Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura

2011, 21 (2) 40-65

 

METÁFORAS CONCEPTUALES EN LOS DISCURSOS DEL FEMINISMO ACADÉMICO Y EL FEMINISMO AUTÓNOMO CHILENOS

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Conceptual metaphors in the Chilean academic and independent feminism discourses

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Andrea Franulic1

1 Dra. (c). en Lingüística Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. andreafranulic@gmail.com

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RESUMEN

El  presente  artículo  es  de  carácter  empírico  y se  enmarca  en  el  paradigma  de  la  Lingüística Cognitiva (LC) y, particularmente, en la Teoría de la Metáfora Conceptual (TMC). La TMC propone que   la   metáfora   es   un   mecanismo   cognitivo fundamental  para  estructurar  conceptualmente nuestra   experiencia   en   el   entorno   físico   y sociocultural,  y  codificarla  en  el  lenguaje.  De esta  manera,  las  expresiones  metafóricas  son una   entrada   para   conocer   cómo   concebimos el  mundo  y,  en  concordancia,  actuamos  en  él (Lakoff & Johnson, 1995). Esto último implica una dimensión discursiva, en el sentido de que el  discurso  también  es  acción.  Por  esta  razón, la  TMC  ha  tenido,  entre  otros,  un  desarrollo investigativo  en  los  estudios  del  discurso.  En esta línea, el presente trabajo aborda el discurso del feminismo chileno, y se plantea el siguiente objetivo de investigación: identificar las metáforas conceptuales   de   los   discursos   del   feminismo académico y el feminismo autónomo. Para realizar estos   propósitos,   se   seleccionaron   dos   textos representativos de cada corriente ideológica, y se registraron las expresiones metafóricas para luego formular  las  metáforas  cognitivas  subyacentes. Entre los resultados relevantes, destaca el hecho de que las metáforas conceptuales dan cuenta, en efecto, de las posiciones ideológicas divergentes.

 

Palabras     clave:   metáfora    conceptual, discursos  feministas,  transitividad  metafórica, plurivalencia conceptual.


ABSTRACT

The present paper has the character of an empiric work and is framed in the Cognitive Linguistics (CL) paradigm and in particular, in the Conceptual Metaphor Theory (CMT). The CMT says that the metaphor is a cognitive mechanism fundamental to build conceptually our physical and sociocultural experiences, and to codify them into speech.  This  way, the metaphorical expressions are a way into the manner we conceive the world and, in concordance,  the  way  we  act  in  it  (Lakoff

& Johnson, 1995). The last one implies a discursive dimension, in the way discourse is also an action. For that reason, the CMT has had an investigative development in discourse studies. In this line, the present work approaches the Chilean feminism discourses and propose the following investigation objective: identify the conceptual metaphors in the academic and independent feminism discourses. To accomplish  those  purposes, two representative texts of each ideology were selected and the different metaphorical expressions were identified to next formulate the subjacent cognitive metaphors. Within the relevant results it highlights the fact that the conceptual metaphors give in account of the divergent ideological positions.

Keywords: conceptual metaphor, feminist discourse, metaphoric transitivity, conceptual plurivalence.


1 INTRODUCCIÓN

El  presente  artículo  se  enmarca  en  el  campo  de  la  Lingüística Cognitiva (LC), la cual ha tenido un desarrollo vertiginoso en los últimos  treinta  años.  Esta  disciplina  propone  un  cambio  de  paradigma respecto   de   las   líneas   tradicionales   de   la   investigación   lingüística, principalmente, el estructuralismo y el generativismo. Uno de los aspectos de dicho cambio paradigmático se sustenta en la efectiva integración de la tríada cultura, lenguaje y pensamiento, que siempre ha rondado tanto a la ciencia como a la filosofía del lenguaje. En efecto, la LC desarrolla una variedad de lineamientos teóricos que no pierden de vista dicha integración. De esta manera, el lenguaje codifica nuestro sistema conceptual, el cual, a su vez, se estructura a partir de nuestra relación con el entorno, tanto físico como sociocultural. De ahí que una noción epistemológica fundante, en este paradigma, sea el experiencialismo, el cual no separa el aparato conceptual de  la  experiencia  corpórea  humana.  Además,  el  lenguaje  es  la  entrada observable para acceder al sistema conceptual y, al mismo tiempo, entender la cultura en la cual estamos insertos (Cuenca & Hilferty, 1999; Ibarretxe-

Antuñano & Valenzuela (coords.), en prensa).

Entre las líneas investigativas de la LC, la Teoría de la Metáfora Conceptual (TMC) ha tenido un desarrollo prolífico. Esto se debe a que, a partir de la obra clásica de Lakoff y Johnson (1995), la metáfora se releva como un mecanismo cognitivo propio de la especie humana, a partir del cual se categoriza y conceptualiza nuestra experiencia corpórea y sociocultural con el entorno que nos rodea. El lenguaje, por tanto, codifica las metáforas cognitivas en expresiones metafóricas que se manifiestan en el lenguaje cotidiano. De esta manera, la metáfora deja de ser un tropos, conservado y bien cuidado por la retórica y la literatura, y pasa a formar parte del lenguaje de todos los días de la gente común. Por esta misma razón, el análisis metafórico revela cómo la gente concibe el mundo y, en concordancia, cómo actúa en él. Por esto, una de las aplicaciones del análisis metafórico se ha llevado a cabo en el ámbito de los estudios discursivos, en especial, al relacionar metáfora e ideología en el discurso político. El presente artículo se aproxima a esta línea, particularmente, al análisis metafórico del discurso feminista.

 

En efecto, consideramos que existe una ausencia de aplicaciones de análisis metafórico en esta perspectiva discursiva. Si bien el punto de vista que asumimos en el análisis es descriptivo y no crítico-interpretativo, nos pareció llamativo analizar un discurso que se considera de resistencia, según los postulados del Análisis Crítico del Discurso (ACD) (Wodak & Meyer, 2003). No obstante, la resistencia no es una postura monolítica y, en su interior, se perfilan diferencias ideológicas que cobran importancia para


quienes la integran. De esta manera, el corpus seleccionado se conforma de dos textos representativos de dos corrientes ideológicas del feminismo chileno: el feminismo académico y el feminismo autónomo. Y para abordar el corpus, nos hemos propuesto el siguiente objetivo general de investigación: identificar las metáforas conceptuales que subyacen a las expresiones metafóricas codificadas en los textos.

 

Por último, este trabajo se divide en cinco partes. La primera estructura un marco teórico que desarrolla aspectos centrales de la TMC y antecedentes clave para abordar el discurso feminista local. La segunda parte presenta el marco metodológico donde detallamos los pasos del análisis y las hipótesis que lo guían. La tercera parte despliega los resultados del análisis en dos tablas que ilustran los hallazgos en cada texto. La cuarta parte está dedicada a la discusión teórico-descriptiva de dichos resultados, guiándonos por los objetivos propuestos y dando cuenta de la aceptación o rechazo a las hipótesis planteadas. Finalmente, terminamos el artículo con una conclusión que da cuenta de las limitaciones y aciertos del trabajo, así como proyecciones investigativas en esta misma línea.

2.  Marco Teórico

2.1.  Teoría de la Metáfora Conceptual (TMC)

Como señalamos en la introducción, la LC revoluciona el concepto de metáfora al introducirlo en el lenguaje cotidiano y romper, de esta manera, la dicotomía entre lenguaje  literal  y  lenguaje  figurativo:  “La  metáfora es parte indispensable y fundamental de nuestra forma convencional y ordinaria de conceptualizar el mundo. Nuestro comportamiento cotidiano refleja nuestra comprensión metafórica de la experiencia” (Lakoff, 1993: 204). En efecto, la metáfora conceptual es un mecanismo cognitivo que consiste en “...un mapeo interdominio que preserva inferencias, el cual está enraizado corporalmente. Este mapeo proyecta la estructura inferencial de un dominio llamado ‘dominio fuente’ a otro llamado ‘dominio objetivo’” (Núñez, 2004: 268). Un dominio cognitivo se corresponde con un ámbito de la experiencia, y presenta una estructura unitaria que permite diferenciarlo de otros ámbitos de la experiencia (Osorio, 2011). Entonces, el mapping de correspondencias desde un dominio origen a un dominio meta, proyecta estructuras inferenciales que están ancladas a experiencias corpóreas. Para explicar mejor este proceso cognitivo, consideremos el ejemplo que da Núñez (2004) en relación a la experiencia térmica. Así, una expresión metafórica como “Oye, mis papás estaban muy fríos esta mañana conmigo” da cuenta de un mapeo muy específico: “Los elementos de la experiencia térmica  (del  dominio  fuente)  son  transformados  en  elementos  de  la


experiencia emocional (del dominio objetivo), preservando la inferencia estructural existente en el dominio fuente, a través de este mapeo, en el dominio objetivo” (Núñez, 2004: 270).

 

Así, comprender el proceso metafórico es nuclear para entender gran parte de nuestro sistema conceptual, puesto que, como plantean Lakoff y Johnson (1995: 40), “...la mayor parte de nuestro sistema conceptual ordinario es de naturaleza metafórica”. De esta manera, la relación entre las estructuras concretas y los conceptos más abstractos se establece mediante metáforas conceptuales. En la expresión metafórica “He encontrado a Juan completamente hundido”, la localización orientacional “abajo” opera como imagen-esquema de mal estado de ánimo, fracaso, pobreza o enfermedad de Juan (de Vega, 2002). O bien, en una expresión como “Su matrimonio es una cárcel”, la percepción espacial de “contenedor” funciona como imagen- esquema de una relación personal donde sus miembros carecen de libertad. Ahora bien, el mapeo desde una imagen esquema hacia un dominio cognitivo más abstracto, que preserva la estructura inferencial, se repite en distintos niveles de abstracción conceptual. Es justamente este fenómeno al que se denomina embodiment, o la mente encorporizada, o el cuerpo en la mente (Johnson, 1991), puesto que, aunque el mecanismo se repita en niveles cognitivos más abstractos, permanece anclado a nuestra experiencia corpórea. A este respecto, Núñez (2004) distingue dos tipos de metáforas conceptuales: las metáforas de anclaje, o metáfora grounding, y las metáforas de relación. Estas últimas se generan a partir de las primeras. Es decir, una metáfora de anclaje puede transformarse en un dominio “...para un nuevo mapeo, y ese otro en un nuevo mapeo, y así podemos tener cadenas de mapeos preservando la inferencia estructural” (Núñez, 2004: 288). En definitiva, las metáforas conceptuales que constituyen gran parte de la naturaleza de nuestro sistema conceptual, independientemente del grado de abstracción que posean, continúan ancladas a un origen corpóreo, pero en los diferentes casos nos podemos referir a una corporeidad de primer o segundo orden (de Vega, 2002).

 

Por su parte, Rivano (1997) diferencia los conceptos de extensión y apareamiento. Con apareamiento alude al mapping entre un dominio origen y un dominio meta. Y con extensión se refiere a la asociación de dos dominios meta. Esta idea se aproxima a la de cadenas de mapeos de Núñez (2004). Por ejemplo, si tenemos los siguientes pares de metáforas conceptuales “bueno es arriba-malo es abajo”, “racional es arriba-irracional es abajo” y “masculino es arriba-femenino es abajo”, podemos efectuar la siguiente operación transitiva en el sistema metafórico: “...si ‘masculino es arriba’ y ‘racional es arriba’ y ‘bueno es arriba’ constituyen un grupo; por otro lado, si ‘femenino es abajo’ e ‘irracional es abajo’ y ‘malo es abajo’, entonces ‘femenino e


irracional y malo’ constituyen otro grupo” (Rivano, 1997: 41). Ahora bien, las extensiones que resultan de la transitividad metafórica descrita, son “masculino es bueno-femenino es malo; masculino es racional-femenino es irracional” (Rivano, 1997). Es decir, de las extensiones o las cadenas de mapeos surgen conceptualizaciones de alto nivel como, por ejemplo, asociaciones valóricas del tipo “masculino es bueno-femenino es malo”, las que, aunque se trate de corporizaciones de segundo o tercer orden, siguen ancladas a esquemas que estructuran las experiencias corpóreas propias de la constitución biológica de nuestra especie.

 

De esta manera, la TMC presenta un doble interés; porque, por un lado, da cuenta de estructuras esquemáticas universales a la especie humana y, por lo mismo, comunes a todas las culturas; y, por otro lado, revela la variación cultural, puesto que las metáforas manifiestan cómo determinada cultura o colectivo humano concibe y actúa en el mundo. Es decir, frente a una misma estructura esquemática, los diferentes grupos humanos seleccionan algunos aspectos y no otros, o bien, conceptualizan una específica área de la experiencia a partir de un esquema de imagen y no de otro. En este sentido, las metáforas se relacionan con las ideologías y las visiones de mundo en los distintos contextos sociales. Y, en este sentido también, el estudio de las metáforas en el discurso político, por ejemplo, apunta a cómo son utilizadas de forma interesada para manipular grupos sociales y persuadirlos a adoptar determinados principios o a actuar de determinada manera. Esto se debe a que “la misma sistematicidad que nos permite comprender un aspecto del concepto en términos de otro (por ejemplo, comprender un aspecto de la discusión en términos de una batalla) necesariamente ha de ocultar otros aspectos del concepto en cuestión” (Lakoff & Johnson, 1995: 46). Por lo tanto, “una metáfora en un sistema político y económico puede llevar a la degradación humana en virtud de aquello que oculta” (Lakoff & Johnson, 1995: 281).

 

Por último, para terminar este subapartado, presentamos una clasificación de las metáforas que describe Chumaceiro (2004), basándose en Lakoff y Johnson (1980, citados en Chumaceiro, 2004) y en Lakoff (1995, citado en Chumaceiro, 2004); y, posteriormente, se define el concepto de plurivalencia metafórica que desarrolla Rivano (1997). Empezando por el primer propósito, los tipos de metáforas son los siguientes:

 

A.  Orientacionales: aquellas que dan a un concepto una orientación espacial.

B.   Ontológicas: aquellas que consideran los procesos, las actividades, las emociones, etc. como entidades o sustancias.

C.  Estructurales: aquellas que se fundamentan en correlaciones sistemáticas dentro de la experiencia humana y permiten explicar un proceso por medio de otro con el cual guarda


algún parecido.

D.  Metáforas de la Moral: aquellas que son caracterizadoras del discurso político y religioso, y se basan en aquellos esquemas que determinado grupo o cultura asocia con lo que considera sus valores positivos. (Chumaceiro, 2004: 99).

 

En cuanto al concepto de plurivalencia metafórica, este implica que “...un mismo dominio meta puede y suele estructurarse por diversos dominios de origen...” (Rivano, 1997: 25). Por ejemplo, LAS IDEAS SON FUENTES DE LUZ: “esta idea todo lo aclara”, “que idea más brillante”, “esa idea en nada ilumina el asunto”. LAS IDEAS SON PLANTAS: “esta idea creció y creció y llegó a ser toda una teoría sobre la metáfora”, “es una idea con muchas ramificaciones”, “esa idea brotó de una necesidad concreta”, “es una idea que aún no ha dado todos sus frutos”. LAS IDEAS SON RECURSOS: “se me acabaron las ideas”, “necesitamos una buena idea”, “es un individuo de escasas ideas”, “una masa ideológica”, “ideas con potencialidad”, “una fuente de ideas”. LAS IDEAS SON COMIDA: “es una idea que se traga fácilmente”, “es una idea fresquita”, “una idea deliciosa”. Y, también, lo que es muy común, y en concordancia con el anclaje corpóreo de las metáforas, “...un dominio de origen puede y suele tener varios dominios meta” (Rivano, 1997: 38), como ESTATUS ALTO ES ARRIBA y ESTATUS BAJO ES ABAJO: “ocupar una

posición elevada en la sociedad”, “vivir en los barrios bajos”, “ascender en la jerarquía social”, “ser un arribista”, etc. O bien, FELIZ ES ARRIBA y TRISTE ES ABAJO: “arriba el ánimo”, “andar en las nubes”, “tener un bajón”, “andar por los suelos”, “caer en una depresión”.

2.2.  Discursos feministas en Chile

Nos referimos a discursos feministas en uno de los sentidos de discurso que releva Fairclough (2008: 177), esto es, el “modo de significar la experiencia desde una perspectiva particular”; en este caso, la perspectiva feminista. Como tal, el discurso feminista se interpreta como un discurso de resistencia, puesto que surge para contrarrestar la hegemonía androcéntrica, que consiste en la imposición de los valores particulares de un sector social el colectivo de varones- a otro sector social –el colectivo de mujeres. Por lo tanto, los sectores subordinados optan por la resistencia (Gramsci, 2000). El plural, es decir, el referirnos a discursos feministas, implica que este discurso de resistencia no es monolítico, al contrario, en su interior se perfilan diferencias ideológicas  que  estructuran  distintas  corrientes de pensamiento, por lo tanto, diversas perspectivas para significar la experiencia. A continuación, presentamos un breve recorrido por la historia del feminismo chileno y sus tendencias políticas.

 

Tanto en Chile como en el mundo occidental se reconocen dos momentos


de emergencia del movimiento feminista, los cuales han sido denominados como primera y segunda ola feministas. Situándonos en el contexto chileno, el primer momento corresponde a la articulación del movimiento sufragista, cuyos antecedentes se remontan a principios del siglo XX, incluso a fines del siglo XIX, y perdura hasta obtenido el derecho a sufragio en 1949, reconociéndose las décadas del treinta y cuarenta como las de mayor articulación y presencia pública (Kirkwood, 1986).

 

La segunda ola del feminismo chileno surge a fines de los años setenta en las condiciones sociales de la dictadura militar. En este contexto, el movimiento feminista forma parte del movimiento de resistencia contra la dictadura. Sin embargo, construye un discurso propio que se nutre, por un lado, de las corrientes feministas que provienen de Estados Unidos y Europa; y, por otro, de los conocimientos construidos a partir de la experiencia de las mujeres en Latinoamérica. Es en este periodo donde se configuran las principales categorías de análisis de la teoría feminista: patriarcado, diferencia sexual, política sexual, sexo/género (feminidad y masculinidad), heterosexualidad obligatoria, entre otras (Gaviola, Largo & Palestro, 1994; Amorós, 1995). En este sentido, Amorós (2001) define el feminismo como teoría filosófica y movimiento emancipatorio.

 

En este periodo, se expresan las primeras diferencias ideológicas entre sectores feministas que, durante los noventa, cristalizarán en el debate autonomía e institucionalización. Estas diferencias dividen a las feministas de los años ochenta en mujeres políticas y mujeres feministas. Las primeras son aquellas que ejercen una militancia en los partidos de izquierda y proponen que, solo una vez obtenida la democracia, los problemas de las mujeres deberán ser resueltos. Las segundas consideran que el feminismo es un proyecto político en mismo, que no requiere de dobles militancias; y si bien es fundamental luchar por la consecución de la democracia, el problema de las mujeres es más profundo, puesto que la dictadura es solo una expresión aguda de un sistema de represión histórico que es el patriarcado (Gaviola, Largo & Palestro, 1994).

 

Con el derrocamiento de la dictadura y el  retorno  de  la  democracia  al país, la situación de los movimientos sociales cambia radicalmente. Se comienza a hablar de una desmovilización generalizada, y los cientistas sociales la atribuyen a la instalación del modelo económico neoliberal, cuya realización exitosa depende de que el descontento social no se organice colectivamente (Garretón, 1995). Estas condiciones también afectan al movimiento feminista. De esta manera, las diferencias ideológicas que se perfilan en la década anterior toman cuerpo en el debate autonomía versus institucionalización, que marca los años noventa. Es así como podemos


afirmar que, en términos generales, se puede hablar de un feminismo autónomo y un feminismo institucional en Chile. Estos discursos feministas difieren, principalmente, respecto de las estrategias políticas que sustentan y que desarrollamos a continuación (Lidid & Maldonado, 1997; Ríos, Godoy

& Guerrero, 2003).

El feminismo institucional proviene de la corriente de la igualdad o liberal. Por lo tanto, postula “la reforma del sistema hasta lograr la igualdad entre los sexos” (De Miguel, 1995: 237). De ahí que, con el retorno de la democracia y la consecuente reapertura de los espacios institucionales, este discurso feminista abogue por acceder a dichos espacios y cambiar el sistema patriarcal desde dentro. Esta es la perspectiva que asume la mayoría de las feministas chilenas que ingresa al estado y a la academia en la década de los noventa. En cambio, el feminismo autónomo configura su propuesta política con bases teóricas de la corriente radical y de la diferencia. En consecuencia, defiende la autonomía política de las mujeres y la construcción de conocimientos en espacios de toma de consciencia fuera de la institucionalidad masculina. Considera que “la igualdad entre los sexos es el ropaje con el que se disfraza hoy la inferioridad de las mujeres” (Lonzi, 1981: 17), porque “…para la mujer no hay libertad ni pensamiento sin el pensamiento de la diferencia sexual” (De Miguel, 1995: 251); y postula una transformación radical de todas las estructuras sociales.

 

De esta manera, el feminismo autónomo chileno cuestiona a las feministas que acceden a los espacios institucionales, porque considera que dicho acceso se realiza a costa de perder el contenido transformador de las propuestas políticas; con otras palabras, el ingreso al estado y, principalmente, a la academia, con los Programas de Estudios de Género, se lleva a cabo a través de la negociación de los conocimientos construidos por el movimiento feminista durante los años ochenta, restándoles potencialidad crítica y, por lo tanto, socavando la resistencia. En este sentido, Pisano (1996: 88), una de las teóricas connotadas de la corriente autónoma chilena y latinoamericana, plantea lo siguiente:

 

“La Academia presupone un sistema de relaciones entre iguales que se legitiman a través de escritos, publicaciones y libros. Pero aunque las mujeres estén en ciertas instancias de poder, sean una elite respecto a otras mujeres y respecto al conjunto de la sociedad y asuman como propia la cultura vigente, siguen siendo discriminadas y maltratadas por el sistema porque no pueden escapar a la lógica del espacio al que acceden”.

 

Por su parte, el discurso del feminismo institucional ve en el ingreso a los espacios tradicionales una posibilidad de transformación social, puesto que los saberes que las mujeres han construido en la periferia se infiltran en los centros masculinos de producción de cultura, por lo tanto, transitan


del borde al centro para recuperar un espacio históricamente negado: “… como movimiento social y como discurso teórico se ha ido construyendo en la periferia, en un borde social ilegítimo y desde allí avanza hacia un centro de poder…” (Olea, 1991: 30). De esta manera, se proponen: “… posicionarnos social y políticamente de aquellos espacios, roles y funciones tradicionalmente asignados a lo masculino” (Olea, 1991: 32).

 

En síntesis, el discurso de la resistencia no es unívoco. En el interior del discurso feminista chileno, se perfilan perspectivas ideológicas diferentes y hasta opuestas: el feminismo autónomo propone una transformación radical de todas las estructuras sociales desde la autonomía política de las mujeres; y el feminismo académico aboga por el acceso de las mujeres a los centros masculinos de producción de cultura para lograr la igualdad entre los sexos. Asimismo, la metáfora conceptual, entendida como una proyección entre dominios cognitivos, manifiesta la manera en que los grupos sociales conciben el mundo y, en concordancia, la forma en que actúan en él, lo cual involucra la dimensión discursiva. Por esta razón, nos parece pertinente aplicar un análisis metafórico a las dos concepciones feministas que hemos seleccionado para este trabajo.

3.  Marco Metodológico

3.1.  Tipo de investigación

La investigación es de carácter cualitativo, puesto que se aplica un análisis metafórico introspectivo e ilustrado en corpus.

3.2.  Hipótesis o preguntas

Nos hemos planteado la siguiente hipótesis:

-      Las metáforas conceptuales subyacentes a las expresiones metafóricas que se reconocen en los textos se estructuran en base a dominios de origen diferentes, puesto que las dos perspectivas feministas seleccionadas conceptualizan la experiencia de manera distinta al responder a posiciones ideológicas divergentes.

-      Las metáforas conceptuales del discurso del feminismo académico son útiles para argumentar a favor del acceso de las mujeres a los espacios de poder masculinos; y las metáforas conceptuales del discurso del feminismo autónomo son útiles para argumentar a favor de la construcción de espacios políticos autónomos para las mujeres.

 

3.3.  Objetivos de investigación

El objetivo general es el mismo que fue presentado en la introducción:

-      Identificar  las  metáforas  conceptuales  que  subyacen  a  las  expresiones  metafóricas

codificadas en los dos textos.


Los objetivos específicos son los siguientes:

-      Describir las diferencias conceptuales entre ambos discursos.

-      Relacionar dichas diferencias con las posiciones ideológicas de las autoras.

 

3.4.  Corpus de investigación

El corpus está conformado por dos textos pertenecientes a las autoras más representativas de cada corriente. Uno es de la teórica Nelly Richard, del feminismo académico. Se trata de un artículo de investigación, publicado el año 1996 en una revista indexada; se titula Feminismo, experiencia y representación. El otro texto pertenece a la teórica Margarita Pisano, del feminismo autónomo. Se trata de un artículo tipo ensayo, publicado en un libro de la misma autora, de editorial independiente y autofinanciado; también la publicación es del año 1996. Se titula Las trampas del sistema. Transgredir el hecho biológico y simbolizarnos como humanas.

 

El año 1996 es significativo en la medida de que corresponde a la mitad de la década en la cual se lleva a cabo el debate autonomía e institucionalización en el movimiento feminista. En esta fecha, el debate surge en su máxima expresión y las corrientes ideológicas han sido definidas de manera explícita. Además, las temáticas de los textos son similares, puesto que ambos abordan, principalmente, la relación del feminismo con el poder establecido, aunque desde distintos lugares de enunciación. Cabe aclarar que el texto de Pisano (1996) cuenta con siete páginas, mientras que el de Richard (1996), con doce. Se optó, sin embargo, por trabajar con la misma cantidad de páginas, analizando siete de cada uno. Pese a que el corpus es reducido, hemos intentado que sea lo más representativo y homogéneo posible.

3.5.  Descripción de procedimientos generales

Se reconocen los siguientes procedimientos generales:

-      Selección del corpus, respondiendo a las características descritas anteriormente.

-      Registro de las expresiones metafóricas identificadas en los textos.

-      Formulación de la metáfora conceptual subyacente a cada expresión, en ambos textos.

-      Agrupación de las metáforas conceptuales en relación a cada texto.

-      Ordenamiento de las metáforas conceptuales según el número de apariciones, de más a menos.

-      Confección de dos tablas, correspondientes a cada texto, que registran la metáfora conceptual y las expresiones que la codifican. Utilizamos la convención propuesta por Rivano (1997), esto es, la metáfora conceptual va en mayúsculas y las expresiones se señalan entre comillas.


4.  Resultados

Los resultados se presentan en las siguientes tablas que serán discutidas en la próxima sección, y el corpus se puede consultar al final de este trabajo, en los anexos:

 

METÁFORAS CONCEPTUALES

EXPRESIONES METAFÓRICAS

1. EL MOVIMIENTO SOCIAL (EL MOVIMIENTO DE MUJERES, EL MOVIMIENTO FEMINISTA, EL FEMINISMO) ES UN CONTENEDOR

1.1.  “Esto es posible porque el movimiento es una ameba que no tiene límites y es muy difícil hacer un ejercicio de poder y de representatividad desde dentro”.

1.2.  “…la forma de integrarnos al movimiento feminista…”.

1.3.  “…estamos llenas de expertas…”.

1.4.  Estamos llenas de Redes y ONGs con sus diferentes experticidades”.

1.5.  “…para hacer política fuera del movimiento social…”.

1.6.  “El feminismo actual contiene mujeres que piensan y ven el mundo diametralmente diferente”.

1.7.  “Obviamente estas intervenciones de la política patriarcal en el feminismo nos lleva a discusiones fuertes y críticas”.

1.8.“…han ido accediendo al feminismo mujeres que reivindican valores ecologistas o de la espiritualidad impregnados de ideología de lo femenino, de salvadoras del sistema”.

1.9.“El feminismo patriarcal es uno de los resultados de esta intromisión del

patriarcado en el movimiento de mujeres”.

2. EL SISTEMA PATRIARCAL ES UN CONTENEDOR.

2.1.“Las feministas institucionalizadas usan los conocimientos del feminismo para producir cambios dentro del mismo sistema en la creencia que el sistema se puede humanizar”.

2.2.“El feminismo no puede ni debe continuar trabajando para este pequeño grupo de mujeres que van accediendo al sistema de poder del patriarcado dando una apariencia de cambio a través de ciertos acomodos”.

2.3.“Para acceder al sistema patriarcal en “igualdad” esta elite manipula la rebeldía de las mujeres…”.


 

 

2.4.  “…ya que lo que pretende es instalarse en el sistema vigente, sin darse cuenta que el sistema en mismo nunca va

a dejar de discriminarlas, a pesar de que ‘aparentemente’ y por sus propias necesidades instale a ciertos grupos de

mujeres dentro de su sistema de privilegios”.

2.5.  “Nada hay más funcional al sistema que instalar un feminismo de expertas,

aduciendo al derecho de no discriminación, al derecho a la igualdad”.

2.6.  “El sistema es múltiple, tiene subsistemas que están interrelacionados e interconectados, ellos constituyen este gran sistema que se llama macrocultura patriarcal”.

3. EL ACCESO AL PODER ES UNA TRANSACCIÓN COMERCIAL.

3.1.  “Cuando el feminismo de las demandas negocia con el patriarcado, negocia pequeños espacios de poder (…) ya que estas ‘feministas’ no negocian desde el proyecto político feminista (…) negocian y hablan

a nombre del movimiento de mujeres (…) negociando en base a sus intereses

particulares (…); por ejemplo, la clase alta

negocia una ley de divorcio…”.

3.2.  “…esta elite manipula la rebeldía de las mujeres hacia el sistema transando la capacidad de transformación que tiene el conocimiento elaborado por el feminismo…”.

3.3.  “Esta intervención en el feminismo ha tenido costos para nosotras…”.

3.4.  “Este juego simbólico de un feminismo “femenino” ha significado costos para el movimiento…”.

4. LA POLÍTICA ES UNA GUERRA.

4.1.  “El proceso de institucionalización y profesionalización responde a una estrategia para hacer política fuera del movimiento social mediante el lobbie…”.

4.2.  “…como dos tácticas que tienen un objetivo común”.

4.3.  “…esto hace que las militancias tengan una irregularidad tremenda, una falta de continuidad histórica”.


 

5. LAS DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS SON CAMINOS.

5.1.  “Una podría plantearse que mientras unas consiguen reformas, las otras pueden seguir haciendo sus políticas más radicales y finalmente nos encontraremos, esto haría que los dos caminos sean válidos en sí mismos y como conjunto…”.

5.2.  “Nos lleva por caminos diferentes”.

6. EL CAMBIO CULTURAL ES UN VIAJE.

6.1.  “…que es hacer posible las transformaciones que nos llevarán al tránsito de una cultura a otra”.

6.2.  “…desde su condición de discriminadas no pueden romper con la focalización de sus problemas específicos para transitar a espacios creativos”.

7. LAS IDENTIDADES SON CONTENEDORES.

7.1.  “Por su lado el movimiento homosexual también logra salir de estas identidades de clase, raza, etc.”.

7.2.  “Por ejemplo, los ecologistas se unen para salvar el planeta con lo cual logran romper el esquema de la identidad por clase, raza, edad, etc.”.

8.             LOS CONCEPTOS SON CONTENEDORES.

8.1.  “…porque de alguna manera se convoca a las mujeres rebeldes pero dentro del concepto de ser buenas”.

8.2.  “…nuestra diferencia la encontraremos en

los contenidos de las ideas…”.

9.             EL PODER POLÍTICO ES UN CONTENEDOR.

9.1. “La institución partido político contiene un modelo de participación en el poder y una forma de acceso al poder”.

10.          LAS FUNCIONES SOCIALES SON CONTENEDORES.

10.1. “…y al haber estado instaladas en la reproducción y no en la producción cultural tenemos una experiencia pendiente…”.

11.          LA MENTE ES UN CONTENEDOR.

11.1. “…esta mente tiene una gama de miedos, de frustraciones, de culpas que le permiten estructurar sus contradicciones”.

12.          LAS INSTITUCIONES SOCIALES SON CONTENEDORES.

12.1. “Lo político, lo global sigue perteneciendo a grupos y clases instaladas en los espacios de poder (partidos políticos, academia, instituciones, iglesias, etc.). Cuando las mujeres se instalan en esos espacios desde la parcialización…”.


 

13.          LAS IDENTIDADES SON LUGARES.

13.1. “Si no lo hacemos, si nos situamos desde nuestra especificidad, como madres solteras, como víctimas de la violencia doméstica, como raza, como edad, como hijas, como madres, etc…”.

14.          LAS PERSONAS SON TERRITORIOS.

14.1. “Si bien para entender el sistema es necesario el análisis de nuestra realidad particular desde los cortes/conflictos que nos cruzan…”.

15.          LA FEMINIDAD ES UN LUGAR.

15.1. “Desde lo femenino sólo podremos quedarnos en la aspiración de ser parte de un sistema al que, en este caso, reconocemos cómo válido”.

16.          LAS RELACIONES HUMANAS SON MANIFESTACIONES CLIMÁTICAS.

16.1. “…como el haber despejado nuestra relación con las mujeres de los partidos”.

17.          EL SISTEMA SOCIAL ES UN EDIFICIO.

17.1. “Lo que nos convoca a las feministas autónomas es la construcción de un sistema basado en nuestras ideas…”.

18.          EL MOVIMIENTO SOCIAL ES UN EDIFICIO.

18.1. “Es mucho más fácil armar movimiento en base a las carencias y sufrimientos y pedir en base a ellos…”.

19.          LOS CONTENIDOS TEMÁTICOS SON LUGARES.

19.1. “…esto produce un deambular por espacios temáticos…”.

20.          LA PROFESIONALIZACIÓN ES UNA ENFERMEDAD.

20.1. “El síndrome del movimiento feminista es la profesionalización…”.

21.          LOS CONOCIMIENTOS SON HERRAMIENTAS.

21.1. “Las feministas institucionalizadas usan los conocimientos del feminismo para producir cambios dentro del mismo sistema…”.

22.          LAS DIFERENCIAS IDEOLÓGICAS SON SEPARACIONES TERRITORIALES.

22.1. “…a determinar límites que nos separan por nuestras ideas, valores éticos y proyecciones de futuro”.

23.          LA ORGANIZACIÓN FEMINISTA ES UNA FAMILIA.

23.1. “…es como en la familia, los conflictos se tapan para tener la impresión de tener la familia feliz. Así nos socializaron para mantener la familia feliz y si eso no lo podemos manejar nos sentimos agotados, nos agota la confrontación de las ideas…”.

24.          LOS CONCEPTOS SON CONSTRUCCIONES.

24.1. “…nuestra diferencia la encontraremos en los contenidos de las ideas y las lógicas con que las construiremos”.


1.   

1.  EL PODER (EL PODER/SABER, EL PODER DEL CONOCIMIENTO) ES UNA REPRESENTACIÓN GEOGRÁFICA.

 

1.1.  “…esta producción teórica lleva inscrita la marca predominante del contexto internacional (…) que hacen circular los discursos desde los centros de validación metropolitana hacia la semi-periferia latinoamericana”.

 

1.2.  “La acentuación metropolitana de la teoría feminista internacional es

percibida conflictivamente por quienes se ubican en los bordes inferiores de la cartografía del poder transcultural…”.

 

1.3.  “…al abrir los signos que la formulan a nuevas combinaciones interpretativas capaces de deshacer y rehacer sus trayectos conceptuales”.

 

1.4.  “…una experiencia del discurso suficientemente fluida para moverse entre las fronteras de lo lógico-categorial y de lo concreto- material; (…) un tránsito entre estructura y bordes, entre sistema y residuos, entre código y márgenes desestructurantes…”.

 

 

 


1.5.   “…según diferentes conexiones simbólico-sociales que mueven localmente límites de inclusión/ exclusión que separan y oponen entre sí (…) lo metropolitano y lo periférico”.

1.6.  “…mientras la periferia latinoamericana

descrita y analizada por esa teoría es vista como un simple campo

de práctica (…) mientras el latinoamericanismo del centro elabora su debida conceptualización”.

 

1.7.  “…en los bordes informales y subversivos de la cultura extra- académica e institucional (…) y dejar así intacta la jerarquía representacional del centro que sigue hegemonizando todas las mediaciones conceptuales del ‘pensar’”.

 

 


 

 

1.8.  “…pasa por afirmar el valor táctico de un conocimiento situado: un conocimiento que, por una parte, se reconoce marcado por una geografía subordinante del poder internacional y que, por otra parte, reconvierte esa localización geográfica en una postura crítica donde el ‘contexto’ es también

lo que se opone a un cierto nomadismo postmodernista que lo deslocaliza  todo sin cesar borrando los trazados

de fronteras reales y desdibujando sus antagonismos materiales”.

1.9.  “…reinscribiendo los signos culturales que circulan internacionalmente

en juegos de contextos capaces de perturbar la división que traza la academia metropolitana entre latinoamericanismo (…) y Latinoamérica…”.

2. EL TRABAJO INTELECTUAL ES UNA GUERRA.

2.1.  “El feminismo ha reaccionado divididamente a la incorporación de la teoría como instrumento de formación y lucha intelectual para las mujeres”.

2.2.  “Muchos grupos feministas han generalizado el lugar común de que las mujeres deben combatir toda

intelectualización por juzgarla siempre cómplice de la alianza falocrática entre el poder de la razón y la razón como poder”.

2.3.  “…han surgido enérgicas reacciones destinadas a salvar la categoría de “realidad” y de ‘experiencia’ de los peligros a los que conduciría esa postura de hipertextualización del cuerpo y de la sexualidad…”.

2.4.  “La revalorización de la ‘experiencia’ como reacción antiteoricista del feminismo esencialista…”.

2.5.  “Pudiera entenderse el reclamo contra los abusos del textualismo como la justa defensa de aquella materia o energía que siempre excede la palabra que nombra…”.


 

 

2.6.  Defensa, entonces, de los residuos heterogéneos que no son nunca enteramente sintetizables ni formalizables por la teoría porque su materia –tumultuosamente compuesta de alteridad y negatividad- desborda la armadura lógica de la razón categorial”.

2.7.  “…sin la armadura cognitiva…”

2.8.  “El recurso de la experiencia (la persona en situación: subjetividad y contextos) merece entonces

ser defendida contra la tesis de la cientificidad del saber objetivo como saber puro, sin marcas de

determinación sexual, sin la huella de los conflictos que se desatan en torno a la legitimación y apropiación del sentido”.

2.9.  “…pasa por afirmar el valor táctico de un conocimiento situado…”.

3. LOS DISCURSOS (LOS SIGNOS CULTURALES) SON ENTIDADES Y SUSTANCIAS.

3.1.  “…su cadena de universidades y series editoriales que hacen circular los discursos desde los centros de

validación metropolitana hacia la semi- periferia latinoamericana”.

3.2.  “…al abrir los signos que la formulan a nuevas combinaciones interpretativas…”.

3.3.  “…disfrazando su condición de signos articulados y construidos tras una falsa apariencia de verdades naturales, ahistóricas…”.

3.4.  “…que ata deterministamente el signo ‘mujer’ a la trampa naturalista de las esencias y de las sustancias”.

3.5.  “Al movilizar la noción de género…”.

3.6.  “…una experiencia del discurso suficientemente fluida para moverse entre las fronteras (…) un tránsito entre estructura y bordes…”.

3.7.  “Son registros culturales que se superponen y se mezclan localmente gracias a fuerzas transpositivas de desplazamiento y reabsorción de parte de los signos de la modernidad”.

3.8.  “Estas múltiples interacciones de contextos resitúan lo dominante y lo subordinado…”.

3.9.  “…reinterpretando y desplazando las normas culturales”.


 

4. LA IDENTIDAD SEXUAL ES UNA OBRA DE ARTE VISUAL.

4.1.  “El signo ‘hombre’ y el signo ‘mujer’ también son construcciones discursivas que el lenguaje de la cultura proyecta

e inscribe en la superficie anatómica de los cuerpos…”.

 

4.2.  “La insistencia en el carácter semiótico-discursivo de la realidad (…) que subraya así el valor construido (representacional) de las marcas de identidad ‘masculina’ y ‘femenina’

que la cultura sobreimprime sobre los cuerpos ‘hombre’ y ‘mujer’, obligándolos al calce anatómico para

justificar –sustancialistamente- la fijeza de las marcas de identificación sexual”.

 

4.3.  “…cómo dicha noción ha sido modelizada por convenciones ideológico-culturales, la crítica feminista nos permite alterar dichas convenciones reelaborando nuevas marcas de identificación sexual según combinaciones más abiertas que

las antes seriadas por la norma de socialización dominante”.

5. LOS CUERPOS SON SUSTANCIAS.

5.1.  “…inscribe en la superficie anatómica de los cuerpos…”.

 

5.2.  “…las marcas de identidad ‘masculina’ y ‘femenina’ que la cultura sobreimprime sobre los cuerpos ‘hombre’ y ‘mujer’, obligándolos al calce anatómico…”.

6. EL TRABAJO INTELECTUAL ES UN DEPORTE.

6.1.  “…las mujeres han desarrollado en la escena cultural más reciente un trabajo intensamente teórico que entra en ardua competencia intelectual con la producción de conocimiento habitualmente situada bajo contrato masculino”.

 

6.2.  “…entre dos categorías habitualmente en disputa dentro del campo de la reflexión feminista…”.


 

7. EL LENGUAJE ES UNA HERRAMIENTA.

7.1.  “Sabemos que el lenguaje, al nombrar, recorta la experiencia en categorías mentales, segmenta la realidad mediante nombres y conceptos…”.

7.2.  “…desconfía de la palabra mediadora que corta, divide y sujeta”.

8.             LA MENTE ES UN CONTENEDOR.

8.1.  “…y rebasa el orden estrictamente conceptual de la razón lingüística con un excedente bruto, indominable”.

8.2.  “…desborda la armadura lógica de la razón categorial”.

9. EL DISCURSO ES UN CONTENEDOR.

9.1.  “…si no hay una exterioridad al discurso donde comprobar y denunciar la violencia material del poder masculino, entonces: ¿qué denuncia el feminismo?”.

9.2.  “La experiencia –en oposición a la representación- adquiere en estos casos el valor de una categoría pre-discursiva o extra-discursiva…”.

10. EL CONOCIMIENTO ES UNA ESTRUCTURA.

10.1.  “Al movilizar la noción de género a través de toda una serie de desmontajes teóricos que muestran cómo dicha noción ha sido modelizada por convenciones ideológico-culturales…”.

10.2.  “…si lo real –como lo profesa el desconstruccionismo más radical- es un puro artefacto discursivo…”.

11. LAS MUJERES SON ARRIBA Y LO MASCULINO ES ABAJO.

11.1. “…la jerarquía masculina de lo razonante, lo mental, lo inteligible que ha reprimido lo sensible, lo físico, lo afectivo e intuitivo, para privilegiar ahora –a favor de las mujeres- lo vivido (lo dado, lo espontáneo: lo natural)

por sobre lo teorizado (lo abstracto, lo construido: lo artificial)”.

 

TABLA 2: Metáforas en el texto de N. Richard (feminismo académico).

 

5.  Discusión de los Resultados

Como se observa en las tablas precedentes, en los dos textos destacan metáforas que son recurrentes y, por lo mismo, interesan a nuestros propósitos investigativos. No obstante, hemos consignado también aquellas


apariciones menos numerosas para ofrecer una visión global de los textos. Cabe aclarar, sin embargo, que las metáforas que cobran mayor sentido son aquellas que presentan un comportamiento sistemático.

 

Comenzando por los resultados que se ilustran en la primera tabla, correspondiente al texto de Pisano (1996), se observa una plurivalencia metafórica donde un mismo dominio origen –el de contenedor (o recipiente)- estructura diferentes dominios meta: el movimiento social, el sistema patriarcal, las instituciones sociales, las identidades sociales, entre otros. El contenedor es un tipo de metáfora ontológica a la que le subyace un esquema de imagen que se enraíza en la experiencia corpórea orientacional de dentro-fuera. Esta metáfora conceptual se codifica en el texto mediante expresiones verbales y  preposiciones,  principalmente,  aunque  también se manifiesta en sustantivos. Los contenedores más significativos son el movimiento social, que incluye el movimiento feminista o el feminismo a secas, y el sistema que es el sistema de poder patriarcal, el patriarcado. Por lo tanto, las mujeres pueden entrar o salir del movimiento, este se puede agrandar o achicar, puede tener o no límites claros, etcétera. Asimismo, las mujeres pueden acceder al sistema patriarcal, o salirse de este. Las que acceden lo hacen mediante una transacción comercial,  una  negociación que, de todos modos, representa pérdidas para el movimiento. Esta última también es una metáfora recurrente en el texto.

 

En consecuencia, la metáfora del contenedor es coherente con el discurso del feminismo autónomo y la posición ideológica que sustenta. Justamente, el contenedor representa espacios independientes y separados donde se entra y sale. El movimiento feminista, por un lado; y el sistema patriarcal, por el otro. La autonomía política de las mujeres radica, según esta tendencia, en construir y preservar un espacio propio fuera de la institucionalidad masculina. Por lo mismo, acceder a los espacios de poder patriarcales es visto como una mala negociación que tiene costos importantes para el colectivo feminista. La mayoría de las metáforas del texto de Pisano (1996) son espaciales; el contenedor es un espacio contenido, atrapado en límites, pero también se visualizan espacios como plataformas: la feminidad es un lugar desde donde las mujeres se sitúan, o bien, las identidades sociales son lugares desde donde se demanda al sistema reivindicaciones. Además, construir una cultura diferente es equivalente a construir un edificio, asimismo, el movimiento social se puede armar como tal. Cuando las diferencias ideológicas se expresan, las feministas toman caminos distintos que se pueden encontrar o no al final del trayecto. Y, finalmente, cambiar la sociedad es equivalente a un viaje desde el viejo sistema patriarcal hacia nuevos espacios culturales. No es menor considerar el dato biográfico de que el ejercicio profesional de la autora es la arquitectura.


Respecto de la metáfora LA  POLÍTICA  ES  UNA  GUERRA,  se  observan expresiones léxicas propias de este dominio origen: tácticas, estrategias, militancia. Se trata de una metáfora estructural. No obstante, el discurso de Pisano (1996) no se plantea en relación con el sistema, más bien, se posiciona en torno al movimiento feminista y se dirige a las mujeres que lo conforman para lograr una profunda transformación social. Y, pese al uso del vocabulario guerrero, la autora es consciente de la metáfora y propone que el ejercicio político no se confunda con el ejercicio guerrero, tal como lo expresa en la siguiente cita:

 

“El feminismo patriarcal esconde la confrontación de las ideas y tiene éxito porque las mujeres históricamente tenemos miedo de reconocer que tenemos ideas de cambio y tenemos miedo de confrontar esas ideas. Todo lo que tiene un dejo de confrontación lo  asimilamos  rápidamente  a  que  es  patriarcal  y  a  la  dinámica  de  la  guerra  y  lo

descalificamos…”

(Pisano, 1996: 72)

En cuanto a la metáfora moral LA ORGANIZACIÓN POLÍTICA ES UNA FAMILIA, la autora la utiliza en sentido crítico; esto es, la familia es una estructura patriarcal que se sustenta en el secreto (“secreto de familia”) y, por esta razón, no confronta los conflictos, del mismo modo que las feministas no confrontan las diferencias ideológicas. De esta manera, se juega a la familia feliz dentro de la organización política para aparentar que estas diferencias no existen.

 

En síntesis, las metáforas conceptuales que subyacen al texto de Pisano (1996), representativo del discurso del feminismo autónomo, dan cuenta de la posición ideológica de esta corriente, es decir, cómo esta tendencia concibe la política feminista y el poder patriarcal, y cómo actúan en concordancia a esta postura. Así, el movimiento debe ser un espacio político autónomo de las mujeres, independiente del sistema de poder patriarcal. Las mujeres que acceden a este realizan una mala negociación, pues esta tiene costos importantes para el colectivo. Por lo tanto, las tres metáforas conceptuales más recurrentes en el texto ilustran de manera clara la perspectiva feminista autónoma y su modo de significar la experiencia.

 

Las metáforas conceptuales que se representan en la segunda tabla, pertenecientes al texto de Richard (1996), revelan la posición ideológica del feminismo académico chileno. Las tres primeras metáforas son las que se expresan de manera más recurrente en el texto y, al igual que en el caso anterior, explican el posicionamiento de esta corriente de pensamiento. El poder es representado como un mapa. Se trata de un poder-saber, es decir, un poder relacionado a la construcción de conocimiento, a la producción teórica. La metáfora del mapa es ontológica y se enraíza en un esquema de


imagen de índole orientacional, es decir, en el mapa encontramos norte y sur, centro y periferia, arriba y abajo. El mapa, además, tiene fronteras, bordes, límites, márgenes y trayectos. Al tratarse de una representación cartográfica, se puede desdibujar, trazar y dividir. La mayoría de las expresiones que codifican la metáfora son sustantivos, también encontramos preposiciones y verbos.

 

El mapa, además, representa una batalla entre el centro y la periferia, entre el norte y Latinoamérica. Se trata de una batalla intelectual. En esta batalla, los bordes se disuelven, las fronteras se desplazan, los límites se borran. Quienes participan en ella son los discursos, los signos culturales; se trata, por tanto, de una batalla semiótica. Por lo tanto, los discursos, o los signos, son entidades y sustancias, que circulan, que se movilizan, que se desplazan, transitan, se superponen, se resitúan, se abren, fluyen, se mezclan y reabsorben. Y también se disfrazan o caen en trampas, atados. Así, con estas tres primeras metáforas, se ilustra la posición ideológica del feminismo académico que argumenta a favor del ingreso de las mujeres feministas a la academia masculina, puesto que, tal como queda de manifiesto en este mapa semiótico-discursivo, el poder es móvil.

 

Asimismo, la identidad sexual es un signo y, como tal, una entidad. Se trata de una obra de arte visual que se inscribe o sobreimprime en los cuerpos, como un grabado que se reproduce en series. Los cuerpos, en correspondencia, son superficies moldeables, sustancias modelables que deben calzar anatómicamente con esta marca que es el sexo. Por lo tanto, identidad sexual y cuerpo son independientes una del otro, las marcas pueden o no coincidir con los cuerpos, o bien, estas marcas pueden ser intercambiables. De aquí se desprende que la masculinidad y la feminidad, como signos visuales, no son entidades fijas y permanentes, tampoco una esencia consustancial al sujeto. Esta cuarta metáfora se corresponde con las anteriores, en el sentido de que la identidad sexual es un signo que circula, se mezcla o se desplaza como los otros signos culturales.

 

En este último punto, observamos un fenómeno de transitividad metafórica, en el que los diferentes dominios forman extensiones o cadenas de mapeos. De tal manera que el centro, el Norte, el poder, el pensar y la cabeza se agrupan con lo masculino. Mientras que la periferia o el borde, el sur o Latinoamérica, la marginalidad, la intuición y el cuerpo se agrupan junto a la categoría de lo femenino. Por lo tanto, el desdibujar las fronteras entre el centro y la periferia implica, al mismo tiempo, desplazar los límites entre lo masculino y lo femenino. Así, la posición ideológica del feminismo académico se hace visible mediante una construcción metafórica que no separa en espacios independientes el sistema patriarcal y el movimiento feminista,


como ocurre con el discurso autónomo, sino que apela a la mixtura de los discursos, lo cual es coherente con el acceso de las feministas a los centros de producción de cultura masculinos.

 

Finalmente, y a modo de síntesis, a diferencia del discurso de la autonomía, el feminismo académico utiliza metáforas que aluden a lo visual más que a la construcción espacial o arquitectónica. El mapa es una imagen de la superficie terrestre, así como las marcas identitarias son imágenes que se imprimen en la superficie de los cuerpos. En el feminismo académico, la problemática es de índole representacional, porque no hay realidad fuera del discurso, por eso, el discurso también es un contenedor. En cambio, para el feminismo autónomo se trata de espacios delimitados, de instituciones sociales, organizaciones políticas, movimientos sociales, partidos políticos, etcétera. Mientras en el primero, las fronteras discursivas se desplazan; en el segundo, los límites deben establecerse de la manera más clara posible. La conceptualización metafórica en una y otra tendencia es coherente con los respectivos posicionamientos ideológicos.

6.  Conclusiones

A partir de los resultados del análisis y la discusión de los mismos, observamos que las hipótesis planteadas han sido confirmadas. En efecto, existe una relación estrecha  entre  metáfora  e  ideología.  Si  bien las perspectivas analizadas enraízan sus construcciones metafóricas en esquemas de imagen que son comunes y universales a la especie humana, cada una selecciona diferentes proyecciones entre dominios para significar la relación del feminismo con el poder patriarcal. De esta manera, las metáforas conceptuales más recurrentes, que subyacen al discurso del feminismo autónomo, estructuran la posición ideológica de esta tendencia, que aboga por la autonomía política de las mujeres. Asimismo, las metáforas conceptuales más recurrentes, que subyacen al discurso del feminismo académico, estructuran la posición ideológica de esta tendencia, que aboga por el acceso del conocimiento feminista a los centros de producción cultural masculinos.

 

En el análisis metafórico del discurso del feminismo autónomo, destacamos el concepto de plurivalencia conceptual (Rivano, 1997). En el análisis metafórico del discurso del feminismo académico, relevamos el concepto de transitividad metafórica o cadenas de mapeos (Rivano, 1997; Núñez, 2004). Estos conceptos, y la TMC en su totalidad, nos parecen, por tanto, de suma utilidad para el análisis de discurso, porque nos permiten acceder a los fundamentos del discurso, a aquello que a simple vista permanece oculto. En este sentido, pensamos que el presente trabajo constituye un aporte al


relevar la importancia del análisis metafórico en los estudios discursivos y, como señalamos en la introducción, por tratarse de un ensayo pionero en la aplicación de este tipo de análisis en el ámbito de la resistencia y, de manera particular, de la resistencia feminista en Chile.

 

Las limitaciones que encontramos apuntan al aspecto metodológico del análisis metafórico, el cual, todavía sujeto a la introspección del investigador, queda atado a un relativo subjetivismo que pone a prueba la rigurosidad científica que se requiere en la ciencia lingüística. No obstante, esto se suple con la consistencia teórica que ha alcanzado el paradigma de la LC y, en particular, la TMC. Estamos conscientes de que el presente estudio necesita de más tiempo y profundidad para pretender una rigurosidad analítica de alto nivel. Asimismo, las proyecciones de nuevos trabajos en esta línea apuestan por considerar un corpus más amplio, integrado por expresiones discursivas de ambas tendencias; y, en términos teóricos, por aplicar un análisis metafórico más acabado que incorpore la descripción de las proyecciones entre los dominios, así como los esquemas básicos, los principios inferenciales y las propiedades del dominio origen (Rivano, 1999); de esta manera, obtendremos una visión completa de la estructura ideológica del discurso.

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Anexo

 

 

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