Hegel, Nietzsche y las relaciones entre lenguaje y realidad: Comparativa computacional de los textos Fenomenología del espíritu (1807) y Así habló Zaratustra (1883-85)
Hegel, Nietzsche And The Relationships Between Language And Reality : Computational Comparison Of The Texts Phenomenology Of The Spirit (1807) And Thus Spoke Zarathustra (1883-85)
Citación: Cebral-Loureda, M. (2022). Hegel, Nietzsche y las relaciones entre lenguaje y realidad: Comparativa computacional de los textos fenomenología del espíritu (1807) y Así habló Zaratustra (1883-85). Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura, 32(1), 191-206. doi.org/10.15443/RL3212
Resumen: El presente artículo aborda el debate filosófico entre el idealismo hegeliano y el vitalismo nietzscheano que surge en el marco de la filosofía moderna. Se trata de una transición en la que la concepción y el uso del lenguaje y la gramática pasan a tener connotaciones ontológicas fundamentales, las cuales se pueden apreciar muy bien en la contraposición de los textos principales de cada autor: Fenomenología del espíritu y Así habló Zaratustra, los cuales han conformado el corpus del presente estudio. Para observar sus estructuras gramaticales, se ha visto oportuno un análisis mediante las nuevas herramientas y enfoques computacionales sugeridos desde los enfoques más recientes de las Humanidades digitales. Se trata de una aproximación cuantitativa intenta complementar la lectura cercana que un especialista puede realizar. Concretamente, se ha aplicado procesamiento del lenguaje natural (conocido como PNL), a través de un modelo preentrenado y mediante programación en R. Se ha podido detectar el tipo de términos empleados en ambos textos, distinguiendo sus diferentes funciones gramaticales, las dependencias entre términos y los tiempos verbales. El artículo muestra, cuantitativamente, cuán distante están ambos filósofos y cómo emplean de manera igualmente tenaz la gramática para dar a expresar y entender sus ideas. De sus filosofías se puede afirmar que gramática y ontología forman una unidad: la gramática se utiliza para reforzar las ideas filosóficas tanto como estas ideas están ya derivadas, conformadas, en las propias estructuras gramaticales. Finalmente, las herramientas computacionales demuestran ser, a través del presente artículo, un complemento pertinente para el análisis filosófico.
Palabras clave: Hegel - Nietzsche - Humanidades digitales - Minería de textos - PNL
Abstract: This article addresses the philosophical debate between Hegelian idealism and Nietzschean vitalism that arises within the framework of modern philosophy. It is a transition in which the conception and use of language and grammar come to have fundamental ontological connotations, which can be appreciated very well in the contrast of the main texts of each author: Phenomenology of the spirit and Thus spoke Zarathustra, which have made up the corpus of this study. To observe their grammatical structures, an analysis using the new computational tools and approaches suggested from the most recent approaches of the digital Humanities has been seen opportune. It is a quantitative approach that tries to complement the close reading that a specialist can carry out. Specifically, natural language processing (known as NLP) has been applied, through a pre-trained model and by programming in R. It has been possible to detect the type of terms used in both texts, distinguishing their different grammatical functions, the dependencies between terms and the verb tenses. The article shows, quantitatively, how distant the two philosophers are and how they use grammar equally tenaciously to express and give to understand their ideas. From their philosophies it can be affirmed that grammar and ontology form a unit: grammar is used to reinforce philosophical ideas as much as these ideas are already derived, formed, in the grammatical structures themselves. Finally, computational tools prove to be, through this article, a pertinent complement for philosophical analysis.
Keywords: Hegel - Nietzsche - Digital Humanities - Text Mining - NLP
1. Introducción: el lenguaje y la realidad
Desde la reflexión filosófica que surge en la Grecia clásica, las relaciones entre lenguaje y realidad preocupan a los filósofos. El debate se vuelve todavía más acuciante en el contexto moderno en el que se problematizan las relaciones entre el mundo y su representación epistemológica. Particularmente enfrentadas serán las posiciones de Hegel y Nietzsche: mientras el primero trata de consolidar la tradición metafísica que viene desde Aristóteles, el segundo quiere romper todos los vínculos formales que determinen, categorialmente, la estructura de la realidad.
1.1. La predicación en Aristóteles y Hegel: de la sustancia al sujeto
La ontología hegeliana está muy influenciada por la aristotélica, de quien Hegel se puede considerar su continuador (Ferrarin, 2001; Gérard, 2012; Lobkowicz, 1989). Aristóteles define la sustancia como el fundamento último de la realidad, refiriéndose a ella como sustancia primera o substrato (hypokéimenon) del que se predican diferentes aspectos a modo de categorías; sin embargo, de esa sustancia primera no se predica nada. Así, en su tratado sobre las categorías, Aristóteles afirma: “Entidad, la así llamada con más propiedad, más primariamente y en más alto grado, es aquella que, ni se dice de un sujeto, ni está en un sujeto, v.g.: el hombre individual o el caballo individual” (Aristóteles, 1988: 34). La sustancia será, por ello, la categoría primera aristotélica que se relacionará con otras nueve categorías que proporcionan, al mismo tiempo, tanto las estructuras lógicas del lenguaje y el razonamiento como la estructura de la realidad.
Es precisamente esto lo que Hegel admira de Aristóteles, y desde donde elaborará, de manera similar, una lógica de la racionalidad que sea al mismo tiempo fundamento de lo real (Gérard, 2012; Lobkowicz, 1989). Sin embargo, Hegel quiere incorporarle dinamismo y contradicción lógica al principio aristotélico de la sustancia. Tal como lo analiza Ferrarin (2001: 384), Hegel encuentra que solo puede dar ese paso asimilando la sustancia al sujeto, lo cual le permitirá imprimir en la sustancia esa capacidad de acción, movimiento e, incluso, destino que busca. Se pasa así de la ontología clásica aristotélica, naturalista y estática1, a una ontología moderna, con aspectos románticos e idealistas, atravesada por la contradicción constante y el desgarramiento del espíritu hegeliano como sujeto. Esta intención de ir más allá de Aristóteles se puede apreciar en las palabras de Hegel, quien afirma en su Fenomenología del espíritu: “Según mi modo de ver, que deberá justificarse solamente mediante la exposición del sistema mismo, todo depende de que lo verdadero no se aprehenda y se exprese como sustancia, sino también y en la misma medida como sujeto” (Hegel, 1988, p. 15).
De este modo, a la identidad entre ser y pensamiento ya presente en Aristóteles, Hegel añade que su sustancia es al mismo tiempo una manifestación del espíritu, el cual no será sino el proceso de evolución histórica del autoconocimiento de la Idea Absoluta. Para Hegel, en el proceso de este autodesarrollo dialéctico, la idea absoluta atraviesa tres etapas fundamentales: una primera etapa de tesis -la cual estudia la lógica, entendida como el sistema de conceptos y categorías del raciocinio puro-; una segunda etapa de antítesis, en la cual el espíritu se hace consciente de la naturaleza en tanto que lo otro de la idea absoluta -la cual es una espacialidad carente de tiempo-; y una tercera etapa de síntesis, en la que el espíritu absoluto alcanza su grado superior de autodesarrollo al conocerse a sí mismo -momento en el que lo abstracto de la lógica inicial adquiere contenido-.
Siguiendo esta misma secuencia, para Hegel, lo abstracto del lenguaje no proporciona, en un primer momento, lo real como tal, sino que lo distorsiona en su unidad abstracta: el lenguaje parece un puro formalismo lógico y gramatical. Sin embargo, su mediación en el proceso de autoconocimiento no puede ser simplemente abolida, sino que es necesaria como parte de la fenomenología absoluta del concepto. Se trata del proceso de concreción de lo abstracto que conduce, finalmente, a la generalidad determinada del espíritu, tal como afirma Hegel en el siguiente pasaje:
Quien empieza a conocer la gramática, encuentra en sus formas y leyes abstracciones áridas, reglas accidentales y en general una cantidad de determinaciones aisladas, cuyo valor e importancia aparentes sólo están en lo que encierra su sentido inmediato; el conocimiento no reconoce en ellas al principio más que a ellas mismas. Quien al contrario domina un idioma, y al mismo tiempo sabe compararlo con otros, puede entonces llegar a sentir, en la gramática de su idioma, el espíritu y la cultura de un pueblo; las mismas reglas y formas adquieren ahora un valor completo y viviente (Hegel, 1993, p. 75).
Es decir, Hegel aplica sobre el lenguaje el mismo proceso dialéctico que en el resto de su sistema. El lenguaje comienza siendo una idea lógica y, por tanto, no más que una idea en-sí vacía de contenido para los más profanos. Estos, utilizan el lenguaje de manera popular y cotidiana, proporcionándole al lenguaje su para-sí. Sin embargo, hay un tercer momento de síntesis al que Hegel se refiere en el fragmento: aquel en el que ambas perspectivas resuelven su aparente conflicto y el valor normativo de las reglas gramaticales se reconcilia con el uso común de la lengua. Aparece entonces el en-sí para-sí del lenguaje como expresión de la cultura y el espíritu de un pueblo que comprende su gramática.
1.2 La crítica de Nietzsche a la gramática y el lenguaje
Por su parte, Nietzsche, como filósofo que proviene de la filología, estudiará con especial interés el lenguaje y sus relaciones con la generación del pensamiento. Frente a la noción de espíritu universal hegeliano que, como se ha visto, trata de actualizar las bases de la ontología aristotélica, para Nietzsche el lenguaje proporciona un conjunto de Weltgeister -espíritus del mundo- más vulgares: patrones que permiten hacer reconocible lo recurrente del mundo que nos rodea (Strong, 1976). Nietzsche quiere remontarse, de este modo, no solo a Hegel sino, antes de Platón y Aristóteles, a la crítica de las esencias que ya se encontraba en el filósofo Heráclito. Para Nietzsche, igual que para este, sin lenguaje en tanto que capacidad de formular el mundo, todo parecería como un juego para un bebé, esto es, el caos de un río interminable que nunca es dos veces igual. Así lo afirma Nietzsche en el siguiente pasaje:
La asombrosa semejanza familiar de todo filosofar indio, griego, alemán, se explica con bastante sencillez. Justo allí donde existe un parentesco lingüístico resulta imposible en absoluto evitar que, en virtud de la común filosofía de la gramática -quiero decir, en virtud del dominio y la dirección inconscientes ejercidos por funciones gramaticales idénticas-, todo se halle predispuesto de antemano para un desarrollo y sucesión homogéneos de los sistemas filosóficos: lo mismo que parece estar cerrado el camino para ciertas posibilidades distintas de interpretación del mundo (Nietzsche, 2012b, p. 41).
Incluso, la noción de libre albedrío depende de que la consistencia de la percepción del mundo no se vea afectada por el querer, esto es, depende de que la percepción esté convenientemente formalizada y adquiera consistencia a través del lenguaje. El lenguaje estructura el mundo de tal modo que visibiliza y posibilita la voluntad, ya que el lenguaje hace posible los hechos y, sin hechos, los seres humanos no sabrían lo que hacen. Nietzsche afirma que las palabras y los conceptos simplifican la percepción humana de la realidad, permiten pensar en sucesos idénticos y aislados, en vez de un flujo contínuo de percepciones dispares: “Las palabras y los conceptos nos llevan [...] a representarnos continuamente las cosas como más simples de lo que son, separadas unas de otras, indivisibles [...] En el lenguaje se oculta una mitología filosófica” (Nietzsche, 2011, pp. 37-38). Todo ello lleva a Nietzsche a identificar, en último término, el lenguaje, entendido sobre todo en su aspecto formal y gramatical, con el rol de Dios y la religión que, como entidad suprema, garante el orden moral de la existencia:
Realmente, nada ha tenido hasta hoy un poder de convicción más ingenuo que el error relativo al ser, tal y como fue formulado por los eleatas, por ejemplo. Cuenta a su favor con cada palabra, con cada frase que pronunciamos. Incluso los adversarios de los eleatas se rindieron al hechizo del concepto de ser que defendían aquellos: entre otros, Demócrito, cuando inventó su átomo. ¡Esa vieja embustera que es la razón se había introducido en el lenguaje! Mucho me temo que no conseguiremos librarnos de Dios mientras sigamos creyendo en la gramática... (Nietzsche, 2013, p. 68).
Por tanto, la convicción de que el lenguaje estructura la realidad se asienta para Nietzsche desde antiguo, y es una de las últimas sombras de dios (Nietzsche, 1999, p. 120) a derribar, es decir, una de las creencias que perviven después de la muerte de Dios. Al desmontarla, Nietzsche libera a la tradición de su estructura de sujección (Lackey, 1999). Sin embargo, esto no significará que Nietzsche rechace absolutamente la ilusión del lenguaje; el problema sería el tipo de ilusión generada y el modo en el que el ser humano se atiene a no cambiarla (Strong, 1976). Más concretamente, Nietzsche acusa el formalismo lingüístico que va de Aristóteles a Hegel; en su lugar, abogará por el énfasis poético, apelativo y hasta dramático del lenguaje, como posteriormente han señalado diversos autores (Sloterdijk, 2009; Deleuze, 2002).
2. Hipótesis
La discrepancias filosóficas y ontológicas existentes entre Hegel y Nietzsche respecto al carácter de la sustancia se manifiestan con especial claridad en su uso del lenguaje, en concreto, a través de las formas gramaticales y sus relaciones sintácticas. El formalismo y logicismo de Hegel dará lugar a frases más ordenadas, con una dependencia más estricta entre sujeto y predicado; mientras que el vitalismo de Nietzsche y su crítica al lenguaje y la gramática generará, en sus textos, estructuras más abiertas, incluso quebradas o irregulares, en las que se trata de superar la vinculación estrecha y dependiente entre sujeto y predicado. En el presente artículo se tratará de mostrar cómo estas diferencias pueden abordarse a través del enfoque computacional de las Humanidades digitales. Concretamente, mediante minería de textos y algoritmos de etiquetado POS disponibles en las librerías PNL, es posible corroborar el diferente uso gramatical del lenguaje en ambos filósofos demostrando cuantitativamente las intuiciones generadas por los análisis específicamente filosóficos de los textos.
3. Metodología
El análisis fue planteado desde el texto más representativo de la obra de cada autor: Fenomenología del espíritu (que Hegel escribe en 1807) y Así habló Zaratustra (que Nietzsche escribe entre 1883 y 1885). En ambos se narra la historia, el desarrollo o la vida de un sujeto o personaje protagonista: el espíritu en el caso de Hegel y Zaratustra en el caso de Nietzsche. En ambos también suceden una serie de transformaciones, pues Nietzsche replica la estructura triádica de la dialéctica hegeliana en su texto, incorporando lo que denomina “tres transformaciones del espíritu” (Nietzsche, 2012a, pp. 29-30). Para ambos, esta transformación del espíritu a través de varias fases, en un viaje continuo, sirve de analogía del espíritu humano y su historia.
El presente artículo aborda un análisis cuantitativo de estos dos textos mediante una comparativa computacional del uso del lenguaje en ambos, empleando minería de textos. Para ello, se han utilizado dos traducciones al español ya disponibles en formato digital en línea2. Además, ambos textos fueron divididos en secciones internas, respondiendo a la propia división que los autores realizaron a través de subapartados con títulos propios, a su vez dentro de secciones o capítulos más amplios. En la tabla 1, se detalla la composición de los dos textos atendiendo a estas subdivisiones. Como puede apreciarse, hay diferencia en la cantidad de términos de cada documento, lo cual habrá de tenerse muy en cuenta y normalizarse de cara a los posteriores cálculos.
Tabla 1. Corpus de trabajo. Como puede apreciarse el texto de Hegel es ostensiblemente más extenso, lo cual tendrá que ser normalizado, posteriormente, en los análisis. También se muestra el tamaño total de la base de datos con la que se trabajará, esto es, el total de términos del corpus, que conforman una base de datos de 369,990 observaciones.
Fenomenología del espíritu |
Así habló Zaratustra |
|
Subapartados |
307 |
256 |
Frases |
7.611 |
6.166 |
Términos |
252.358 |
117.632 |
Tamaño total de la base datos |
369.990 observaciones |
Este corpus ha sido analizado mediante programación en R, principalmente a través de la librería udpipe (Wijffels et al., 2020). Esta librería permite operaciones de procesamiento del lenguaje natural a través de las cuales es posible realizar tareas como tokenización, etiquetado de las partes del habla (conocido como POS tagging en inglés), lematización y análisis de dependencia. Además, udpipe incluye modelos pre-entrenados para procesamiento de lenguaje natural, que evita la tarea de tener que entrenarlo. Para la presente investigación, se ha probado con los dos modelos que proporciona udpipe, esto es, el modelo basado en las dependencias GSD (UD_Spanish-GSD, 2019) y el modelo basado en las dependencias AnCora (UD_Spanish-AnCora, 2019). Los resultados han sido muy parecidos, lo cual confirma la validez del procedimiento. Con todo, se han escogido los resultados obtenidos con el modelo AnCora, debido a que acentúan ligeramente las diferencias entre los textos; siempre teniendo en cuenta que en ambos casos los patrones o tendencias detectados son prácticamente iguales.
Una vez cargado y aplicado el modelo AnCora sobre el corpus mediante la función udpipe_annotate() se obtienen la tokenización y lematización del mismo, así como las variables UPOS para la etiqueta de posición y dep_rel para el análisis de dependencias. Cabe destacar que el etiquetado de posición se realiza según las dependencias universales estandarizadas en 17 etiquetas diferentes: adjetivo, adposición, adverbio, auxiliar, conjunción, determinante, interjección, nombre, partícula, pronombre, nombre propio, puntuación, conjunción subordinada, símbolo, verbo y otros (De Marneffe & Manning 2008; McDonald et al. 2013). Una vez obtenidas estas variables, el trabajo se desarrolla con las librerías del entorno tidyverse en R (Wickham, 2021), esto es, librerías que permiten el manejo de datos y su visualización. Así, se ha procedido a diversos acercamientos al corpus comprobando cómo cada texto responde u organiza las variables que proporciona udpipe y en la búsqueda de los diferentes usos gramaticales en ambos textos.
4. Hallazgos computacionales y sus correspondientes visualizaciones
La primera comparativa tiene que ver con la longitud de frases empleadas por cada autor. Como puede verse en la figura 1, Nietzsche utiliza frases más cortas, por lo que es de suponer que usa un estilo más directo y apelativo. La media de sus frases se sitúa en 19.1 términos por frase. Frente a ello, Hegel emplea frases complejas con media de 33.2 términos por frase y muchas de ellas con 50 términos o más. Lo mismo puede decirse a la proporción que existe de palabras por capítulo o sección, 822.01 en el caso de Hegel y 459.5 en el caso de Nietzsche. Ambos análisis, por tanto, dan cuenta del carácter más extenso y procesual del pensamiento de Hegel frente al de Nietzsche, en principio más sintético y directo.
Figura 1. Recuento de las longitudes de frase en cada documento según los resultados obtenidos con la función udpipe_annotate() de la librería udpipe de programación en R y visualizados separadamente para cada texto. Elaboración propia.
Si, a continuación, se observan los tipos de palabras que cada uno emplea, se obtiene la figura 2. En ella puede comprobarse cómo Hegel utiliza más nombres, más determinantes, más adposiciones, más pronombres y más adjetivos; por su parte, Nietzsche utiliza en su texto más signos de puntuación, más verbos y más adverbios. Se puede inferir, por tanto, que la gramática en Hegel tiende más a la sustantivación del enunciado, dando prioridad a los nombres, pronombres y determinantes; mientras que se cumple gramaticalmente la observación típicamente filosófica de que Nietzsche tiene una concepción más dinámica de la realidad, dando prioridad a verbos y adverbios.
Además de la posición gramatical que ocupa cada término, la función udpipe_annotate() proporciona también información acerca de los tipos de tiempos verbales utilizados. En el caso del presente análisis, puede observarse en la figura 3 que Hegel destaca prominentemente el uso del indicativo singular en tercera persona del presente. Analizando con más detenimiento qué verbos son los que Hegel más utiliza con esta forma, se ve que en su texto se emplean sobre todo las expresiones “es”, “tiene”, “ha”, “puede”, “sabe”, “debe”, “hace”, “halla”, “pone” o “encuentra”, como los diez términos más utilizados con este tiempo verbal. Además de este presente de indicativo en tercera persona, destaca en Hegel la presencia del infinitivo, siendo los términos “ser”, “obrar”, “saber”, “decir”, “hacer”, “ver”, “considerar”, “tener”, “haber” y “llegar” los términos con este tiempo verbal más utilizados. Esta primacía del presente en tercera persona y el infinitivo hace pensar en acciones sin un tiempo propio, más bien distantes, que corrobora la percepción que se tiene de la filosofía hegeliana como una filosofía abstracta y, por ende, neutral, en la que la historia pasa a depender del presente absoluto del espíritu atemporal que disuelve los matices temporales.
Figura 2. Comparativa del uso de diferentes términos en los textos de Hegel y Nietzsche según el etiquetado UPOS obtenido mediante la función udpipe_annotate() de la librería udpipe de programación en R. Los valores han sido normalizados teniendo en cuenta la extensión total de cada texto. Elaboración propia.
Por su parte, Nietzsche compensa más el uso del presente en tercera persona y el infinitivo -que también son los tiempos más empleados en su texto- con el uso destacado del pasado y formas plurales de los verbos. Así, a través de verbos como “dijo”, “habló”, “fue”, “respondió”, “volvió”, “ocurrió”, “estuvo”, “hizo”, “llegó” o “comenzó” -los diez términos más utilizados en el texto con este tiempo verbal-, Nietzsche obtiene un tono más evocativo y conmemorativo, puede decirse que introduce más la filosofía en el mundo al referirla a acciones ya terminadas, con un impacto concreto. A esto se le puede añadir el uso de tiempos en plural, muy poco utilizados por Hegel, entre los que destacan las expresiones “son”, “han”, “están”, “quieren”, “tienen”, “deben”, “llaman”, “dicen”, “hacen” o “hablan”, los cuales le dan un carácter más colectivo y contextual al discurso.
Para ver con más detenimiento cómo se reparte el uso de términos entre estos dos textos, se puede consultar esta aplicación, también de elaboración propia3.
Por último, se ha realizado un análisis de las relaciones gramaticales entre sujeto y las formas verbales que los acompañan. Para ello se han utilizado las etiquetas dep_rel generadas por la función udpipe_annotate(), concretamente seleccionando los valores nsubj para sujeto y root para obtener la raíz de la frase o enunciado. Es importante tener en cuenta que esta raíz no proporciona siempre o exclusivamente el verbo principal, sino que puede adjudicarse también a un sustantivo en los enunciados copulativos, esto es, gran parte de los generados por el verbo ser. Es por ello que, entre los términos encontrados como raíces, se encuentra el sustantivo “conciencia” que Hegel emplea de manera abundante en relaciones copulativas. Así, en frases como “el espíritu que sabe al espíritu es conciencia de sí mismo”, el término “conciencia” es clasificado como root o raíz y “espíritu” es clasificado como nsubj o sujeto. Puede deducirse por tanto que, para Hegel, hay muchas cosas que no son otra cosa que conciencia, entre ellas, destacan algunos pronombres -“que”, “ésta” o “cuál”-, pero también muchos nombres: la propia “conciencia”, el “espíritu”, la “esencia”, el “objeto”, la “verdad”, la “unidad” o la “autoconciencia” son también, y a su vez, conciencia para Hegel.
Figura 3. Características de los verbos utilizados en cada texto obtenidos a través de la variable feats generada por la función udpipe_annotate() de la librería udpipe de programación en R. Los valores han sido normalizados teniendo en cuenta el tamaño total de cada texto. Elaboración propia.
En la figura 4 puede verse un grafo de relaciones en el que se muestran las raíces más frecuentes de todo el corpus junto a los sujetos que las acompañan. Como puede observarse, el gráfico del texto de Nietzsche es más distribuido, está menos concentrado, poniendo en común muchos más términos verbales -términos en rojo en la figura- para menos sujetos; justo lo contrario a lo que sucede en Hegel, donde predominan los sujetos -términos en negro en la figura-. Los verbos que Nietzsche utiliza principalmente como raíces son, por este orden, “querer”, “decir”, “ser”, “tener”, “hablar”, “haber” y “amar”; mientras que en el texto de Hegel esta prioridad está muy concentrada en solamente dos verbos: “tener” y “ser”. Además de la cantidad de verbos, también puede apreciarse que los verbos que utiliza Nietzsche hacen referencia a acciones más mundanas y humanas, no tan abstractas, incluyendo el querer, el hablar o el amar.
En la figura 4 también se observa el tipo de sujetos empleados en cada texto. En Hegel destaca poderosamente el empleo del pronombre “que” el cual, si bien es normal que tenga una alta frecuencia al emplearse habitualmente en las oraciones subordinadas, permite tener una idea de la importancia que este tipo de construcción tiene en su texto. Al pronombre “que”, le sigue “este”, “conciencia”, “él”, “espíritu”, “esencia”, “uno” o “autoconciencia”. Mientras, en el caso del texto de Nietzsche, después del pronombre “que” ocupando también el primer lugar, aparece ya mucho más cerca el pronombre “yo” -que no aparece en Hegel-, seguido del nombre propio “Zaratustra”, y los términos “este”, “él”, “tú”, “quien”, “ese”, “humano” o “todo”. En el gráfico puede observarse, además, cómo se relacionan estos términos entre sí, teniendo en cuenta la centralidad de los mismos -a través del tamaño de las etiquetas- así como la alta o baja frecuencia de sus relaciones -a través del grosor de las aristas-.
Figura 4. Grafo de las relaciones entre las raíces de las oraciones y sus respectivos sujetos a través de la función udpipe_annotate() de la librería udpipe de programación en R. El tamaño de las etiquetas señala la centralidad de los términos en el conjunto de la red. El grosor de las aristas indica la mayor o menor frecuencia de las relaciones. Los valores han sido normalizados teniendo en cuenta el tamaño total de cada texto. Elaboración propia.
5. Interpretación
Si uno observa las frases más largas del texto de Hegel, encuentra oraciones de más de doscientas palabras, en las que a través de signos de puntuación y subordinadas, el filósofo desarrolla complejos argumentos con numerosas relaciones internas de significación. Sería muy extenso mostrar aquí una de esas frases más extensas, pero sí vale más la pena mostrar una que se sitúa en la media obtenida de 46.1 términos:
Por el contrario, esta conciencia es el fundamento mediador de su saber; es el espíritu mismo que es el testimonio de sí, tanto en el interior de la conciencia singular como por la presencia universal de la fe de todos en ella (Hegel, 1988, p. 327).
Como puede observarse, es una oración marcada por el verbo ser de modo copulativo, el cual se emplea repetidamente, articulando diferentes sintagmas a través de los cuales la “conciencia” es “fundamento”, que a su vez es “espíritu”, que también es “testimonio”. Esta complejidad redundante en el texto de Hegel se ve todavía más reforzada por expresiones que remarcan la autorreferencialidad; en el caso de la presente oración: el adjetivo “mismo”, o las locuciones “de sí” o “en ella”.
Puede compararse con una frase de longitud media del texto de Nietzsche, esto es, frases de 28 términos:
Ellos se ponen en escena, se inventan a sí mismos; en su proximidad amo yo contemplar la vida, -se me cura así la melancolía (Nietzsche, 2012a, p. 150).
En esta oración de Nietzsche, puede verse mayor variedad de verbos -“inventarse”, “amar”, “curar”-, los cuales involucran diferentes personas -“ellos” y “yo”-. Curiosamente, también hay en esta frase relaciones de autorreferencialidad: tanto “ellos” que “se inventan a sí mismos” como el “yo” al que “se me cura”. Ahora bien, cabe destacar cómo esta reflexividad de las acciones no sucede a un mismo tiempo, no recae todo sobre un mismo sujeto de acción que lo subsume todo, esto es, la substancia que Hegel recupera de Aristóteles en forma de conciencia, autoconciencia y espíritu. En vez de ello, en esta frase Nietzsche muestra una correlación, una inspiración o influencia mutua de dos actos reflexivos, más que la subsunción de un nivel en el otro. De ahí la importancia de las locuciones “en su proximidad” o el adverbio “así”. Ya se ha visto que en el texto de Nietzsche tienen más presencia los adverbios que, precisamente, modulan las acciones de los verbos y la caracterizan más allá de la abstracción hegeliana.
Aún con todo, sí se encuentran similitudes entre ambos textos. La primacía del tiempo presente de tercera persona de indicativo junto al infinitivo se repite en los dos textos; aún cuando Nietzsche lo complemente con tiempos pasados y formas plurales. También en el grafo de la figura 4 pueden observarse muchos términos compartidos: los verbos “tener”, “ser”, “haber”, “decir”, “querer”, “encontrar” y “hacer” destacan en ambos textos. Incluso, términos tan importantes en el texto de Hegel como “espíritu” o “conciencia” aparecen en el texto de Nietzsche, aunque con frecuencias menores a las establecidas para la visualización de la figura 4.
6. Discusión
No hay duda de que, desde el punto de vista de la historia de la filosofía, entre Hegel y Nietzsche sucede algo importante, se produce un cambio de perspectiva, se opera un tránsito que será fundamental para el modo en el que posteriormente se hará filosofía. De ello ya nos advierte Heidegger, para quien con Nietzsche culmina la tarea iniciada por Hegel de sustituir al ser por el devenir. La diferencia estaría en que en Hegel todavía el devenir sucede “desde lo suprasensible, desde la idea absoluta, como su autoexposición” (Heidegger, 2005, p. 20); mientras que Nietzsche es capaz de trasladarlo “a lo viviente” e invertir la relación de dependencia entre ser y devenir, de tal modo que desde entonces es el primero el que depende del segundo y no viceversa. Esta misma tesis se encuentra ampliada en el texto de Deleuze sobre Nietzsche, donde abunda en la formulación del ser del devenir reinterpretando la noción de eterno retorno: “No es el ser el que vuelve, sino que es el propio retornar el que constituye el ser en tanto que se afirma en el devenir y en lo que pasa” (Deleuze, 2002, p. 42). Por supuesto, hay una diferencia fundamental entre Heidegger y Deleuze. Mientras para el primero, la reformulación del ser como devenir marca el acabamiento de la tradición metafísica y la necesidad de volver a la pregunta genuinamente ontológica que nace en Grecia; para Deleuze, la explicitación del devenir como un problema en y para sí mismo se desprende de toda referencia inicial a un origen, y pasa a ocuparse de los procesos mismos, según su radical inmanencia.
Ahora bien, ambos enfoques van a ser criticados en la contemporaneidad por las posiciones filosóficas de los denominados realismos especulativos, entendiendo que están sujetos a diferentes formas de correlacionismo. Así las críticas de Meillassoux (2019) o Harman (2018) que reclaman la relación con una afuera, una exterioridad radical, la cual estaba más presente en la categorización aristotélica que recupera Hegel, que en las filosofías de influencia nietzscheana. Efectivamente, si bien en Hegel existe ya un correlacionismo entre sujeto y objeto, este, en último término, está fundamentado en la razón y sus categorías dialécticas; mientras que, ya después de Hegel, la correlación entre sujeto y objeto es a su vez contingente, produciéndose por tanto un “correlacionismo fuerte” (Brassier, 2017, p. 138), el cual no se inscribe en ninguna estructura ontológica o epistemológica permanente. Otro ejemplo de este correlacionismo fuerte sería, para estos autores, la arqueología del saber (Foucault, 2009).
Según este punto de vista, la filosofía debe de deshacerse, por tanto, de la falta de rigor categorial del lenguaje, en lo que se podría denominar un reacercamiento de las filosofías europeas continentales a las denominadas filosofías analíticas, acercamiento que algunos han denominado “realismo poscontinental” (Castro Córdoba, 2019).
Lo que se ha mostrado en el presente artículo es, sin embargo, que la filosofía de Hegel, como una de las más excelsas recuperaciones de estructura categorial del lenguaje aplicado a la realidad, da lugar a un texto enormemente complejo, repleto de redundancias, oraciones muy extensas, con poca variedad terminológica y pocas formas de expresión verbal. El modo en el que Nietzsche entra en diálogo con las transformaciones del espíritu hegeliano a través de la historia de Zaratustra genera, sin duda, una estructura gramatical y lingüística que, como se ha mostrado en el presente artículo, es más legible, más evocativa, con más variedad lingüística y gramatical. Para los nuevos realistas especulativos esto parece ser más un inconveniente, un síntoma de antropocentrismo, que una ventaja. Seguramente, se necesite algo más de tiempo para ver si efectivamente su crítica no nos devuelve al cripticismo y la vacuidad filosófica de antaño.
7. Conclusiones
Los análisis textuales efectuados a través de minería de textos y procesamiento del lenguaje natural han permitido confirmar las diferencias de enfoque filosófico en los textos de Fenomenología del espíritu (Hegel, escrito en 1807) y Así habló Zaratustra (Nietzsche, escrito en 1883-85). Lo que se ha pretendido contraponer no ha sido tanto una diferenciación filosófica como una lingüística y gramatical, profundizando en las diferentes estructuras y funciones sintácticas que se alcanzan a explicitar mediante el análisis computacional.
A modo de resumen, el texto de Hegel contiene frases muy extensas en las que emplea, de manera abundante, estructuras subordinadas marcadas por el pronombre relativo “que”, muchas de las cuales, a su vez, están marcadas por verbos copulativos. Esto hace que en una misma frase converjan varios sujetos que, gramaticalmente, se identifican, siendo finalmente unos pocos sustantivos los que reaparecen constantemente en la posición de sujeto de enunciación. Cabe destacar algunos como “conciencia”, “espíritu”, “esencia”, “verdad”, “unidad” o “autoconciencia” que constantemente se intercambian. A esto, ha de añadirse el empleo del presente de indicativo en tercera persona junto al infinitivo como forma verbal de gran predominancia, lo cual no colabora a una caracterización o especificación del discurso, pues hay poca variedad en las posiciones y los tiempos de enunciación. Además, Hegel emplea en este texto pocos verbos, pero muchos sustantivos y adposiciones, característica que genera más sintagmas nominales y, por tanto, todavía más complejidad en el discurso.
Sin embargo, esta complejidad es muy significativa y da cuenta, sintácticamente, de lo que sucede en Hegel filosóficamente. Efectivamente, Hegel piensa en el sujeto como algo abstracto, con concreciones variables e intercambiables, a través de las cuales se fortalece un concepto que, de otra manera, se quedaría en lo vacío de la generalidad. Puede afirmarse que el texto de Hegel no solamente es difícil de leer, sino también difícil de escribir, demandando gran atención y rigor compositivo. Cuando en una misma frase se alcanza la segunda o tercera frase subordinada, las posibilidades de articulación sintáctica, las conjugaciones, el género y el número de los términos, han de resolverse mirando hacia atrás, al modo en el que vienen dados previamente, determinando así lo que sigue. Eso es precisamente lo que sucede en la filosofía hegeliana a nivel conceptual: la contingencia está determinada si se comprende en profundidad el pasado. El presente está cargado de necesidad, algo que gramaticalmente se acentúa en Hegel por la frecuente aparición del “tener que”.
El texto de Nietzsche, por el contrario, utiliza frases más cortas, con más variedad en las estructuras verbales, incluyendo más tiempos pasados y el uso abundante de la primera persona del plural, acompañando a la tercera persona del singular -que es predominante en ambos-. Nietzsche emplea, en el texto analizado, más variedad de verbos, además con una semántica más mundana y no tan abstracta o metalingüística, que es lo que de manera casi exclusiva aparece en Hegel. En cuanto a funciones sintácticas, destaca el uso de más signos de puntuación y más adverbios, lo cual también refuerza la idea de una mayor concreción y matización de la acción y el modo en que esta sucede. En trabajos previos, también se ha mostrado que el texto de Nietzsche tiene un lenguaje más apelativo y de mayor carga afectiva a través de un análisis de sentimientos (Cebral-Loureda, 2020).
De este modo, Nietszche apela a una fuerza diferente a la hegeliana, la fuerza de las apelaciones, para las que Nietzsche emplea multitudes de registros diferentes: el querer, el decir, el llamar, el hablar, el gritar, el ver, el encontrar… Y se esfuerza por caracterizar las situaciones en las que esto sucede a través de muchos adjetivos y adverbios. Ahí reside su fuerza, que también emplea interjecciones y muchos signos de puntuación, rompiendo la estructura comunmente afirmativa y autocomplaciente de la sentencia filosófica. Esto lo combina Nietzsche con el uso de tiempos verbales pretéritos, algo muy extraño en filosofía, inexistentes en el texto de Hegel.
Lo interesante al comparar ambas perspectivas es que las dos utilizan el lenguaje de manera muy diferente, pero muy acorde a sus objetivos filosóficos. Ambos buscan fortalecer una idea ontológica a través de la sintaxis: bien sea buscando la universalidad del sujeto y su determinación compleja; o bien buscando nuevas formas de escritura para el decir filosófico, que también puede recitarse, gritar, amar, escuchar, etc. con distintas voces y para distintos oídos. Hegel y Nietzsche son dos formas filosóficas que se contraponen tanto ontológicamente como sintáctica y gramaticalmente. De sus filosofías se puede afirmar que gramática y ontología forman en ellas una unidad: la gramática se utiliza para reforzar las ideas filosóficas tanto como estas ideas están ya derivadas, conformadas, en las propias estructuras gramaticales.
De modo genérico, en la presente investigación se propone un análisis cuantitativo semejante a lo que Franco Moretti denominó lectura distante (Moretti, 2013), que proporciona al investigador la capacidad de percibir en el texto relaciones diferentes a las que proporciona una lectura exclusivamente cercana. En este caso, la cuantificación y el procesamiento del lenguaje natural a través de la computación, ha permitido observar la construcción gramatical de ambos textos de manera objetiva, dando a la filosofía una especie de visión externa o distante que, como afirma Moretti, debe complementar a la lectura cercana o, en este caso, confirmar y matizar ideas previas. Este acercamiento o complementariedad de enfoques podría entenderse también desde lo que filósofos como Deleuze y Guattari (2011, pp. 219-220) o Laruelle (2020) han denominado la “no-filosofía”. A través de la computación es posible visualizar correlaciones, tensiones, clasificaciones, etc. de la filosofía de nuestra tradición desde nuevos lugares altamente esclarecedores.
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Notas
1. Siempre con reservas; de hecho, ya en su momento Schelling criticaba a Hegel porque decía que la sustancia aristotélica era estática cuando, en rigor, tiene la función de motor inmóvil, es decir, que aún sin moverse en sí misma, sí produce movimiento (Ferrarin, 2001, p. 17).
2. Las respectivas ediciones sobre las que se trabajó se encuentran en la bibliografía.
3. https://mancebral.shinyapps.io/udpipe_app/