El poeta Gómez Rojas, Juan Gandulfo y otros camaradas de lucha. Personajes rebeldes que permanecen ocultos en la novela Hombres de Eugenio González
The poet Gómez Rojas, Juan Gandfulfo and other comrades. Rebel characters that stay hidden in the novel Hombres by Eugenio González
Citación: Fuentes Retamal, P. A. (2018). El poeta Gómez Rojas, Juan Gandulfo y otros camaradas de lucha. Personajes rebeldes que permanecen ocultos en la novela Hombres de Eugenio González. Logos: Revista de Lingüística, Filosofía y Literatura, 28(2), 279-292. DOI: 10.15443/RL2821
Dirección Postal: Los Castaños 115, Chiguayante, Región del Biobío, Chile.
DOI: doi.org/10.15443/RL2821
Pablo Andrés Fuentes Retamal
Universidad de Concepción
Chile
pfuentesr@udec.cl
Resumen: Este artículo estudia cuatro personajes de la novela Hombres (1935) de Eugenio González, con el propósito de develar las identidades de quienes sirvieron de inspiración al narrador en la construcción de la ficción novelesca.
Dado que Hombres se enmarca temporalmente en la dictadura de Carlos Ibáñez (1927-1931), el narrador oculta al poeta Gómez Rojas, el dirigente Luis Triviño, el médico Juan Gandulfo y el abogado Carlos Vicuña entre las páginas de la narración. Este procedimiento narrativo mantiene a salvo las identidades de quienes desafiaron al poder; por el contrario, evidenciar estos nombres y sus respectivas actividades, sin mediar resguardos, supondría estampar una denuncia en los aparatos de orden y seguridad.
Palabras clave: Eugenio González - Hombres - poder - resistencia - dictadura de Ibáñez
Abstract: This article examines four characters from the novel Hombres (1953) by Eugenio González in order to reveal the identities of those people who were an inspiration for the narrator to shape the fiction in novel.
Since Hombres is placed temporarily in Carlos Ibáñez’s dictatorship (1927-1931), the narrator decides to hide the poet Gómez Rojas, the union leader Luis Triviño, Dr. Juan Gandulfo and the lawyer Carlos Vicuña between the pages of the book. This narrative procedure keeps these people’s identities safe; considering that, making these names and activities evident would have represented a problem for the state security apparatus.
Keywords: Eugenio González - Hombres - power - resistance - Ibañez’s dictatorship
1. Eugenio González y su novela Hombres. Un relato escrito en el marco de la dictadura de Carlos Ibáñez1
—Es preciso obrar, compañeros, antes de que el tiempo traiga el olvido.
Eugenio González, Hombres.
Eugenio González Rojas (1903-1976) fue un académico que desarrolló importantes labores políticas y literarias. En el ámbito dirigencial fundó el Partido Socialista (1933), ejerció la senatoria por la cuarta agrupación provincial de Santiago (1949-1957), fue Rector de la Universidad de Chile (1963-1968), entre otras ocupaciones. El trabajo literario del profesor González abarcó tres novelas —Más Afuera (1930), Hombres (1935), Noche (1942) — y una compilación de cuentos titulada Destinos2 (1940).
Las actividades políticas de Eugenio González eclipsaron, injustamente, su producción literaria. Esta situación la evidencian los biógrafos del profesor, quienes se refieren, detalladamente, a su carrera política; mientras que su quehacer literario es resuelto en un par de líneas:
Siempre empeñado en difundir sus ideas sobre cambios sociales, (Eugenio González) fue Presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios a los 16 años. Presidente de la FECH a los 19 […]. A los 22 años se le designó Inspector extraordinario, para poner en práctica “La nueva Legislación Social”. A los 24, era Secretario de la Dirección del Trabajo; a los 29, Ministro de Educación del Gobierno Revolucionario de 1932. […] Por ocho años fue Senador. […] En 1933 había estado entre los fundadores de esa agrupación política (Partido Socialista) y entre 1948 y 1950 fue su Secretario General.
[…]
Entre 1957 y 1959 […] designado Director del Instituto Pedagógico y después Decano de la Facultad de Filosofía y Educación. Pero vino un nuevo llamado y aceptó […] ser Rector de la Universidad de Chile.
[…]
Mientras tanto, su actividad docente y literaria proseguía […]. Escribía novelas Más Afuera, Destinos, otro libro de cuentos. Noche es considerada una buena novela de la literatura chilena. (Contreras, 2011, p. 304)
Es interesante que esta semblanza desconozca la novela Hombres escrita por Eugenio González en 1935. Esta omisión no es inocente, pues el autor describe en este relato su experiencia en “la esfera de las organizaciones políticas de los pequeños núcleos libertarios” (Uriarte, 1973, p.956). Esta censura la promueven quienes valoran el legado del profesor desde una trinchera ideológica; por ejemplo, Luis Rivero3 subraya que González se identificó, únicamente, con el Socialismo, descreditando cualquier otra militancia:
Comprometido con la lucha social, el joven González se encuentra entre los fundadores del Partido Socialista a inicios de la década de 1930. […] Nunca adhirió a los populares movimientos anarquistas de la época, que hacían fuerza en las trincheras universitarias, sino que prefirió encauzar su inquietud política hacia la conformación de un Partido de índole obrera. (Rivero, 2001, p. 25)
Para desgracia de Luis Rivero, su afirmación fue contradicha por varios investigadores, quienes señalan que Eugenio González, antes de adherir al Socialismo, ejerció un importante liderazgo en los círculos libertarios. Así lo indica Juan Gómez Millas, quien apunta que González fue un “anarquista constructivo que influyó poderosamente en el movimiento obrero y estudiantil” (Osses, 1997, p. 6). Carlos Altamirano sugiere que muchos militantes socialistas, durante la juventud, adhirieron a otras ideologías; por ejemplo, Eugenio González participó con vehemencia en el movimiento ácrata (Salazar, 2011, p. 175). Fabio Moraga propone que Eugenio González, mientras lideró la Federación de Estudiantes de Chile, fue un militante ácrata que gestionó protección para los compañeros peruanos deportados por el Presidente Augusto Legía (Moraga, 2013, p. 186). Finalmente, el escritor González Vera añade que Eugenio González fue acosado por la dictadura de Ibáñez, a causa de sus antecedentes libertarios. El joven Eugenio intentó burlar el hostigamiento dictatorial, ocultándose en una mina; “soportó bien la humedad, el frío y el hambre, pero se le notaba irascible” (González Vera, 1951, p. 341).
A la luz de los hechos, estimamos equivocado negar el sustrato ácrata sobre el que Eugenio González construyó su identidad política, siendo improcedente valorar sus aportes culturales, a partir de su vinculación con el socialismo. Estas perspectivas simplistas le restan complejidad a una subjetividad susceptible a los devenires políticos y sociales del país.
El contexto biográfico descrito invita a rescatar el sustrato ácrata de Eugenio González y a estudiar su novela Hombres, pues este relato denuncia la “represión contra aquellos sujetos que soñaban con establecer la felicidad del pueblo” (Acevedo, 1973, p. 8). Ricardo Latcham se encarga de precisar el argumento de Hombres en el siguiente párrafo:
Esta novela describe los movimientos sociales y huelgas obreras de los años 30. […] la acción se centra en una huelga de unos obreros del calzado, que inicialmente recibe el apoyo de otros sindicatos, pero que poco a poco se va debilitando hasta concluir en una derrota total. (Osses, 1997, p. 11)
Fernando Uriarte completa esta información, añadiendo que Hombres transcurre en “Santiago del año treinta […] aquel tiempo se puede recordar de varias maneras. Lo que mi generación podría decir, tendría el sabor de la adolescencia recién degollada en el silencio de los barrios” (Uriarte, 1973, p. 956).
Recordemos que la dictadura de Ibáñez persiguió y castigó, severamente, a sus opositores. Los conglomerados ácratas y comunistas padecieron estos rigores, pues el régimen totalitario anuló a la oposición desde un comienzo. Un decreto de esta época evidencia los esfuerzos de Ibáñez por silenciar a sus detractores:
Desde hoy, en consecuencia, no habrá en Chile ni comunismo ni anarquismo. El control del país no pueden tenerlo, justificadamente, desplazados de la cosa pública, como no lo tendrán tampoco los que han tenido la audacia de reemplazar nuestra bandera por el trapo rojo. (Flores, 1993, p. 24)
La agenda de Ibáñez enfatizó en la campaña antianarquista y anticomunista. En este sentido, se prohibieron los símbolos rebeldes y las conductas que promovieron el desacato:
La bandera roja no puede usarse como insignia dentro del territorio de Chile porque ella simboliza la anarquía y el desorden, el libertinaje y los peores horrores […] en el futuro el personal de Carabineros procederá de hecho contra los manifestantes que ostenten banderas rojas y les impedirá toda clase de manifestación, procediendo a destruir estas banderas. (Flores, 1993, p. 24)
Los ciudadanos que no comulgaron con Ibáñez fueron acusados, rápidamente, de opositores. El desacato tuvo por sanción el relegamiento en sitios apartados de los núcleos urbanos4. Esta medida represiva fue habitual y afectó a cientos de chilenos5, entre ellos, al profesor Eugenio González, quien fue relegado a isla Más Afuera6, en el archipiélago Juan Fernández (Flores, 1993, p. 40).
Los horrores que padeció Eugenio González le otorgan relevancia al estudio de Hombres, pues este relato testimonia la represión que ejerció Ibáñez contra los ciudadanos que se opusieron al régimen. En este sentido, es necesario aclarar que Hombres no sólo describe las políticas autoritarias de la época, sino que, también, pormenoriza las estrategias de resistencia que desafiaron al poder totalitario.
Las lecturas críticas que estudiaron Hombres tienden a la convergencia, ya que, se enfocan en un mismo aspecto de la narración: el fracaso de aquellos sectores rebeldes que intentaron desestabilizar el poder dictatorial, una labor compleja que terminó por diluirse y resultar infructuosa. Óscar Vera inaugura este ciclo de lecturas críticas en 1935, tras la publicación de Hombres. Este análisis sugiere que la novela aborda el “fracaso de algunos sujetos, empeñados […] en una tarea social demasiado pesada para ellos” (Vera, 1935, p. 323). Ricardo Latcham comparte esta opinión, agregando que el relato de González convoca un “clima de fracaso y desencanto en la pintura de tipos revolucionarios desengañados de sus propios esfuerzos” (Latcham, 1936, p.4). Años más tarde, pero en la misma senda crítica, Darío Osses propone que Hombres examina “los problemas endémicos de la izquierda: la fragmentación y las divisiones internas, la infiltración de los grupos de vanguardia por los organismos de seguridad, y la veleidad de ciertos sectores militantes” (Osses, 1997, p.15). Daniel Noemí añade una valoración similar para referir la fragmentación de los segmentos políticos que son descritos en Hombres: “los anarquistas rechazan a los socialistas y comunistas, y con ello debilitan el movimiento” (Noemí, 2013, p. 270). Únicamente, González Vera propone una lectura que aborda otros aspectos del relato. El escritor sugiere que lo subjetivo predomina en Hombres, pues los personajes “se definen y diferencian por la acción y el diálogo” (González, 1935, p. 13).
Nuestra propuesta reflexiva se desprende de las palabras pronunciadas por Eugenio González pronunció en una entrevista. El profesor se refirió en aquella oportunidad a los aciagos años treinta, individualizando a quienes fueron sus camaradas en la lucha contra la dictadura de Ibáñez:
En 1930 fue el proceso de los subversivos. Los nombres de Juan y Pedro Gandulfo Guerra, Julio Valiente, Roberto Meza Fuentes, Manuel Rojas, José S. González Vera, Santiago Labarca, Arturo Zúñiga Latorre, Domingo Gómez Rojas... La tremenda represión contra aquellos hombres que soñaban con establecer la posible felicidad del pueblo, que se agrupaba a las puertas de la Federación, que concurría desde las fábricas y talleres, de los conventillos obscuros, húmedos llenos de todos los fríos. El gesto rudo del trabajador que alzaba sus puños y sus voces en demanda de un bienestar… Yo estaba allí… sufrí la represión… (Acevedo, 1973, p. 10)
El listado que elabora Eugenio González motiva nuestro ejercicio crítico. La hipótesis que acoge este artículo propone que el narrador de Hombres oculta en su relato a ciertos sujetos rebeldes, puntualmente, al poeta Gómez Rojas, el dirigente sindical Luis Triviño, el médico Juan Gandulfo y el abogado Carlos Vicuña. Los resguardos que asume el narrador al cifrar a estos rebeldes en el relato, se justifican luego de considerar la persecución que dispuso Ibáñez contra sus opositores. De no mediar resguardo alguno, exhibir las identidades y actividades de estos disidentes supondría exponerlos a los rigores de una dictadura infame y cruel.
El marco teórico que sostiene esta lectura crítica fue pensado por Ricardo Piglia en Crítica y ficción (1986). Este pensador sugiere que la Literatura es el “Arte de lo implícito”, en tanto, existen puntos ciegos del relato cuyos “secretos” sólo pueden ser develados por un lector único (Piglia, 2001, p. 138). De este modo, el narrador cifra en el relato, tal como si fuesen delitos, los materiales políticos e ideológicos de la narración. A su vez, una lectura meticulosa, a modo de detectives, consigue revelar los enigmas que se ocultan en el relato. En otras palabras, Piglia invita a pesquisar huellas, indicios y señales para descifrar los enigmas que el narrador disimula en el relato.
La acumulación de “detalles sobre detalles” conforma un puzle cuyas piezas, mediante un funcionamiento coherente y organizado, revelan las identidades de aquellos individuos que se ocultan en la diégesis. En otros términos, el convite es a valorar en el ejercicio escritural un proceder criminal, en tanto que en la lectura las indagatorias de un investigador policial (Piglia, 2001, pp. 5-14).
A partir de la propuesta teórica de Piglia, elaboramos categorías de análisis que facilitan el reconocimiento de aquellos sujetos históricos que permanecen ocultos tras los personajes de Hombres. Estos indicios son de índole: biográfico, curricular, prosopográfico, militante, escritural, amical y ético. La operativización de estos registros favorece la exploración e identificación del poeta Gómez Rojas, el médico Juan Gandulfo, el dirigente Luis Triviño y el abogado Carlos Vicuña.
Estimamos que los objetivos que pretende este ejercicio crítico son provechosos, pues abordan tópicos que permanecen ignorados por la crítica literaria y, además, procuran resolver el enigma que el narrador cifró en las páginas de Hombres.
2. El poeta Gómez Rojas, el dirigente Luis Triviño y el médico Juan Gandulfo. Militantes ácratas que permanecen ocultos en la novela Hombres
Porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas, de proclamarse en lo que son, levantarían dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin.
José Martí, Carta a Manuel Mercado.
Las pormenorizaciones que sugiere el narrador de Hombres para los personajes que desafían a la dictadura ibañista son relevantes para nuestros intereses. Un análisis minucioso de estas descripciones permite develar las identidades de aquellos sujetos que se ocultan en la narración. El narrador puntualiza a uno de estos personajes con las siguientes palabras: “tuberculoso y melancólico, que para acentuar su rebeldía firmaba Luzbel, un joven estudiante de Leyes, de cara pálida y constelada de espinillas” (González, 1935, p. 52).
Nuestra propuesta crítica estima que tras los rasgos descriptivos anteriores se oculta la identidad del poeta José Domingo Gómez Rojas (1896-1920), “líder del vigoroso movimiento estudiantil que, hacia el año 1920, se erguía un actor relevante en la escena nacional” (Alburquerque, 1999, p. 153).
El primer indicio que conduce hasta el autor de Rebeldías líricas son las referencias académicas que el narrador menciona para su personaje: “un joven estudiante de Leyes” (González, 1935, p. 52). Una lectura minuciosa considera en este antecedente curricular una sincronía biográfica con el poeta Gómez Rojas. Recordemos que este joven vate, luego de terminar sus Humanidades en el Liceo Manuel Barros Borgoño, ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile (Alburquerque, 1999, p. 153). De este modo, la formación académica de Gómez Rojas concuerda con los antecedentes puntualizados en Hombres para el personaje que colabora, asiduamente, con los periódicos ácratas.
El segundo indicio que sugiere que el poeta Gómez Rojas se oculta entre las páginas de Hombres es un rasgo de índole escritural. El narrador de Hombres menciona que su personaje, para acentuar su rebeldía, firma con el seudónimo: “Luzbel” (González, 1935, p.52). Luego de revisar la producción lírica gomezrojiana, hallamos en el poema “Habla Luzbel” las referencias escriturales que vinculan al poeta Gómez Rojas con el personaje descrito en Hombres. Esta composición lírica, antologada en Rebeldías líricas (1921), expresa lo siguiente:
Habla Luzbel y dice:
Escuchadme los cielos...!
Soy arcángel caído por mis locos anhelos,
soy rebelde sublime y mi estirpe es divina
y mis labios modulan formidable doctrina,
mis palabras son fuego, mis pupilas enhiestas
tienen brillo salvaje. (Gómez Rojas, 1940, p. 59)
Este poema es un canto de protesta que anuncia la insurrección de los oprimidos. Por consiguiente, cuando el narrador de Hombres menciona que su personaje refiere a Luzbel en su escritura, establece vínculos textuales que dialogan con los rasgos estilísticos propuestos por Gómez Rojas en su producción lírica.
Remitiéndonos a nuestro marco teórico, indicamos que otorgar un funcionamiento coherente y organizado a los indicios que presenta el relato permite descifrar los enigmas que el narrador mantienen ocultos en la diégesis (Piglia, 2001, pp. 5-14). La aplicación de estos principios teóricos evidencia convergencias importantes entre el sujeto novelesco descrito en Hombres y el poeta José Domingo Gómez Rojas.
A las sincronías anteriores se añaden pistas de carácter prosopográfico. Recordemos que el narrador describe la fisonomía de su personaje con las siguientes referencias textuales: “un joven […] de cara pálida y constelada de espinillas” (González, 1935, p. 52).
El diputado Carlos Vicuña nos auxilia en esta tarea mediante su texto La tiranía en Chile. Libro escrito en el destierro (1938). El autor rememora en sus memorias algunas experiencias de vida en compañía de Gómez Rojas, por ejemplo, indica que el poeta “era un jovencito pálido y delgado, pequeñito de cuerpo, de grandes ojos negros” (Vicuña, 2002, p. 85). De este modo, quien conoció en persona a Gómez Rojas, acredita que la fisonomía propuesta por el narrador de Hombres concuerda con el aspecto físico del poeta.
El último antecedente que vincula al sujeto novelesco y al poeta Gómez Rojas se explica al atender las dolencias físicas padecidas por uno y otro. Recordemos que el narrador de Hombres indica que su personaje es “tuberculoso” (González, 1935, p. 52). Este padecimiento cobra relevancia al remitir las circunstancias en que se produjo el deceso de Gómez Rojas.
Téngase presente que el poeta publicó “Miserere” en Selva lírica (1917). Gómez Rojas utilizó el seudónimo “Daniel Vásquez” al firmar esta composición lírica. Para darle credibilidad a este apodo, Gómez Rojas se adjudicó la representación de Vásquez en sociedad, cuyas ausencias justificó, a razón de un cuadro tuberculoso. El escritor Manuel Rojas se refiere a esta anécdota en revista Babel:
No queriendo quizás aparecer, de buenas a primeras, […] Chumingo7 inventó un poeta: Daniel Vásquez, a quien adjudicó la paternidad de las poesías que fue escribiendo.
[…]
— ¿Quién es ese poeta? —le preguntaban.
Un muchacho tuberculoso.
— ¿Dónde vive?
—Muy lejos y en una casa muy pobre.
—Queremos conocerle.
—Prefiere no ser conocido. (Rojas, 1945, pp. 8-27)
Probablemente, este acontecimiento facilitó la circulación de aquellos rumores que acusaron a la tuberculosis de arrebatarle la vida a Gómez Rojas. Esto yerro se suma a la información errónea divulgada por algunos estudios literarios, por ejemplo, Andrés Gómez indica que el poeta falleció aquejado de “tuberculosis en el manicomio” (Gómez, 2005, p. 79). Si bien el poeta Gómez Rojas murió en la Casa de Orates, el deceso fue causado por las torturas padecidas en la Penitenciaría de Santiago8, en ningún caso, a causa de la tuberculosis:
Gómez Rojas se desvela, come mal, no dispone de libros y, además, le mojan la habitación. Es presa de horribles obsesiones y termina por enajenarse.
[…]
Un loco que habita la celda paredaña golpea, sin cesar en el catre, treinta, setenta horas. Gómez Rojas lleva la cuenta hasta los diez mil golpes, y comienza a sufrir terrores y grita. Le conducen a la Casa de Orates y ahí muere a las diez y media de la mañana, del veintinueve de septiembre de mil novecientos veinte. (González Vera, 1951, pp. 1-290)
De este modo, añadimos una sincronía de índole biográfica entre el sujeto novelesco y Gómez Rojas. Aunque esta convergencia muestra datos imprecisos, es interesante que suceda, a razón de acontecimientos puntuales en la vida del poeta. Entonces, cuando el narrador refiere un episodio tan singular en la vida de Gómez Rojas está demostrando su interés en episodios puntuales del acontecer biográfico del poeta.
En definitiva, las sincronías académicas, escriturales, fisionómicas y biográficas analizadas, demuestran que tras un personaje de la novela Hombres se oculta el poeta Gómez Rojas. Estos indicios confirman nuestros supuestos, pues, siguiendo a Ricardo Piglia, una lectura meticulosa y bien informada consigue develar los enigmas que el narrador cifró en el relato.
Estimamos interesante que el narrador evite nominar a este sujeto novelesco y sólo se limite a pormenorizar sus rasgos descriptivos. Consideramos que estos resguardos constituyen una estrategia de resistencia a la dictadura del Coronel Ibáñez, pues este recurso narrativo salvaguarda el legado del poeta Gómez Rojas.
El historiador Sergio Grez Toso señala que el universo libertario santiaguino de los años treinta convergió en un mismo lugar: el Centro de Estudios Sociales Francisco Ferrer (Grez, 2007, p. 248). Esta institución, ubicada en calle Tocornal 638, cobijó a quienes comulgaron con el sentir ácrata, entre ellos, al dirigente Luis Armando Triviño (1893-1931). Dirigente anarcosindical cuya identidad estimamos oculta entre las páginas de Hombres.
El narrador nomina “Baeza” al personaje que vinculamos con Luis Triviño. Este sujeto novelesco es descrito en la ficción novelesca mientras contribuye con algunos periódicos anarquistas: “los colaboradores más asiduos eran Baeza, alias Juan Pueblo” (González, 1935, p. 52).
La prensa libertaria de la época registra varios artículos firmados con el seudónimo “Juan Pueblo”. De acuerdo con el médico Juan Gandulfo, de quien nos ocuparemos más adelante, el autor de estos textos fue Luis Armando Triviño, quien se valió de esta firma para difundir su labor política y evadir las restricciones impuestas por el poder totalitario:
Escribe en los periódicos, actúa en las huelgas, perora en los mítines y asambleas, organiza editoriales, funda sindicatos y centros de estudios, vende libros y folletos, distribuye proclamas. Juan Pueblo, Juan Harapo, Juan Subversivo, Luis A. Pirson, Luis Soto, Luis A. Triviño; son distintos nombres y un solo hombre nada más. (Muñoz, 2009, p. 58)
De este modo, el primer indicio que conduce a Luis Triviño es una sincronía de índole onomástica, pues Baeza, el sujeto novelesco, utiliza el mismo seudónimo que el dirigente Triviño al registrar sus contribuciones en la prensa libertaria.
El material que firmó Luis Triviño, utilizando el registro “Juan Pueblo”, es escaso y difícil de conseguir. Sólo podemos mencionar el folleto antielectoral Lo que dijo y oyó Juan Pueblo (1918) que fue rastreado por Víctor Muñoz. Este investigador señala que dicho manuscrito: “era un acopio de argumentación aplastante para los que creen sinceramente en la virtualidad de los poderes constitutivos, tomando la política como un medio de emancipación social” (Muñoz, 2009, p. 18).
Los resguardos que asumió Luis Triviño al firmar sus escritos con seudónimos fueron necesarios, ya que este militante ácrata padeció en carne propia los excesos de la dictadura ibañista. Carlos Vicuña indica que, luego del allanamiento al local de la IWW9, la policía elaboró un cuadro detallado con los nombres y rasgos de los líderes sindicales, quienes luego fueron perseguidos por el poder totalitario. Luis Triviño figura entre los acosados por la dictadura:
Detenido en Santiago, trasladado a Valparaíso, junto con muchos otros, logró escapar a esa odisea, fingiéndose boliviano y mostrándose dispuesto, y aún urgido, a regresar a su patria. Su comedia tuvo éxito, y logró llegar a la Paz, de donde más tarde tuvo que salir perseguido por el gobierno de Bolivia. (Vicuña, 2002, p. 419)
El segundo indicio que vincula a Baeza, el personaje novelesco, con el dirigente Luis Triviño es una sincronía de índole literaria y oratoria. El narrador de Hombres se refiere a estas habilidades de su personaje: “Baeza iba continuamente […] en busca de libros. Discutía hasta el alba, jugando con las ideas más arbitrarias… Hablaba en público como un discípulo de Zaratustra” (González, 1935, p. 124).
La valoración de esta cita se facilita gracias el trabajo de Víctor Muñoz, estudio que rescata la obra y el legado de Luis Triviño. Esta investigación destaca un apunte escrito por el líder sindical mientras estuvo recluido en la prisión de San Felipe (1914). Esta anotación evidencia la predilección de Triviño por la lectura, además, destaca la importancia que le adjudicó al ejercicio intelectual en la formación del sujeto revolucionario:
Amigos: ajusticiados como soy yo.
Les recomiendo la lectura, pues la lectura es pan, es el único alimento para nuestras mentes ignorantes y preñadas de prejuicios, asilo de fanatismos, pasto de injusticias y atropellos, donde nuestros amos nos pisotean y nos colocan de pedestal sobre nosotros y se yerguen ebrios de hipocresía, de lujo, sedientos de sangre y poderío.
Compañeros ajusticiados, víctimas del actual régimen, recomiendo la lectura; pues así conoceréis tus derechos pisoteados y sabrás comprender, que nuestra existencia hoy no es la vida que nos ha dado la naturaleza.
Hermanos de presidio, adelante, leed. (Muñoz, 2009, p. 96)
González Vera evidencia las capacidades oratorias de Triviño en el texto autobiográfico Cuando era muchacho (1951). El escritor destaca las competencias declamatorias del dirigente ácrata en el siguiente párrafo:
Triviño tenía su taller en la plaza San Isidro. Sus ojos eran vivos, y su temperamento encendido. Nadie le aventajaba como orador popular. Se expresaba en imágenes, con gran vehemencia, casi arrebatadoramente, pero le era indispensable mirar al suelo o hacia la lejanía para ir organizando su discurso. (González Vera, 1951, p. 260)
Hasta esta parte, las convergencias entre Baeza, el sujeto novelesco, y el dirigente Luis Triviño se suscitan en dos frentes: a nivel escritural, pues ambos firman sus trabajos con el mismo seudónimo, y en relación con sus intereses y capacidades, dado que uno y otro, vibran con la lectura y la oratoria.
Volviendo a Hombres, es interesante destacar el siguiente comentario del narrador para este personaje: “En el fondo era un muchacho lleno de ensueños y lecturas, de carácter blando, dotado de una capacidad de simpatía que vibraba al menor roce con la vida” (González, 1935, p. 124). Estas referencias, a simple vista, parecen irrelevantes; sin embargo, una mirada atenta y bien informada, reconoce en estas referencias textuales alusiones a la biografía de Luis Triviño.
El consentimiento del narrador con este personaje deja entrever un curioso episodio en la biografía de Triviño. Cuando el ácrata se presentó en las reuniones obreras, despertó profunda desconfianza entre quienes serían sus pares de acracia, debido a sus vestimentas militares. Juan Gandulfo, amigo personal de Triviño, comenta esta singular anécdota:
Hace unos años, apenas, apareció un muchacho vestido de militar en el “Centro Ferrer”. La mayoría tuvo una sonrisa compasiva de él; […] El “milico” frecuentó, después, todos los locales de propaganda y paseó su mirada inquieta y curiosa por todo lo que en sus manos cayó. Los escépticos se sonreían y hasta pensaron en un espía del gobierno que actuaba entre los grupos anarquistas. (Muñoz, 2009, p. 16)
De esta manera, cuando el narrador menciona que Baeza, “en el fondo, era un muchacho lleno de ensueños […] de carácter blando” (González, 1935, p. 124), está refiriendo el rechazo, y posterior aceptación de Triviño, en los núcleos obreros. Una lectura minuciosa, a modo de detectives, considera que este indicio ofrece información suficiente para establecer vínculos entre el dirigente anarcosindical y el sujeto novelesco; en palabras de Ricardo Piglia, estas pistas son antecedentes que permiten decodificar el enigma cifrado por el narrador en las páginas de Hombres.
Los resguardos que asume el narrador al ocultar la identidad de Triviño en las páginas del relato son necesarios, ya que la actividad política de este dirigente ácrata se diluyó, por completo, durante el régimen de Ibáñez (Muñoz, 2009). Por consiguiente, haber apuntado el nombre de Triviño en la diégesis y declarar sus actividades e intereses, supondría estampar una denuncia en los órganos de seguridad del Estado.
La ficción novelesca de Eugenio González pormenoriza a Baeza en compañía de un médico que lo secunda en las actividades solidarias organizadas por el sindicato de obreros. Las descripciones de este facultativo son provechosas para nuestra lectura, pues estimamos que el narrador pensó estas referencias textuales, a partir de la identidad del médico Juan Gandulfo Guerra (1895-1931):
Al día siguiente, muy de mañana, llegó Baeza, el anarquista, en compañía del secretario general del sindicato […] Habían sabido por un compañero que vivía cerca del conventillo de la enfermedad de misiá María.
[…]
A mediodía volvieron con un médico amigo que trabajaba en el hospital. Era un joven recién salido de la Escuela de Medicina que también participaba en el movimiento obrero. (González, 1935, p. 118)
El primer indicio que conduce hasta Juan Gandulfo es el vínculo amical que el narrador describe para Baeza, quien es descrito en compañía de un joven médico. Si consideramos que Baeza es el heterónimo de Luis Triviño, podemos suponer que el facultativo que lo acompaña en el relato es Juan Gandulfo, pues Triviño celebró un fuerte vínculo amical con este médico (Muñoz, 2009, p. 16).
El narrador de Hombres menciona que el facultativo retratado se distingue por su “compromiso y participación en el movimiento” (González, 1935, p. 118). Estas palabras dialogan con las iniciativas impulsadas por Gandulfo en el marco de su militancia libertaria. Este galeno fue detenido durante el asalto a la Federación de Estudiantes y luego fue trasladado hasta la Penitenciaría de Santiago. Las iniciativas que Gandulfo impulsó durante el encierro reflejan su compromiso ácrata:
Se le mantuvo preso por varios meses […] En la reclusión Gandulfo no se echó a morir. Era poco romántico y nada caviloso. Todo fue dar unas vueltas por las galerías, apreciar el aspecto de los penados y comenzar el examen de cada uno. Curó a cuantos pudo, les organizó una biblioteca, hizo instalar un consultorio, consiguió que los de mejor conducta pudieran recibir en privado a sus mujeres, lo que causó la más atroz melancolía de los presos célibes, impuso medidas de profilaxis y encontró trabajo para todas sus horas. (González Vera, 1951, p. 308)
El médico Gandulfo desarrolló importantes labores sociales en beneficio de los sectores más carenciados. La investigación de Fabián Pavéz indica que, a fines de 1922, el facultativo gestionó un centro de atención primaria cuyo éxito fue halagador, reuniéndose más de mil pesos para su instalación, instrumental quirúrgico y hospitalario. Fue tal el reconocimiento de esta iniciativa que luego del fallecimiento de Gandulfo se refundó el proyecto bajo el nombre “Policlínico Obrero Juan Gandulfo Guerra”, en reconocimiento a la labor de su patrocinador (Pavéz, 2009, p. 430).
De este modo, el “compromiso y participación en el movimiento” (González, 1935, p. 118) puntualizado en Hombres para el médico anarquista, converge con las iniciativas impulsadas por Juan Gandulfo Guerra. Remitiéndonos a nuestro marco teórico, señalamos que los indicios de orden amical, curricular, laboral y políticos analizados, conforman un puzle cuyas piezas evidencian la identidad de este médico libertario en las páginas de Hombres.
3. Carlos Vicuña Fuentes. El abogado que desafió a Ibáñez y solidarizó con las víctimas de la dictadura
El momento de mayor tensión en el desarrollo de las acciones narrativas se presenta cuando la policía arresta a un grupo de obreros para responsabilizarlos de la detonación de bombas. El narrador se refiere a estos sucesos con las siguientes palabras: “Habían apresado a Zapata, a Rojas y a Céspedes, el electricista. El caso era grave. La policía había obrado con seguridad como si estuviera perfectamente informada de los propósitos del grupo, y las actividades” (González, 1935, p. 89).
Estos episodios de la novela son provechosos para nuestros intereses, pues consideramos que la identidad de Carlos Vicuña Fuentes (1886-1977) se oculta tras las descripciones del defensor judicial. El narrador pormenoriza las labores de este jurista popular en la siguiente referencia textual: “Negaron todo… sin embargo, los van a condenar. El abogado que los defiende —un compañero del partido socialista— me dijo que por lo menos les saldrían tres años” (González, 1935, p. 123).
El indicio que conduce hasta Carlos Vicuña Fuentes es la militancia “socialista” que se menciona en la ficción novelesca para el abogado defensor. Recordemos que Vicuña, además de ejercer el derecho, desarrolló un importante trabajo político, pues su nombre figura entre los fundadores del Partido Socialista Republicano11.
Luego de estudiar la producción escrita de Vicuña Fuentes identificamos un párrafo en su alegato Ante la corte marcial12 (1931) que nos proporciona información valiosa. El abogado presentó este texto al Tribunal de Guerra de Talcahuano para fundamentar su militancia socialista y descreditar aquellas voces inquisitorias que, a causa de su rebeldía, lo vincularon con los sectores más reaccionarios de la izquierda: “También he sido llamado comunista, y esto es más gratuito todavía. Yo he combatido la idea comunista entre los obreros y estudiantes, no por criminal ni por malvada, ni siquiera aún por peligrosa, sino porque es socialmente falsa” (Fuentes, 1931, p. 19).
Por consiguiente, el primer indicio que vincula al abogado puntualizado en Hombres con el abogado Carlos Vicuña es un vínculo de orden político, pues ambos sujetos militan en el Socialismo. Este indicio toma fuerza luego de considerar que Carlos Vicuña ejerció una férrea defensa de los ácratas perseguidos por el poder totalitario. Aunque este abogado no comulgó con el anarquismo13, creyó un deber ético defender a los ciudadanos que padecieron la violencia de Estado:
Defendí a los anarquistas de los infames procesos e indignas persecuciones de que eran víctimas. Porque todos esos procesos eran sólo una maquinación criminal del gobierno en contra de obreros indefensos que simpatizaban con la oposición. El anarquismo era sólo un pretexto para perseguirlos y para desacreditar al adversario, y aunque hubiera sido un motivo real, no incumbía ni incumbe a los poderes temporales inmiscuirse en el seno sagrado de la conciencia, ni averiguar siquiera qué teorías prenden en el alma del pueblo. (Vicuña, 1931, p. 17).
En definitiva, los indicios que vinculan al abogado descrito en la novela Hombres con el abogado Vicuña Fuentes son de índole curricular, político y ético. En primer orden, ambos sujetos ejercen la abogacía; en segundo término, uno y otro, militan en el socialismo; además, ambos individuos sobreponen sus diferencias políticas en beneficio de los ácratas perseguidos por la dictadura. En relación con nuestro marco teórico, sostenemos que, efectivamente, un estudio meticuloso de los detalles de la narración consigue revelar los materiales políticos e ideológicos que el narrador disimula entre las páginas del relato.
Los resguardos que asume el narrador al evitar nominar a Carlos Vicuña en las páginas de Hombres son absolutamente necesarios, pues durante el régimen de Ibáñez este abogado fue relegado a Punta Arenas. Más tarde, Vicuña participó en “el vuelo del avión rojo” , proyecto fallido que intentó derrocar a la dictadura. Estos actos rebeldes sentenciaron a Vicuña Fuentes a diez años de prisión (Ljubetic, 2003).
4. Palabras finales
Eugenio González Rojas retrata en Hombres la persecución que ejerció la dictadura de Carlos Ibáñez contra los sectores opositores, principalmente, el acecho de los segmentos anarquistas de la época. Este relato no sólo pormenorizar los dispositivos de orden que dispuso el poder totalitario, sino que también puntualiza las estrategias de resistencias que desplegaron los sectores rebeldes. Este contexto narrativo permite que el autor ponga de manifiesto sus antecedentes libertarios y, además, consiga vindicar el liderazgo de quienes fueron decisivos en la configuración del espectro político de los años treinta.
De esta manera, el narrador de Hombres procede a ocultar las identidades y las actividades de aquellos sujetos que le sirvieron de inspiración a la hora de construir la ficción novelesca. Este procedimiento narrativo mantiene a salvo al poeta Gómez Rojas, el dirigente Luis Triviño, el médico Juan Gandulfo y el abogado Carlos Vicuña. De no mediar ningun resguardo, apuntar estos nombres en la narración supondría declarar en favor de la dictadura y sus organismos de orden y seguridad.
Las precauciones que asumió el narrador al camuflar a Gómez Rojas en las páginas de la narración se justifican al considerar las labores políticas ejercidas por el poeta en el brazo sindical del anarquismo. Lamentablemente, de las atrocidades que cometió el poder totalitario nos hablan el encarcelamiento, locura y muerte del vate.
El narrador también asume consideraciones al ocultar a Luis Triviño, pues este dirigente anarcosindical se rebeló a los intereses del poder. Estas precauciones también fueron necesarias, pues, como ya se dijo, Triviño padeció los rigores de la dictadura, ya que durante el régimen de Ibáñez su rastro se diluyó por completo. A pesar de estos resguardos, el narrador entrega las pistas necesarias para que un lector, minucioso y bien informado, consiga identificar a este líder sindical en las páginas de Hombres.
Las iniciativas sociales que impulsó Juan Gandulfo justifican los resguardos que asume el narrador al ocultar la identidad de este médico en la diégesis. En esta oportunidad, las huellas de índole amical, política y de gestión hospitalaria bosquejan al facultativo en el relato.
Finalmente, la identidad del abogado Carlos Vicuña corre la misma suerte de quienes desafiaron a la autoridad. Estas precauciones son acertadas, pues durante el régimen de Ibáñez este defensor popular fue sentenciado a diez años de presidio y, además, fue relegado a Isla de Pascua, debido a su férrea oposición a la dictadura.
En definitiva, comprobamos que las huellas, indicios y señales apropiadas consiguen develar las identidades de aquellos sujetos que el narrador cifró entre las páginas del relato; en otras palabras, una lectura minuciosa que se detiene en los detalles de la narración permiten decodificar los enigmas que el narrador cifró entre los materiales políticos e ideológicos del relato.
Estimamos provechoso extender los parámetros de reflexión propuestos en este artículo a otros relatos escritos por Eugenio González en el marco de la dictadura de Carlos Ibáñez, nos referimos, puntualmente, a Más Afuera (1930). Esta novela retrata el confinamiento político del autor en el archipiélago Juan Fernández junto a otros opositores a la dictadura. Posiblemente, el narrador de Más Afuera dispuso procedimientos estéticos similares a los desplegados en Hombres al retratar la cotidianeidad padecida por los prisioneros políticos en el campo de concentración. De la misma manera, sería interesante estudiar los procedimientos estético-narrativos que dispusieron los narradores de otras novelas escritas en este marco histórico, nos referimos a Los trágicos días en Más Afuera (1931) de Roberto Meza, Avalancha (1931) de Diego Muñoz y La novela de un perseguido (1931) de Alberto Romero. El estudio de este corpus novelístico bosquejará, en palabras de Gilles Deleuze, el pueblo que falta; es decir, aquellos sujetos silenciados por el poder que permanecen “presa de un devenir revolucionario […] en perpetuo devenir, siempre inacabado” (Deleuze, 1975, p. 15).
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Notas
1. Este artículo es parte del proyecto Fondecyt 3170468: “Relatos que hablan desde el silencio. Eugenio González, Roberto Meza, Alberto Romero y Teófilo Cid ante la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo”.
2. Los cuentos publicados en Destinos son: Sueño de verano, En la noche, Una vida, La Tonta, La broma y Una mujer.
3. Luis Rivero es economista y académico . Fue rector de la Universidad de Chile entre 1998 y 2006. Actualmente es Gran Maestro de la Gran Logia masónica de Chile. Rivero se define independiente, políticamente, aunque reconoce simpatizar con el Partido Radical.
4. La mayoría de los opositores a Ibáñez fueron confinados en localidades apartadas de los centros urbanos, por ejemplo, Achao, Tierra Amarilla, Faro de los Evangelistas, Porvenir, Mulchén, isla Quellón. Otros grupos disidentes fueron desplazados a ciudades importantes: Valparaíso, Concepción, Santiago, Rancagua, Arica, Copiapó, Limache, San Felipe, Puerto Montt, Constitución. Algunas islas del Pacífico también recibieron confinados, principalmente, Pascua y Más Afuera (Flores, 1993, p. 24).
5. El listado con los prisioneros desplazados a isla Más Afuera lo encabeza Eugenio González junto al escritor Roberto Meza Fuentes; el senador comunista Elías Lafferte; el diputado Gaspar Mora; los socialistas Braulio León Peña y Alberto Baloffet; los dirigentes comunistas Juan Chacón, Pedro Arratia y Castor Villarín (Brescia, 2004, p. 128).
6. Más Afuera mantuvo este nombre hasta 1966, a partir de fecha la isla se refundó con el nombre: Alejandro Selkirk.
7. Manuel Rojas indica que los amigos más cercanos llamaban “Chumingo” al poeta José Domingo Gómez Rojas.
8. Gómez Rojas fue encarcelado por el magistrado José Astroquiza Líbano, debido a su activa participación en la Federación de Estudiantes de Chile y en la I.W.W. (Industrial Workers of the World).
9. La I.W.W. (Industrial Workers of the World) fue una organización obrera partidaria del sindicalismo revolucionario. Su origen se remonta a los Estados Unidos en 1905. Esta agrupación estuvo presente en otros países, por ejemplo, Canadá, Australia, Irlanda, el Reino Unido, Japón y Chile.
10. Para entonces, en 1913, Luis Triviño cumplía con el Servicio militar obligatorio.
11. Vicuña Fuentes ejerció la diputación por la Séptima Agrupación Departamental de Santiago, entre 1933 y 1937, en representación del Partido Socialista Republicano.
12. Vicuña Fuentes escribió este alegato para demostrar su inocencia ante la Corte Marcial en el proceso de rebelión contra el General Bravo. Este juicio tuvo lugar en Talcahuano los días 6, 7 y 8 de noviembre de 1930.
13. Vicuña Fuentes estimó que el anarquismo era desfavorable para el desarrollo social, ya que, entorpece la cohesión de los grupos y dificulta la subordinación de las partes: “el gobierno es una condición de existencia de toda asociación, y este principio, que he enseñado y predicado es fundamentalmente, contrario al anarquismo, que pretende negar, destruir, desconocer todo gobierno, toda subordinación en las ideas, en los sentimientos y en los actos” (Vicuña, 1931, pp. 7-16).
14. El historiador Iván Ljubetic señala que “El vuelo del avión rojo” fue un proyecto impulsado por Marmaduque Grove desde el extranjero para derrocar la dictadura de Ibáñez. El gobierno dictatorial supo de estas iniciativas rebeldes y condenó a sus cabecillas. La Corte Marcial que se encargó de estos juicios llevó avaló un proceso repleto de irregularidades. Se condenó a Vicuña Fuentes a diez años de prisión, sin embargo, antes conocerse el veredicto, el abogado fue relegado a Isla de Pascua (Ljubetic, 2003).