Holismo moderado y fenómenos lingüísticos

Moderate holism and linguistic phenomena

Kênio Angelo Dantas Freitas Estrela

0000-0003-3899-3004

DUOC UC

kaestrela@uc.cl

Citación: Estrela, K. A. D. F. (2021). Holismo moderado y fenómenos lingüísticos. Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura, 31(2), 443-459. doi.org/10.15443/RL3126

Resumen: El holismo semántico es una teoría que está relacionada con los significados que se atribuyen a las palabras y sus relaciones con otras palabras en una lengua. En este trabajo se propone rehabilitar el holismo semántico como una posición filosófica razonable y presentar una versión del holismo semántico desarrollada por Henry Jackman (1999a, 1999b, 2006 y 2015) – llamada “holismo semántico moderado”. Esta teoría es capaz de explicar algunos fenómenos lingüísticos, como la vaguedad, polisemia y ambigüedad, haciendo del holismo moderado una teoría útil no sólo para la filosofía del lenguaje, sino también para los estudios de semántica lingüística.

Palabras clave: holismo - holismo semántico moderado - fenómenos lingüísticos - semántica lingüística

Abstract: Meaning holism is a theory that is related to the meanings that are attributed to words and their relationships to other words in a language. In this paper we propose to rehabilitate meaning holism as a reasonable philosophical position and to present a version of semantic holism developed by Henry Jackman (1999a, 1999b, 2006 and 2015) - called “moderate holism”. This theory is able to explain some linguistic phenomena, such as vagueness, polysemy and ambiguity, making moderate holism a useful theory not only for the philosophy of language, but also for studies of linguistic semantics.

Keywords: holism - moderate holism - linguistic phenomena - linguistic semantics

1. Introducción

Durante muchos años el holismo semántico fue un tema de la filosofía del lenguaje tratado de manera prejuiciosa. De hecho, dinámicas cómo la ofrecida por Jerry Fodor y Ernest Lepore en Holism: A Shopper’s Guide (1992) de describir la teoría (a partir de sus perspectivas) para, en la secuencia, rechazarla fuertemente, demuestra el espíritu de gran parte de las discusiones sobre esta teoría en los últimos 30 años, a saber: presentar el holismo en su versión más radical para poder, en seguida, destruirla.

Algunos pocos filósofos trataron de hacer el trabajo genuinamente filosófico después del furor de la publicación de Fodor y Lepore en 1992. Es importante nombrarlos: Ted Warfield en su trabajo “On a Semantic Argument Against Conceptual Role Semantics” (1993) que presenta una réplica a Fodor y Lepore (1992), rechazando la argumentación de los autores sobre un supuesto punto de estrés en las bases de la semántica; Peter Pagin en su trabajo “Is Compositionality compatible with Holism?” (1997) profundizando la perspectiva de Warfield, que en el fin del día defiende la superveniencia de los significados a los roles inferenciales; y Henry Jackman (1999a, 1999b, 2006 y 2015), que relaciona el holismo semántico con el contextualismo metasemántico y que fue el autor elegido para la sistematización del holismo moderado que será tratado en este trabajo.

2. Holismo semántico

El holismo semántico es una teoría que sostiene que los significados que se atribuyen a las palabras están relacionados con las otras palabras en una lengua. Esta teoría sostiene la interdependencia mutua de todos los ítems de conocimiento lingüístico de manera que, por ejemplo, para comprender el significado de una determinada expresión es necesario que se comprenda un gran sector de la lengua en cuestión o, incluso, la lengua en su totalidad. Muchas veces tales teorías holísticas se derivan de un holismo más general que tiene que ver con el holismo de los estados mentales o cognitivos. Así se puede caracterizar el holismo semántico como una teoría que está conectada no solamente con la filosofía del lenguaje, sino con otras áreas de la filosofía, tales como la filosofía de la mente, la filosofía de la matemática o la epistemología y, por supuesto, con la lingüística. La premisa que subyace en el holismo semántico es la siguiente:

(a) El significado de una expresión depende de la totalidad o una parte importante de la lengua a la que pertenece.

En la filosofía del lenguaje se pueden encontrar diferentes interpretaciones para el concepto de holismo semántico, aunque la mayoría tiene en cuenta el mismo principio (a). Se puede creer que la principal diferencia está en la manera en que uno la utiliza. En (a) se pueden identificar dos alternativas: (i) una defiende que el significado de una expresión depende de la totalidad de la lengua a la que pertenece; y (ii) otra defiende que el significado de una expresión depende de una parte importante de la lengua a la que pertenece. Esto último parece problemático ya que involucra directamente el conocimiento del mundo y de la lengua de las personas que están interpretando las expresiones. Además de estas dos alternativas, puede plantearse una cuestión acerca de cuáles son los límites mínimos para considerar un sistema como un sistema lingüístico o lengua propiamente dicha –como lo sostenido por Weir (1985)–. Podemos observar claramente en el siguiente ejemplo:

Para conocer el significado de la expresión “conejo”, es necesario conocer (i) todo el sistema lingüístico de la lengua española o, por lo menos, (ii) gran parte de este sistema. El hecho de conocer el significado de la palabra “conejo” haciendo referencia a un animal mamífero lagomorfo de la familia Leporidae, que posee el cuerpo cubierto de un pelaje espeso y lanudo, con ojos y orejas grandes y que miden de 34 a 50 cm, según el holista semántico es dependiente del dominio que una persona posea del sistema lingüístico en cuestión – en este caso, la lengua española (Estrela, 2019, p. 14).

3. Holismo semántico moderado

La versión moderada del holismo pensada por Jackman se debe comprender considerando en conjunto sus cuatro trabajos direccionados al tema: (i) “Moderate Holism and the Instability Thesis” (1999a); (ii) “Holism, Relevance and Thought Content” (1999b); (iii) “Descriptive Atomism and Foundational Holism: Semantics between the Old Testament and the New” (2006) y finalmente, “Externalism, Metasemantic Contextualism, and Self-Knowledge” (2015). En estos trabajos, de manera progresiva y no lineal, Jackman presenta características que hacen del holismo semántico una teoría que responde gran parte de los argumentos en contra del holismo semántico como, por ejemplo: el cambio de opinión, la inferencia creativa, el aprendizaje del lenguaje y la comunicación.

Se puede interpretar el argumento sobre el cambio de opinión en tres partes que, juntas, forman el argumento general: (i) dos personas no pueden estar en desacuerdo sobre nada y no pueden ponerse de acuerdo en nada a menos que estén de acuerdo en todo; (ii) una persona no puede cambiar de opinión acerca de nada, porque al cambiar de opinión, uno también sufre un cambio de creencias; y (iii) debido a estos hechos, no se pueden determinar verdaderas generalizaciones intencionales acerca de las creencias de otras personas y tampoco ofrecer buenas explicaciones intencionales. Esta perspectiva ha sido tratada por muchos filósofos como, por ejemplo, Jerry Fodor en Psychosemantics. The Problem of Meaning in the Philosophy of Mind (1987), Fodor y Lepore en “Why Meaning (Probably) Isn’t Conceptual Role” (1993), y Hilary Putnam en “Meaning Holism” (1986).

Según el argumento de la inferencia creativa uno podría extraer consecuencias inferenciales de los enunciados que se creen, pero no es posible extraer nuevas conclusiones válidas, ya que, si la conclusión de la inferencia no es algo que uno ya creía, entonces los términos en esa conclusión significarán algo diferente de lo que los términos aparentemente idénticos significan en las premisas, tornando la inferencia inválida.

El argumento del aprendizaje del lenguaje (language leaning) fue ampliamente defendido por el filósofo Michael Dummett (1973, 1976). El autor defiende que para dominar el uso de un lenguaje cuyo significado fuese holístico, uno tendría que poseer un conocimiento definitivo sobre todas las teorías totales posibles, ya sea en el aspecto sintáctico, como en el aspecto del significado. Dummett concluye sosteniendo que, si una persona no puede aprender una lengua gradualmente, expresión a expresión, es un misterio cómo ella podría aprender un lenguaje en absoluto. El aprendizaje del lenguaje –tal como es comprendido en su concepción de holismo semántico– es misteriosamente problemática, teniendo en consideración que el aprendizaje de cualquier lenguaje se desarrolla gradualmente.

Finalmente, el argumento sobre la comunicación es una variante del argumento sobre el aprendizaje del lenguaje. El autor defiende que, si uno admite el holismo semántico en una situación comunicativa, el oyente comprende lo que dice el hablante solo si el oyente conoce completamente el idioma del hablante.

La versión moderada de Jackman (1999a, 1999b, 2006 y 2015) relaciona el holismo semántico con el contextualismo metasemántico, así con la comprensión semántica de Donald Davidson. En su “Radical interpretation” (1973), se observa la presuposición de que la teoría semántica del hablante o, de acuerdo con su vocabulario, la “teoría de la verdad” del hablante es entendida en términos de verdad y satisfacción.

Más allá de responder a sus críticas más importantes, el holismo moderado de Jackman ofrece una manera de explicar algunos fenómenos lingüísticos como la vaguedad, la polisemia y la ambigüedad.

3.1 La lengua y el contexto

En “Holism, Relevance and Thought Content” (1999b) Jackman explica algunas formas por las que el significado de una palabra puede ser sensible al contexto. Entre estas formas, está, además de la indexicalidad, la ambigüedad, que será uno de los fenómenos lingüísticos a ser explicados más adelante.

De manera general Jackman (1999b) expone su argumento a través de un ejemplo sobre la ambigüedad: podemos observar que la palabra “banco” posee por lo menos dos entradas en el léxico mental de un hablante: (i) una entidad pública o privada que recibe depósitos y fondos; y (ii) un asiento con respaldo o sin él para varias personas. Jackman comenta el ejemplo sosteniendo que la sensibilidad al contexto de “banco” puede ser explicada en términos de las diferentes entradas léxicas a que se accede en diferentes contextos posibles.

Otro ejemplo pertinente es el de Burge (1979) sobre la “artritis”. Tyler Burge presenta este ejemplo en su texto “Individualism and the Mental” (1979) para reflexionar sobre la sensibilidad al contexto que las palabras poseen en las lenguas. Observe el ejemplo: Una persona que piensa (correctamente) que ha tenido artritis durante años y, a partir de eso, utiliza la palabra “artritis” para designar muchas otras cosas; que su artritis en sus muñecas y dedos es más dolorosa que su artritis en sus tobillos, que es mejor tener artritis que cáncer de hígado, que el endurecimiento de las articulaciones es un síntoma de artritis, que ciertos tipos de dolores son característicos de la artritis, que hay varios tipos de artritis, etc. En resumen, el hablante tiene una amplia gama de tales actitudes. Además de estas actitudes, él piensa falsamente que ha desarrollado artritis en el muslo.

Lo que Bert significa a través de la palabra “artritis” notoriamente cambia de acuerdo con el contexto en que está insertado: “artritis” como dolor en el muslo, en el contexto de la atención con el médico (en que “artritis” significa artritis) y “artritis” en el contexto de la conversación con su hermano (en que “artritis” significan tharthritis, que, en este caso, sería una condición que incluye la artritis, pero también dolencias reumatoides de las extremidades) (cf. Jackman, 1999b, p. 141).

Algo semejante sucede con los nombres propios. Para esto, Jackman (1999b) cita el ejemplo de nombre propio “Moisés”, presentado por Wittgenstein en sus Investigaciones filosóficas (§79, 1953). En este ejemplo, así como en el presentado anteriormente, el nombre “Moisés” puede significar muchas cosas diferentes de acuerdo con el contexto en que sea utilizado. La sentencia “Moisés no existió” puede significar, por ejemplo, que los israelitas no tuvieron un solo líder cuando se retiraron de Egipto o que su líder no fue llamado “Moisés”, o que no pudo haber nadie que haya hecho todo lo que la Biblia relata sobre él.

Antes de presentar su planteamiento sobre estos tipos de casos, Jackman da tres razones usuales para responder a estos casos de sensibilidad al contexto dentro de una teoría semántica de carácter tradicional. En efecto, (i) se sostiene que en verdad no hay variaciones en aquello a lo que se refieren los términos; (ii) que se puede dar una explicación de los fenómenos en términos de indexicalidad; y (iii) y que las palabras en cuestión son simplemente ambiguas.

Jackman (1999b) enfatiza que no defiende ninguna de estas tres explicaciones porque cree que ninguna de ellas es suficientemente exitosa en última instancia. En cambio, sostiene que, a pesar del hecho de que un hablante puede siempre elegir un único valor semántico para un determinado término en un determinado contexto, cuando ocurre un uso fuera de los patrones habituales –cuando uno ocupa un valor semántico para un determinado término en un contexto muy diferente de lo que es tradicionalmente definido– este enfoque “pasa a ser menos atractivo” para los hablantes en los distintos contextos, por el hecho de no haber un consenso “exacto” sobre lo que debería ser el valor semántico central para este término en el contexto específico. Esto es una perspectiva derivada de la argumentación davidsoniana sobre el principio de caridad –principio que, como se ha indicado anteriormente, sirve de base para el holismo moderado de Jackman (1999b)–. A su vez, se puede concluir, a través del principio de caridad, que un uso “raro” de un término en un determinado contexto no es interesante para la comunicación, ya que el objetivo de los hablantes es encontrar una maximización de creencias y significados compartidos para obtener la comunicación más clara posible. Un uso raro, en este caso, simplemente puede ser descartado. La comprensión de esta relación de “prioridad” defendida para la relación hablante-oyente, según el principio de caridad, es un punto clave para comprender cómo el holismo moderado funciona en la práctica, a través de la relación creencia-significado “muchos-a-uno” en vez de la relación “uno-a-uno”.

Jackman (1999b) complementa la relación “muchos-a-uno” que fue presentada en “Moderate Holism and the Instability Thesis” (1999a). Explica que algunas creencias serán más importantes para un hablante que para otros, y el hecho de preservar la verdad de algunas creencias tendrá una prioridad más alta para uno que preservar la verdad de las creencias asignadas con menos peso.

Para dar forma a su argumentación, Jackman (1999b) presenta un ejemplo de nombre propio. Con respecto al nombre “Aristóteles”, sostiene Jackman, una creencia como “La Ética a Nicómaco, La Política y La Poética son textos de Aristóteles”, típicamente posee un peso más grande que una creencia del tipo “Acerca del sueño y de la vigilia, Acerca de los ensueños y Acerca de la adivinación por los sueños son textos de Aristóteles”. Si el uso de “Aristóteles” pudiera rastrearse históricamente a dos macedonios, sostiene Jackman, uno de los cuales escribió el último conjunto de textos, entonces –manteniendo todo lo demás igual– probablemente uno utilizaría “Aristóteles” para referirse a quien escribió la Ética a Nicómaco.

Existen en los innumerables contextos posibles creencias más “pesadas” que otras –en el ejemplo de “Aristóteles” sería la creencia relacionada con las obras más célebres– y esta diferencia de peso hace toda la diferencia en la comprensión de la comunicación y, consecuentemente, como se defiende en esta sección, en lo que se refiere a los fenómenos de restricción de significado.

Insistiendo en el mismo ejemplo de nombre propio “Aristóteles”, Jackman (1999b) sugiere que la reflexión sobre el “peso” de las creencias de acuerdo únicamente con el reconocimiento general de las obras de Aristóteles no es suficiente. El contexto al que la ponderación es sensible no es, por lo tanto, el contexto físico del hablante, sino “los intereses en el momento de la expresión”. Una vez que estos totales ponderados están considerados, las ponderaciones pueden permitir cambios de significado sin implicar cambios de creencias. Para Jackman (1999b), no son las creencias en sí mismas, sino su peso, lo que puede cambiar de un contexto a otro.

Por ejemplo, supóngase que alguien está escribiendo una tesis doctoral sobre el texto aristotélico Acerca de la adivinación por los sueños. La creencia sobre “Aristóteles” con relación a la sentencia “Acerca del sueño y de la vigilia, Acerca de los ensueños y Acerca de la adivinación por los sueños son textos de Aristóteles”, efectivamente tendrá más peso que la primera sentencia indicada más arriba sobre la Ética a Nicómaco, la Política y la Poética. Esto corrobora que los pesos de las creencias son los principales factores en la determinación de los significados en los contextos.

Siguiendo estas consideraciones uno puede encontrar un camino interesante para explicar la ocurrencia de los fenómenos de restricción de significado tales como la ambigüedad, ejemplificada a través del término “banco”, la “artritis” de Burge (1979) y los nombres propios “Moisés” y “Aristóteles”. Estos casos pueden ser explicados a través del holismo moderado. Esta versión del holismo, como ya se ha enfatizado muchas veces, es una perspectiva que utiliza el principio de caridad, el contextualismo y la metasemántica.

Jackman (2006) añade la distinción entre la semántica descriptiva y la meta-semántica. Como ya fue indicado, la semántica descriptiva (Stalnaker, 1997) es una teoría que trata de decir cuál es la semántica para un lenguaje sin decir cómo es esta lengua en la práctica. Por otro lado, la semántica fundacional (o meta-semántica) trata de responder cuestiones acerca de qué son los hechos que dan a las expresiones sus valores semánticos o, de manera general, sobre qué hace que la lengua hablada por una persona o comunidad determinada tenga una semántica descriptiva particular. Entre estas dos teorías semánticas, la meta-semántica es la herramienta ocupada por Jackman en sus planteamientos sobre el holismo moderado.

El holismo semántico moderado sostiene –desde una perspectiva meta-semántica– que el significado está directamente relacionado con los hechos que dan a las expresiones sus valores semánticos a través de los diferentes contextos en los cuales los hablantes están involucrados. El holista moderado utiliza la perspectiva davidsoniana (Jackman, 2006) del tratamiento sobre la meta-semántica, o sea, tiene claro que la meta-semántica holística es aquella que, no solamente explica por qué las palabras significan lo que significan, sino que es aquella que genera la semántica descriptiva.

Para finalizar la conexión entre holismo y contexto presentada por Jackman, hay que mencionar su análisis de las interacciones entre holismo, contextualismo y externalismo, sosteniendo una posición “metasemántica externalista” y presentando también el “principio de autointerpretación” (Self-Interpretation Principle). Es interesante subrayar este último principio antes de seguir en la discusión. Jackman (2015) se refiere al “principio de autointerpretación” como una instancia de la posición de Davidson (1973) sobre la maximización de la cantidad de verdad que una persona cree en la meta-semántica, para alcanzar una comunicación ideal de acuerdo con el principio de caridad. Esta maximización descrita por Davidson es motivada por el “principio de la autointerpretación”.

Cuando un agente enfrenta conflictos, debe asignar determinados valores semánticos a sus palabras de una manera que pueda preservar la verdad de los compromisos con los que se podría mantener si uno estuviera consciente de este conflicto. La idea presentada por Jackman (2015) es que este principio lleva a un tipo de maximización de la verdad y lo motiva como un tipo de “autoconocimiento” (self-knowledge) que es sustentado en el hecho de que es exactamente el punto de vista del agente aquel en el que uno trata de enfocarse en la interpretación, lo que llega a un tipo de maximización que es, generalmente, relacionada con el principio de caridad, por el hecho de que siempre se asume que el objeto de la maximización es más que el número de creencias verdaderas, su total ponderado. La preservación de la verdad de ciertas creencias puede tener una prioridad mayor que preservar la verdad de creencias múltiples que tengan menos peso.

Es importante observar que en el holismo moderado de Jackman (1999a, 1999b, 2006 y 2015) se adopta el contextualismo metasemántico en vez del contextualismo semántico. Hay una diferencia importante entre estos dos tipos de contextualismo: el segundo tiene que ver con el valor semántico de los términos que están haciendo referencia a alguna característica o elemento del contexto, mientras que el contextualismo metasemántico trata de explicar cómo los términos llegan a tener sus valores semánticos en un principio, lo que sugiere una variabilidad de valores semánticos en los distintos contextos posibles.

Otra dimensión importante a ser considerada en la presentación del holismo moderado de Jackman es la relación entre lengua, contexto y el externalismo. Jackman (2015) sugiere que, si una teoría contextualista es correcta, la manera en que uno describe sus experiencias es muy importante y, de esa manera, una intuición sobre aquello a lo que una palabra se refiere en casos específicos no es motivo para suponer que se refiere de la misma manera en cualquier otro contexto. Entonces, lo que muchos filósofos llaman “intuiciones conflictivas” (conflicting intuitions) pueden ser interpretadas simplemente como intuiciones que un hablante posee sobre diferentes casos que chocan entre sí cuando son tratados como juicios libres de contexto en relación con aquello a lo que los términos se refieren, pero no dejan de ser compatibles entre sí cuando el contexto en cuestión se hace más explícito. Volviendo al ejemplo de Burge (1979) sobre la “artritis”, de acuerdo con esta visión externalista que subyace al contextualismo metasemántico defendido por Jackman (2015), la incertidumbre sobre lo que el personaje Bert quiere decir en los distintos contextos es reflejo de una variabilidad contextual. Como ya fue analizado anteriormente, lo que el personaje del ejemplo quiere decir con “artritis” cambia de contexto a contexto y esta sensibilidad contextual es propia de casos en los que el uso idiosincrático de una palabra puede ser comprendido en términos de una creencia idiosincrática con valor semántico idiosincrático también.

De acuerdo con todo lo que fue presentado sobre el holismo semántico moderado defendido por Jackman (1999a, 1999b, 2006, 2015), se puede ahora tratar sobre el tema de cómo el holismo moderado explica cada uno de los fenómenos lingüísticos mencionados anteriormente.

4. Holismo moderado: explicando la vaguedad, la polisemia y la ambigüedad.

4.1 Holismo moderado y la vaguedad

La vaguedad es un fenómeno de restricción del significado que es discutido tanto en la filosofía del lenguaje como en la semántica lingüística. Podemos encontrar en la filosofía del lenguaje la perspectiva de Van Orman (1960), donde el autor reflexiona sobre la vaguedad, llegando a la conclusión (a través de la presentación de varios ejemplos) de que la vaguedad no es un problema. Ya se trate del nombre propio “Monte Rainier”, de las palabras de colores, o de las palabras relacionadas a relaciones comparativas, como “grande” y “pequeño”, las sentencias cuyos valores de verdad dependen de incluir términos vagos generalmente solo tienen interés para cuestiones muy específicas como, por ejemplo, en controversias jurídicas. En la comunicación convencional, según esta perspectiva de Quine, la vaguedad de algunos términos no afecta los valores de verdad de las oraciones usuales en las que ocurren. En Theories and Things (1981), más precisamente en el capítulo “What Price Bivalence?”, el autor considera la vaguedad como una característica de las lenguas naturales y que, para nada, invalida el principio de bivalencia –que es el que enuncia que toda sentencia posee un valor de verdad, o sea, que toda sentencia debe ser verdadera o falsa–.

Pero la vaguedad también ha sido objeto de consideración por la lingüística. Kempson (1977) sostiene que la vaguedad puede asumir diferentes formas de acuerdo con las diferentes relaciones que el significado, el referente y el significante tienen en los diferentes contextos. El autor propone la existencia de cuatro tipos interrelacionables de vaguedad: (i) vaguedad referencial; (ii) indeterminación del significado; (iii) genericidad de un elemento de significado; y (iv) disyunción del significado.

Por otro lado y de manera muy general, Allan (2009) caracteriza la vaguedad como un tipo particular de incertidumbre sobre si un predicado debe aplicarse o no a un caso particular. Se pueden considerar como ejemplos estándar de predicados vagos a los adjetivos graduables, como los adjetivos de altura. Es un caso de vaguedad si una persona no es suficientemente alta para ser claramente alta y no es suficientemente baja parar ser claramente baja. Los adjetivos vagos siempre se utilizan en relación con una clase de comparación en el día a día. Estar por encima del peso, por ejemplo, puede variar de acuerdo con el grado de comparación. Para una modelo de pasarela estar sobre peso se ve de manera diferente que para un luchador de sumo (cf. Estrela, 2015, p. 42).

Este fenómeno de restricción de significado es muy importante en las discusiones en filosofía del lenguaje y en la lingüística porque ofrece interesantes desafíos a ser superados en los distintos contextos de la comunicación, sea en la lengua escrita o en la lengua hablada.

De acuerdo con lo que ha sido explicado sobre la vaguedad y sobre el holismo semántico moderado propuesto por Jackman, se puede desarrollar una reflexión sobre cómo el holismo moderado puede explicar este fenómeno de restricción de significado.

Imaginemos el siguiente contexto: en el Parque Bicentenario, el grupo de carrera Ω está preparado para empezar una nueva sección de entrenamiento. El grupo es formado por hombres y mujeres, de distintos niveles de velocidad, tiempo de entrenamiento y objetivos en la carrera –hay carreras de 5 km, 10 km, 21 km o 42 km–, pero todos comparten una buena porción del vocabulario del “mundo running”. Durante una conversación, el atleta T dice a los demás:

(II) “Jorge es un corredor rápido”.

Notoriamente, se trata de una sentencia vaga. Mucho se puede considerar acerca de la interpretación de la sentencia dada por el atleta T. Esto porque, como toda sentencia vaga, para que las interpretaciones no se multiplicasen, sería necesario un parámetro bien definido. Como en el contexto del ejemplo hay corredores de distintos niveles de entrenamientos, objetivos en el deporte (salud, competencia, récord personal, etc.) y concepciones distintas sobre las carreras, los otros atletas podrían interpretar la sentencia, por lo menos, de las siguientes maneras:

(IIa) Jorge es un corredor rápido en los 5 km.

(IIb) Jorge es un corredor rápido en los 10 km.

(IIc) Jorge es un corredor rápido en los 21 km.

(IId) Jorge es un corredor rápido en los 42 km.

Esto todavía no explica mucho de la sentencia. “Rápido” para el atleta T puede ser, por ejemplo, correr 5 km en 15 minutos. Pero para el atleta Y, un corredor “rápido” es aquél que corre 10 km en 32 minutos. Uno podría profundizar el ejemplo en niveles cada vez más complejos, de acuerdo con las preguntas que los atletas podrían hacer, como: ¿Jorge es un corredor rápido en su categoría de edad? ¿Jorge es un corredor de largas distancias o de cortas distancias? ¿Jorge es un corredor rápido comparado a un corredor profesional o amateur? Y así sucesivamente. Por esta razón, los parámetros son tan importantes para “solucionar” la vaguedad. En este trabajo no se cree que hay un “problema de la vaguedad” que deba ser solucionado, sino que un fenómeno intrínseco de la lengua que debe ser identificado, estudiado y, en el contexto de la comunicación, adaptado. Otro punto que hay que considerar es que las creencias de los atletas, asociadas con la sentencia “Jorge es un corredor rápido” pueden casi inevitablemente cambiar a lo largo del tiempo, de acuerdo con la evolución del conocimiento que lleguen a tener sobre la disciplina “corrida de calle”, con la evolución de sus experiencias personales con las carreras, con el avance del conocimiento sobre la anatomía humana, o del conocimiento de las distintas categorías profesionales de atletas del running, etc. “Corredor” puede significar muchas cosas y, así, se puede considerar ahora el segundo fenómeno de restricción de significado considerado en este trabajo: la polisemia.

4.2 Holismo moderado y la polisemia.

La polisemia es un fenómeno lingüístico bastante reconocido y estudiado en los estudios lingüísticos y filosóficos del lenguaje. Es el fenómeno por el cual una sola palabra se asocia con dos o varios sentidos relacionados, como en el ejemplo dado por Falkum y Vicente (2015):

(1) Dibuja una línea;

(2) lee una línea;

(3) hay una línea alrededor de los ojos;

(4) hay una línea de malas decisiones.

El concepto general de polisemia contrasta con los conceptos de monosemia (una forma monosomática posee solamente un significado), por un lado, y con la homonimia (una forma homónima se asocia con dos o varios significados no relacionados), por el otro. La polisemia es un fenómeno dominante en los lenguajes naturales. Este fenómeno, así como la vaguedad, posee características que pueden ser explicadas a través del holismo semántico moderado, como se va a explicar más abajo.

Pasando a nuestro análisis del ejemplo del grupo de carrera: la palabra “corredor” se puede definir como: (i) cualquier persona que salga a trotar; (ii) un deportista que participa en alguna carrera competitiva; (iii) una galería abierta alrededor del patio de una casa o edificio; entre otros. Del mismo modo, “rápido” puede tener distintos significados, en distintos ámbitos como, por ejemplo, “rápido” como adverbio, que significa a gran velocidad o con rapidez. En España denominan “rápido” a un tipo de tren que es destinado al transporte de personas que solamente se detiene en las principales estaciones de su recorrido (lo que, en Canadá, en el sistema TTC llaman express bus). Finalmente, en el contexto del ejemplo sobre el atleta, la palabra “rápido”, sin parámetro, queda con innumerables posibilidades de significado, de acuerdo con la perspectiva de cada atleta involucrado en el contexto. Así, se observa que el contexto es parte fundamental para la definición de los significados y para la comprensión de estos fenómenos del lenguaje. Una perspectiva no-contextualista, por el contrario, tendría en este caso un desafío muy problemático en la explicación o, como muchos sugieren, en la “solución” de estos “problemas” del lenguaje.

Siguiendo con la perspectiva holística contextualista propuesta por Jackman (1999a, 1999b, 2006, 2015), el holismo moderado parece explicar de manera elegante la ocurrencia de estos fenómenos. En el caso de la vaguedad, a través del ejemplo del atleta T, un atomista que defiende que hay solamente un significado asignable para cada término de manera invariante y, consecuentemente, está de acuerdo con la tesis de inestabilidad podría decir que, como hay solamente un significado para cada expresión en una lengua, si los significados de “corredor” y “rápido” son, respectivamente, “deportista que participa en alguna carrera competitiva” y “que van a gran velocidad o que invierte poco tiempo”, no es posible para ningún atleta del grupo de carrera Ω entender de manera diferente lo que el atleta T enunció. Como ya fue tratado anteriormente, esta perspectiva es absurda y de ninguna manera es defendida en este trabajo.

Por esta razón se cree que el holismo moderado ofrece una explicación interesante para fenómenos de restricción de significado como la vaguedad. De acuerdo con lo que se ha presentado, observando una sentencia vaga como “Jorge es un corredor rápido”, naturalmente uno puede identificar que, observando el grupo de atletas, como en cualquier otro grupo, hay personas distintas, con experiencias lingüísticas distintas, con distintos niveles de conocimiento sobre el tema en cuestión (el running, en este caso), con distintos objetivos con relación a este deporte, con distintas visiones del mundo. Consecuentemente, la interpretación de los atletas de la sentencia “Jorge es un corredor rápido” no será unánime. Por lo mismo, si se trata de un grupo con intereses en común, con un vocabulario que muchas veces es muy específico, habrá una gran sensibilidad al contexto. Jackman (1999a) explicó que es posible admitir una relación creencias-significados del tipo “muchas-a-uno” porque lo que va a ofrecer la posibilidad de cambiar una creencia, pero sin que esto implique cambiar el significado de una palabra será el peso que los hablantes le darán a esa creencia en un contexto. Además del peso de la creencia, los hablantes a través del Principio de Caridad van a maximizar la relación creencia-significado con el objetivo de obtener la mejor comunicación posible. De esta manera, considerando la vaguedad uno puede observar simplemente un fenómeno lingüístico, propio de las lenguas, resultado de la “fluctuación” contextual de las creencias y su incidencia en los significados, de acuerdo con las intenciones de los hablantes. Si los hablantes ocupan el principio de caridad o, simplemente, especifican de una manera suficiente, a través de parámetros, el significado de cada término de la sentencia, la vaguedad desaparece:

Por ejemplo, en un contexto de conversación entre los atletas T y U, el atleta T puede enunciar:

Atleta T: “Jorge es un corredor rápido”

El atleta U puede interpretar este enunciado como diciendo que Jorge es un corredor rápido porque él es el más veloz de todos los atletas del grupo de carrera Ω.

A través de la adición de parámetros:

Atleta T: “Jorge es un corredor de 5 km rápido. Él corre esta distancia en 15 minutos.”

El atleta U puede interpretar que se dice que Jorge es efectivamente un corredor rápido. Además del hecho de ser el atleta más rápido del grupo de carrera Ω en la modalidad 5 km, con relación a otros atletas de carrera de calle, él es, definitivamente, un corredor rápido.

Los ejemplos nunca son agotados suficientemente. Los ajustes se hacen, como se ha presentado anteriormente, dentro de los contextos de los hablantes involucrados. El segundo ejemplo puede ser problematizado si uno busca juzgar la “rapidez” en los 5 km diferenciando carreras de calle respecto de carreras de pista. En carreras de pista, atletas que corren 5 km en 15 minutos no son rápidos. Generalmente los considerados “rápidos”, están en el grupo de atletas que corren entre 12:37 (actual récord mundial del etíope Kenenisa Bekele) y 14:00 minutos. Lo que también puede entrar en otro problema sobre grupos de creencias, porque en el caso del atleta de 5 km de pista, se habla del grupo de los “atletas profesionales” y uno podría juzgar que también corriendo en pista Jorge es un corredor rápido considerando el grupo de los atletas no-profesionales.

4.3 Holismo moderado y la ambigüedad

Según Kennedy (2011), la ambigüedad se asocia con expresiones correspondientes a todos los niveles de análisis lingüístico, desde los fonemas hasta los discursos, y se caracteriza por la asociación de una única cadena ortográfica o fonológica con más de un significado. Este fenómeno de indeterminación de significado puede tener consecuencias significativas, por ejemplo, si la redacción de un documento legal permite interpretaciones que apoyan juicios distintos. Pero también se puede emplear para efectos de humor, como en el ejemplo sugerido por Kennedy en su texto, que está en la serie de comedia británica “A bit of Fry and Laurie” de la década de 1980 (creada por Stephen Fry & Hugh Laurie).

FRY: You have a daughter, I believe.

LAURIE: Yeah, Henrietta.

FRY: Did he? I´m sorry to hear that. That must’ve hurt.

Este ejemplo ilustra un caso de la llamada ambigüedad fonológica, jugando con las pronunciaciones de los comediantes británicos del nombre “Henrietta” y la frase “Henry ate her”. En lengua española se podría ocupar un clásico ejemplo para este fenómeno:

(T) Él es conde.

(Y) Él esconde.

En (T) el lector interpreta “es conde” como un título de nobleza del sujeto. Por otro lado, en (Y) “esconde” es un tiempo del verbo esconder.

El próximo ejemplo hace uso de la ambigüedad léxica entre el nombre “Nancy” y el término de jerga británica “nancy”, que significa débil o afeminado cuando se usa como adjetivo. Observe:

FRY: Something I’ve always been meaning to ask you: How did you manage to keep Nancy for so long?

LAURIE: I’ve never been nancy, John.

En lengua española se puede ejemplificar este fenómeno de la siguiente manera:

(U) El hombre no pinta nada.

El lector puede interpretar de (U) que el hombre no posee ninguna habilidad para la pintura, así como puede interpretar la expresión “pinta nada” como referente a que el hombre no “entiende nada” sobre alguna situación específica.

Kennedy (2011) también enfatiza que hay casos de ambigüedad que no son intencionales, como en el anuncio clasificado siguiente:

FOR SALE: Mixing bowl set designed to please a cook with round bottom for efficient beating.

Este es un ejemplo de ambigüedad estructural, es decir, si el cocinero o el juego de tazón para mezclar tienen un fondo redondo (y si el fondo redondo soporta el batido eficiente de huevos, la harina o el batido eficiente del cocinero) depende de las relaciones estructurales entre los componentes de la oración, en particular, si with a round bottom se analiza como un modificador sintáctico del encabezado nominal por mixing bowl set o el encabezado por cook (cf. Kennedy, 2011, p. 511).

Ya con relación a la ambigüedad de alcance (scope ambiguity), en el ejemplo siguiente, (I) puede tener la interpretación (Ia) o la (Ib), dependiendo de si se entiende el cuantificador “todo” con alcance amplio incluyendo la negación o con alcance estrecho bajo la negación. Observe:

(I) Todo cocinero no era un loco.

a. Ningún cocinero era un loco.

b. No todos los cocineros eran locos.

Este ejemplo presentado por Kennedy (2011) es, en realidad, parte de un fragmento del discurso en el que queda claro que la interpretación pretendida es (Ib). Originalmente en inglés dice lo siguiente:

Every chef wasn’t a madman. Most weren’t, in fact. But many were and are, and the very best chefs, I knew, as I wrote my book at what my chef, Chef Pardus, would call production speed, were a little twisted in the dark spaces of their brain. (Ruhlman, 2001, p. 133).

Este párrafo podría ser utilizado para parafrasear (I) y destacar más fuertemente que la lectura pretendida es (Ib). Generalmente las ambigüedades de alcance que involucran cuantificadores y otras expresiones lógicas (como negaciones, otros cuantificadores, modales, verbos intensivos, entre otros) han desempeñado un papel importante en la teoría lingüística, ya que los diferentes métodos de computación del valor semántico involucran diferentes supuestos sobre la interfaz sintaxis-semántica (cf. Kennedy, 2011, p. 511).

Los tipos de ambigüedad que interesan más a este trabajo son: (i) la ambigüedad semántica; y (ii) la ambigüedad pragmática. Antes de explicar la distinción, hay que presentar los conceptos en cuestión. (i) ocurre cuando la ambigüedad afecta a un elemento de la frase que puede ser interpretado de maneras diferentes. Observe el ejemplo:

(O) El hombre quiere pelearse con un brasileño.

A través de (O) el lector no sabe si la persona con quien el hombre quiere pelearse se trata de cualquier persona de nacionalidad brasileña o si se trata de un brasileño en particular. El tipo (ii), en cambio, depende del contexto lingüístico y del hablante, en un momento específico. Observe el ejemplo:

(P) El joven golpeó la mesa con el cuchillo y lo rompió.

Por el enunciado (P) el lector no sabe si lo que se rompió fue la mesa o el cuchillo. Por esa razón, para solucionar este tipo de ambigüedad, se hace necesaria la adición de complementos en las sentencias. Estos dos tipos de ambigüedad son importantes para esta investigación por el hecho de que el holismo moderado de Jackman (1999a, 1999b, 2006, 2015) ayudaría a explicar las razones por las cuales ellos existen, a través del contextualismo metasemántico.

Hasta aquí se ha presentado el concepto general de ambigüedad y los tipos de ambigüedad estructural, fonológica, léxica, de alcance, semántica y pragmática. Pasando a la reflexión sobre el holismo moderado y la ambigüedad, en la misma perspectiva uno puede comparar cómo ven el holista radical y el holista moderado este fenómeno lingüístico. Sobre la ambigüedad, se puede sostener que este fenómeno es una consecuencia de un error de composición, de una “traducción radical” de una lengua a otra o de una ambigüedad intencional para fines humorísticos. Es muy común encontrar ejemplos del tipo: “El hermano de Juan dijo que se hará cargo de su trabajo”. En esta sentencia la ambigüedad está en los dos sentidos siguientes: (i) el hermano de Juan se hará cargo de su propio trabajo; o (ii) el hermano de Juan se hará cargo del trabajo de Juan.

Teorías no-holistas no son capaces de explicar este fenómeno de ambigüedad. Las razones son muy claras: por ejemplo, un atomista que defiende una relación restrictiva (de exclusividad) entre creencia y significado (lo que pasa por la relación uno-a-uno mencionada anteriormente) se compromete con la tesis de inestabilidad. Este compromiso hace que un atomista sea incapaz de explicar un “problema” de composición en la sentencia “El hermano de Juan dijo que se hará cargo de su trabajo”. Una teoría atomista no contempla la posibilidad de obtener más de una interpretación para esta sentencia. Un atomista defiende dos posibilidades en este caso: o la comprensión total, o la incomprensión total de la sentencia. Esto porque la interpretación se da a partir de la suposición de que los hablantes asignan los mismos significados a las palabras (por el hecho de que para cada palabra hay un único significado posible).

Por otro lado, en la versión holística moderada desarrollada por Jackman (1999a, 1999b, 2006 y 2015) y defendida en este trabajo, la ambigüedad, así como la vaguedad y la polisemia, pueden ser explicadas por esta teoría del lenguaje. La explicación es similar a las otras, pero es interesante enfatizar un punto: el valor contextual se sobrepone a la composición lingüística (en el espectro semántico de la ambigüedad). Volviendo al ejemplo presentado sobre la ambigüedad: “El hermano de Juan dijo que se hará cargo de su trabajo”. Como se ha mencionado anteriormente, uno puede decir que la causa de la ambigüedad tiene que ver con su modo de composición. Lo que es importante subrayar es que, independientemente del hecho de haber cualquier tipo de “problema” en la composición de la sentencia, la ambigüedad puede ser comprendida, interpretada y superada a través del contexto y el holismo moderado explica esto.

Este ejemplo, desde la perspectiva de un holista moderado, puede ser comprendido como uno en que hay involucrado más de un significado –lo que es natural en cualquier lengua– y el contexto se hará cargo de definir cuál será la interpretación apropiada para ella, excluyéndose cualquier problema con la ambigüedad. El posible contexto en que esta sentencia está involucrada, a partir del peso que el hablante va a asignar a cada creencia, no sufrirá grandes problemas de comprensión. El peso que el hablante de la sentencia “El hermano de Juan dijo que se hará cargo de su trabajo” va a asignar a la expresión “que se hará cargo de su trabajo” definirá cuál será la interpretación correcta: sea la interpretación (i), o sea la interpretación (ii). Lo que muchos lingüistas y filósofos del lenguaje hacen es buscar una radicalización en la tentativa de problematizar este tipo de fenómeno lingüístico, presentando sentencias aleatorias completamente fuera de los contextos. No se cree en este trabajo en lenguas fuera de contexto. Para comprender la lengua, sus especificidades –lo que incluye también estos fenómenos de restricción de significados– es necesario el campo pragmático. Se hace necesario, antes de un significado y un significante, por lo menos una pareja de hablantes interactuando, ajustando sus diálogos, maximizando sus creencias relacionadas a los objetos y, finalmente, comunicándose.

5. Conclusiones

No es novedoso que los distintos fenómenos del lenguaje representan un gran desafío para lingüistas y filósofos del lenguaje. El holismo semántico es una teoría bastante atractiva para aquellos que buscan comprender profundamente las relaciones entre las creencias, las expresiones lingüísticas y sus distintos significados.

Este trabajo tuvo el objetivo de presentar una versión del holismo semántico para mostrar que es posible admitir una versión menos problemática de esta teoría que, además de ser más estable, puede explicar fenómenos lingüísticos, como la vaguedad, polisemia y ambigüedad.

Fueron presentadas reflexiones sobre la lengua y el contexto a través de algunos ejemplos específicos, demostrando cómo el holismo moderado (una teoría del campo de la filosofía), que está directamente relacionado con el contextualismo metasemántico, explica de manera muy sobria la ocurrencia de estos fenómenos del lenguaje (que son temas tratados generalmente por los estudios lingüísticos).

Se cree que los estudios filosóficos del lenguaje y los estudios lingüísticos semánticos tienen una excelente oportunidad de expandir sus perspectivas sobre los fenómenos del lenguaje a través de una nueva mirada con relación al holismo semántico y sus implicancias. La lengua posee rasgos holísticos. Si se puede dar una nueva mirada sobre estos rasgos, tal como se ha hecho en este trabajo, mejor aún.

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