo discurso, sin importar su tema. De otra parte, la tópica menor, se ocupa de todos aquellos topos que serían adecuados en una ciencia en particular.

 

En una nea epistémica similar, en el enfoque de  Perelman y Olberchts-Tyteca (1989) se propone a este respecto que, cuando se pretende fundamentar discursivamente valores o reforzar la intensidad de la adhesión que estos suscitan, los hablantes pueden recurrir a premisas de carácter general, a las que, siguiendo la tradición ortodoxa, denominan igualmente como topoi.

 

Ducrot (1986), al estudiar el potencial argumentativo de la lengua, propone diferenciar dos tipos de topoi, los extrínsecos y los intrínsecos. Los primeros


son aquellos que, en su opinión, guardan relación con la estructura misma de la lengua, y por tanto se manifiestan en palabras gramaticales (relacionales). Los extrínsecos, de otra parte, más próximos a la concepción clásica del concepto, son aquellos que sirven de garante del encadenamiento entre los  enunciados al proporcionar  un  nexo  con  arreglo  a  una  cierta ética, en un determinado contexto social. En su opinión, corresponden a principios ideológicos,  compartidos  por  una  comunidad  lingüística  más o menos extensa, y que si bien sirven para la construcción arbitraria de representaciones ideológicas, se presentan como si fueran exteriores al locutor.

 

Por otra parte, Rigotti (2008) proporciona un enfoque mayormente integrado de la noción de topos en el marco de una teoría parcial del lenguaje. En su opinión, el topos constituye una parte del módulo de estrategia argumentativa y cumple una función de elemento generador de enunciado, en cuanto unidad de la dimensión institucionalizada del contexto.

 

Mi interés se ha focalizado en describir el rol que cumple la categoría de ‘topos’ en la dinámica del entramado, textura o complejidad del discurso. Desde esta perspectiva, propongo que el topos cumple la función de proporcionar apoyo o soporte, una suerte de ‘anclaje’, en el entramado argumental de cada macroestructura, particularmente en la relación que se establece entre la (P) y la (P2). En este sentido, podríamos admitir que el vínculo semántico ( véase Tabla 5) que se establece entre la (P): “Los rayos UV provocan cáncer” y la (P2): “Lo señala la revista Muy Interesante”, se verifica por medio de un topos de autoridad.

 

El enfoque pretende concebir a los topoi como un elemento más de la competencia de los hablantes naturales que, por tanto, es internalizado y compartido a través de procesos de socialización. En efecto, al aprender una lengua no solo se aprende un repertorio de normas gramaticales, sino que en la adquisición de las reglas del juego de lenguaje se interioriza, también, un determinado sistema de valores que refiere mecanismos de representación de la realidad.


Los topoi están en la base de toda argumentación dado su potencial de objetivar el sistema de valores. Los topoi en cuanto marca, fondo, de la presencia de valores en el discurso cumplen función en cuanto elemento aglutinante que se puede reconocer como marca de coherencia textual, puesto que ‘dan la razón’, es decir: avalan, respaldan y refuerzan; esto es, contribuyen a la densidad, textura, y consecuentemente a la coherencia argumentativa y verosimilitud del discurso.

 

3.2.2.  Ejes axiológicos

 

A partir de Aristóteles (2006), y en dependencia del tipo de discurso a través del cual se manifiesten preferentemente, distinguimos tres ejes axiológicos: el eje cardinal, el teologal y el pragmático. La noción de ‘eje axiológico’ pretende referir el dominio fundamental de los tipos de valores que se plasman en un determinado discurso.

 

El eje cardinal debe su nombre a las cuatro virtudes llamadas cardinales o también primarias: la prudencia, la fortaleza, la humildad y la tolerancia (Aristóteles, 2006). El eje teologal toma su denominación de las virtudes llamadas con el mismo nombre que incorpora el cristianismo: la fe, la esperanza y la caridad. Por último, el eje pragmático debe su designación al llamado logos pragmático (Aristóteles, 2013), que a diferencia del logos apofántico, más propio de la ciencia y que descansa en la primacía que adquiere la lógica proposicional, reposa más bien en la acción.

 

En orden a lo anterior, sugiero completar el número de variables de marcación de complejidad argumentativa, considerando igualmente:

 

6.- El número de ‘topoi’ vinculantes.

7.- La naturaleza epistémica del ‘topos’.

 

En efecto, a partir por ejemplo de la evidencia soportada por la muestra de discurso legal (Tabla 7) resulta posible advertir que el número de topos que vinculan (P) con (P2) es mayor en el hablante a) que en el b) y que este hecho se correlaciona con la adecuación del acto de habla, expresado en una sentencia favorable.


 

Tabla 7. Complejidad argumentativa y topoi

 

Según podemos observar a partir de la Tabla 8 con una muestra de discurso de hablantes universitarios, si bien en cada caso los hablantes a) y b) emplean un único topos, en este ejemplo específico de naturaleza causal, sólo el hablante b) concluye su entramado discursivo en el nivel de profundidad que representa la (P4), justificación, y lo hace en un eje axiológico de naturaleza pragmático, de suerte que el discurso devela continuidad semántica debida a las características formales que garantizan coherencia, i.e., densidad o complejidad.

Tabla 8. Capacidad de ἐνέργεια y densidad de  ἔργον


4. Conclusiones

 

El trabajo ha permitido proponer inicialmente ciertas operaciones cognitivas asociadas a la competencia lingüística, ‘adjuntar’, ‘particularizar’ y ‘especificar’, cuya función, según se ha sugerido, es desplegar textualmente, en cuanto ἐνέργεια, la macroestructura textual provocando con ello distintos grados de densidad, textura o complejidad discursiva argumentativa.

 

En un sentido similar, a partir de los datos se pudo levantar un modelo de ‘complejidad argumentativa’, el cual ha pretendido referir, en cuanto ἔργον, los diversos grados de textura o densidad del discurso, en lo que concierne al nivel macroestructural del mismo.

 

A partir de la muestra sometida a análisis, resulta posible sostener que claramente existe una relación entre el nivel o capacidad de ἐνέργεια y la complejidad o densidad discursiva argumental. Efectivamente, los datos muestran que los sujetos mejor evaluados por el TCT son capaces de generar discursos de mayor complejidad argumentativa, expresado en mayor número de (P2), mayor número de (P3) y mayor número de (P4) con la consecuente mayor profundidad macroestructural. En el mismo sentido, la muestra refiere que los sujetos mejor evaluados por el TCT generan un mayor número de topoi por secuencia y concluyen el discurso justificando sus argumentos en un eje axiológico pertinente lo que garantiza coherencia argumentativa.

 

El  trabajo  permitió  aislar  una  función  de  los  topoi  no  reconocida  en la literatura y que según se ha mostrado cumple la función formal de elemento aglutinador entre niveles constitutivos de la macroestructura, contribuyendo de este modo a la densidad, textura, y complejidad discursiva, y consecuentemente, a la coherencia semántica.

 

Los resultados aparentemente sugieren que el modelo de complejidad discursiva es un instrumento estimable al momento de usarse como técnica correspondiente al análisis del discurso. Desarrollos posteriores de la investigación debieran incorporar otros tipos de secuencias discursivas, como también investigar, al menos, otros tipos de relaciones horizontales y


cruces entre las diferentes (P), (P1), (P2), (p3) y (P4).

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BIBLIOGRAFÍA

 

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